Salvador Allende: inspiración y ejemplo
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Este septiembre se recordarán los cincuenta años desde que una confabulación dio un golpe de Estado cuyas secuelas aún están en carne viva.
La decisión de Estados Unidos de terminar con la experiencia maravillosa de la Unidad Popular fue ejecutada con dedicación y esmero por chilenos cobardes, entre los que destacan para baldón eterno, los más importantes dirigentes de la Democracia Cristiana de entonces, los partidos de derecha, los grandes empresarios y los militares traidores que se enjuagan la boca con un patriotismo de marquetería.
Desde el mismo momento de la asonada se ha repetido hasta el cansancio el supuesto fracaso del Gobierno Popular, cosa que jamás ha podido demostrarse.
Errores, eso sí. Debilidades, también. Irresponsabilidades, por cierto. Pero se avanzaba. Fueron los costos de caminar por propio pie y pensar por propia cabeza.
Si ha de endosársele un fracaso al Gobierno Popular es no haberse propuesto defender lo logrado.
Sin embargo, el legado de Salvador Allende, del Gobierno Popular y su ejemplo permanecen aun a la espera de quienes entiendan que no hay otra opción que la de izquierda ante el fracaso estrepitoso del capitalismo que tiene al mundo en medio de la locura, muerte y la incertidumbre.
Lo que amenaza al planeta y a la humanidad es el capitalismo y su profunda crisis.
Por decenios, notables hombres y mujeres que han intentado abrir caminos no han sido capaces de comprender que las propuestas fundamentales del Programa de la Unidad Popular gozan de una envidiable salud.
“Chile vive una crisis profunda que se manifiesta en el estancamiento económico y social, en la pobreza generalizada y en las postergaciones de todo orden que sufren los obreros, campesinos y demás capas explotadas, así como en las crecientes dificultades que enfrentan empleados, profesionales, empresarios pequeños y medianos y en las mínimas oportunidades de que disponen la mujer y la juventud.”
Este texto pudo haber sido escrito ayer, pero data de 1969: es el segundo párrafo de la introducción al Programa Básico de la Unidad Popular.
En la perspectiva de una originalidad mal entendida y con afanes de protagonismo estéril, infinidad de dirigentes políticos y sociales de izquierda han propuesto una y otra vez la misma monserga fracasada, como si no fuera suficiente con que esas recetas no hayan surtido ningún efecto, jamás.
En gran medida, responsables por el actual estado de cosas es la izquierda que se ha negado a ver algo más allá de sus propias egolatrías, miedos y vergüenzas.
Las innumerables y masivas marchas fueron presentadas siempre como victoriosas “movilizaciones” en circunstancias que no fueron sino desfiles que jamás representaron algún peligro para el orden. Luego le siguieron los pañuelitos por cualquier cosa y esa simbología no pasó de ser una iconografía que, desde el punto de vista de los cambios necesarios, aportó nada.
Pudiendo hacerlo.
¿De qué sirvió a NO +AFP haber puesto sobre la mesa el robo de las AFP? Le sirvió de mucho hasta cuando le robaron el tema y lo embarcaron para otro destino.
Peor aún, el estallido de octubre no pasó de ser la demostración trágica de la falta de conexión de la pseudo dirigencia de izquierda, con el pueblo real y su pálpito.
Si la cuestión de la política es el poder, la izquierda no ha hecho política: ni la que no ha entrado al sistema institucional, como la que se rindió a las prebendas de ser gobierno.
Hace falta entender que se ha ido de derrota en derrota y de fracaso en fracaso por no disponer de una estrategia política, es decir, de un programa, un propósito, una fe que sea capaz de seducir al pueblo genuinamente de izquierda y profundamente allendista que aún espera.
Salvador Allende y no solo su ejemplo reconocido mundialmente, sino sus ideas, el proyecto al que ofrendó su vida, la descripción de un Chile mucho más bueno con su gente que se desprende de sus palabras sigue siendo la única opción de trinchera y refugio necesarios.
Desde el punto de vista del poder y su estructura, nada ha cambiado en cincuenta años.
Las propuestas del Gobierno Popular debidamente actualizadas al contexto de este siglo y tragedia pueden llegar a inspirar no solo la concepción de un proyecto de izquierda que ahora sí se disponga a disputar el poder, sino que, por sobre todo, logre convocar al pueblo Allendista que aún espera por una causa que valga la pena.
Por Ricardo Candia Cares