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Responsabilidad de las forestales en los incendios en el Wallmapu

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Queman las comunidades Mapuche en la Araucanía, el Wallmapu mapuche. Frente a estos hechos la responsabilidad del gobierno chileno y de las grandes empresas forestales se esconde, siendo los intereses económicos de las transnacionales mucho más importante que la condición humana de un pueblo indígena.

“Nuevamente las comunidades Mapuches se ven afectadas por nuevos hechos de incendios en la Araucanía, Wallmapu, ante esto el gobierno de Chile tiene una gran responsabilidad, en no hacer que se cumplan los requerimientos a las grandes empresas forestales, que están asentadas en las comunidades Mapuches”, nos cuenta Max Reuca, Werken de la comunidad Ignacio Reuca, en Puren. “Las forestales no toman los resguardos necesarios para prevenir los incendios y a la vez tomar acciones por el cambio climático. No tienen corta fuegos en las comunidades, no hay camino para su desplazamiento en buen estado, recordar que las forestales limitan con las comunidades Mapuches. Este viernes pasado, nuevamente las comunidades Mapuches en Purén se vieron afectadas por los incendios forestales”.

“Este incendio ha provocado daños irreparables a los hermanos mapuches, dicho sea de paso el daño patrimonial cultural Mapuche, hoy muchas familias perdieron todos, sus casas, sus animales, su comida y perdidas de sus siembras y cosechas, ante esto dos personas resultaron fallecidas de origen Mapuche. Sin poder hacer nada ante la amenaza del fuego, que se llevó todo a su paso”, sigue explicando Max Reuca. “Las forestales tienen responsabilidad directa, sin embargo faltan indemnizaciones a las familias afectadas y reparación de los daños a las comunidades. Así mismo el Gobierno debe regular a las forestales en sus plantaciones, en su responsabilidad directa del decreto 701, por que esté gobierno actual ha destinado recurso para seguir con las plantaciones de pino y eucaliptus”.

Las comunidades de Purén son las afectadas cómo las demás comunidades del Wallmapu, Araucanía. A pesar de estar en Estado de Catástrofe, los militares no aparecen en el apoyo que podrían dar a las comunidades afectadas, y las normas internacionales relativas a las forestales siguen siendo ignoradas.

Actualmente las plantaciones forestales cubren una superficie aproximada de 3,11 millones de hectáreas, equivalentes al 17,27% del total de bosques de Chile, según la actualización del Catastro de los Recursos Vegetacionales Nativos de Chile (CONAF, Julio 2021).

Aproximadamente el 60% de esta superficie corresponde a pino radiata, el 33% a especies del género eucalipto y el resto a otras especies, tales como, átriplex, tamarugo y pino oregón. Las plantaciones se encuentran localizadas principalmente entre las regiones de O’Higgins y Los Lagos.

El incremento de las plantaciones forestales industriales en el sur de Chile y la alteración del paisaje, han sido una preocupación permanente para los pueblos indígenas, que se ven directamente afectados, pero debería serla también para el resto de la populación. Este incremento de plantaciones, en efecto, no solamente roba las tierras al pueblo mapuche, sino que afecta el eco-sistema global, provocando sequias, desertificación y contaminación.

La deforestación causa unos daños terribles en los ecosistemas, además de una gran pérdida de biodiversidad y aridez del terreno. Se evita la fijación de dióxido de carbono (CO2) por lo que se contribuye directamente al cambio climático.

La superficie afectada en cada período de incendios forestales promedia las 52.000 hectáreas quemadas, pero con valores extremos que han ido desde 10.000 y 101.000 hectáreas. El mayor daño corresponde a praderas y matorrales. En menor escala arbolado natural y plantaciones forestales, principalmente de pino insigne.

Al igual que en otras áreas del mundo, unos pocos incendios de magnitud en Chile alcanzan superficies entre mil a diez mil hectáreas quemadas, a veces más, concentran los recursos de combate, concitan la preocupación nacional y, en conjunto, representan el 60% de la superficie afectada en el país.

Las plantaciones forestales albergan menos biodiversidad nativa que los bosques nativos, disminuyen la disponibilidad hídrica, incrementan la presencia de especies exóticas, conllevan con frecuencia el uso de herbicidas, están sujetas al ataque de plagas, favorecen los procesos erosivos del suelo, incrementando la sedimentación en los cursos de agua, almacenan menos carbono que bosques nativos y cada día aparecen nuevos antecedentes que cuestionan su idoneidad como soluciones ante el cambio climático, y por el contrario, se señalan los riesgos con los que se asocian.

El pino insigne ha sido clasificada como una especie exótica invasora en el país, y junto con los eucaliptus, son especies pirófitas que tienen su origen en zonas donde los incendios forman parte de la dinámica de regeneración de la vegetación. Presentan atributos que favorecen la propagación de incendios y su regeneración después de su ocurrencia. A su vez, en el ámbito socioambiental, las plantaciones forestales de grandes superficies tienen profundos impactos sociales, como la emigración, la pobreza y la conflictividad con las comunidades.

En ciertos climas de Australia, Sudáfrica, Brasil, Chile, España, China, India y Estados Unidos, las plantaciones de árboles de crecimiento rápido han disminuido la disponibilidad hídrica y la recarga de acuíferos, generando conflictos entre las plantaciones forestales y otros usos del agua.

Podemos hablar de responsabilidad individual por el cambio climático, esforzar a las personas a ir en transporte público, gastar menos energía, pero eso es irrelevante al respecto de los gastos de las grandes empresas, y de los desgastes que estas mismas empresas hacen hacía el medio ambiente.

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Elena Rusca

Periodista, corresponsal en Ginebra

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