Juan Pablo Jiménez vive en la lucha sindical clasista y combativa
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El día 21 de febrero del año 2013 fue asesinado Juan Pablo Jiménez Garrido, dirigente sindical clasista el cual luchó contra el subcontrato. El asesinato de Juan Pablo fue perpetrado por un disparo ejecutado por el sicariato empresarial de la empresa Azeta subcontratista de Chilectra. Este 21 de febrero se cumplen 10 años de este crimen, el cual sigue impune y al cual se le suman el de otros trabajadores subcontratados como lo fue Rodrigo Cisternas trabajador forestal asesinado el 3 de mayo del 2007 por fuerzas especiales en contexto de huelga y Nelson Quichillao trabajador minero asesinado el 24 de julio del año 2015 en circunstancias similares.
El subcontrato en contra del cual peleó Juan Pablo, solía ser una modalidad contractual limitada en el empleo en Chile, pero fue durante la Dictadura Militar con el plan laboral de José Piñera en 1979, cuando se abrió las puertas para su masificación en diferentes sectores de la economía. El plan laboral eliminó las restricciones existentes, permitiendo incluso que las empresas mandantes puedan subcontratar trabajadores y trabajadoras relacionados con su giro principal. Desde que se quitaron las restricciones a la subcontratación, está se extendió indistintamente a diferentes sectores de la economía como el sector primario exportador (mineros, forestales, pesca, frutícolas) y en los servicios privados (aseo, guardias, alimentación) e incluso en sectores de los servicios públicos los cuales son tercerizados por el estado.
Básicamente, la subcontratación es una estrategia patronal que busca desregular el mercado del trabajo, flexibilizándolo y descentralizando, permitiendo aumentar la explotación laboral y la ganancia empresarial. La externalización del trabajo se realiza a través de empresas contratistas y subcontratistas, que prestan servicios a las empresas mandantes, generando trabajadores y trabajadoras de primera y segunda categoría, donde por el mismo trabajo se entrega diferente remuneración.
En términos sindicales, la subcontratación busca la fragmentación de la clase en diferentes empresas debilitando la unidad y fuerza sindical, donde antes había una empresa operando hoy hay más de una empresa, generando una división de los intereses inmediatos de la clase trabajadora y si a esto se le suma la posibilidad de existencia de más de un sindicato al interior de una empresa, la sindicalización “voluntaria” y la negociación por empresa, esto afecta directamente la fuerza de los sindicatos, viéndose limitados y debilitados.
Sin embargo, en el año 2006 en adelante, los trabajadores subcontratados comienzan a asumir prácticas sindicales clasistas y combativas, ejemplo de ello se dio en Azeta, pero también con los subcontratados forestales, del cobre y el ejemplo de lucha incansable de los peonetas de Coca Cola agrupados en Fenasipec. Rescatar estas experiencias de lucha y combatividad desarrolladas por muchos trabajadores y trabajadoras subcontratados es una necesidad histórica desde los sectores clasistas, y asimismo una tarea impostergable es darle continuidad a su lucha.
Continuar el camino de Juan Pablo Jiménez es una de las tareas que debemos asumir desde el sindicalismo clasista y combativo, pero para esto es necesario desarrollar una fuerte labor organizativa que implique fortalecimiento de los sindicatos existentes, disputar los sindicatos patronales y la creación de otros donde no se pueda disputar, crear sindicatos en las empresas donde no existan, levantar sindicatos de cesantes entre los trabajadores y trabajadoras desempleados, y fortalecer los espacios de articulación de los sindicatos como lo son las federaciones y confederaciones.
También urge la necesidad de un espacio de articulación del sindicalismo clasista con el resto del campo popular, como las organizaciones territoriales, de mujeres, estudiantiles, entre otras, desde un enfoque anticapitalista, antimperialista y antipatriarcal, sobre principios sólidos que permitan avanzar desde el pliego de demandas a la construcción de un programa de la clase trabajadora y el pueblo.
Para esto la táctica fundamental para el sindicalismo clasista en el marco de la grave crisis actual, es avanzar y organizar una huelga general, huelga que es política y de masas que, articulada con la protesta popular nos permita luchar por el pliego de demandas de la clase trabajadora. El fortalecimiento de la franja clasista y a su vez la articulación de las y los anticapitalistas, posibilitará, en términos estratégicos, avanzar hacia la construcción de poder popular y de un programa de la clase trabajadora y el pueblo, que nos permita avanzar hacia una sociedad libre de explotación y opresión.
Porque sigue viva en los sindicatos la lucha de Juan Pablo ¡abajo el subcontrato! ¡A conquistar las demandas de la clase trabajadora!
Por Nicolás Dresdner