No son el mejor curso del liceo
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Cómo hubiéramos querido que fuera el mejor curso el liceo, ese donde todos eran buenos para todo.
Callejeros libertarios con los cuales se podría subir a cualquier tren y salir a buscar razones que son fundamentales para vivir, para hacer más larga también y bella la vida entre cantos y gritos. Los nacidos el 53 quedaban asombrados y dispuestos a colocar todas las cenizas del pasado para que de una vez por todas se iniciaran los pasos determinantes, como se hicieron en antaño sabiendo que todo era contra el viento y la corriente.
Nos sacudió aquel día de octubre para tantos cuando en calle Santa Fe quedaba en el cemento el que invitó a una generación a dar todas las batallas. Aquel día que ardió la nieve como se dejó escrito.
Llegó el otro octubre de la justa y fundamental insurrección popular. La calle esperanzada y apurada como si la vida se fuera al día siguiente. Habían pasado treinta años y tantos golpes, tanta infamia predicada por pastores traicioneros indignos hasta vestidos con piel de corderos.
Los abuelos sentados en las puertas de sus casas sintiendo en la punta de los dedos la alegría prometida mientras los lobos en el parlamento asustados, con sus orejas viejas y azumagadas oliendo que sus privilegios se escapaban de las manos. Y entonces la calle iba una y otra vez a la batalla. El lumpen se instalaba dirigido para que los medios de comunicación hicieran una sola pintura, los manifestantes y los ladrones. Bastaba que miraran los brillantes pisos del congreso para ver también a los ladronzuelos y mendicantes.
Y se estuvo más cerca de lo imaginado, de lo que se esperaba a gritos. Todo un pueblo pidiendo que el gobierno caiga y se haga trizas para empezar a desmontar la desigualdad, lo injusto sobre lo correcto, la vida sencilla y digna.
La paz social debemos cuidarla era el grito de los asustados. La plebe se había instalado en las calles de todos los pueblos, en todas las esquinas, en el pescante de una carretela, en el bote que salía a buscar al mar la comida diaria. Estamos en guerra gritaba el presidente, no estoy en guerra con nadie replicaba un general.
Es que era el mejor momento para estar a la altura de La Bastilla o el Palacio de Invierno.
Noviembre trajo su tarde/noche traicionera. Todos con sus cuchillos afilados, nada debe cambiarse. Hay que salvar al presidente de lo contrario lo llevarán a la horca.
Será de entrada y de salida se firmó. En Chile hay pueblos originarios y también debe ser paritaria, lo más justo y democrático posible. La derecha reducida a su mínima expresión y una mujer sosteniendo desde la testera que había que escribirla con letra clara, con los colores y voces de todo el país. Siendo mayoría en la constituyente también los viejos metieron la cola, jugaron sucio los que dijeron que se estaba fumando opio. Hubo dolor de entrañas.
Como un jarrón de vidrio barato quebrado a los pies de la derecha su defensa de la nefasta Constitución del 80. Buen inicio pero no se había ganado nada.
Llegó entonces la batalla para ganar el gobierno y allí estaban los nuevos actores una vez más esperando se corra el telón. Los viejos carcamales que se niegan por décadas a la jubilación.
Fueron muy claros en entregar razones para pedir el apoyo, es que era el mejor curso del liceo que discutía también el lugar para el paseo de fin de año. Había llegado del sur, de bien allá y abandonado de la corbata fue valiente para ir colocando los asuntos necesarios, esos que son la continuación de tantas batallas dadas también por los viejos, esas fotos amarillas que cuelgan de las paredes de las poblaciones o entre recortes de diarios que ya no existen.
Y ganó Gabriel en los debates y en la segunda vuelta. Se venció a la extrema derecha, al bolsonarismo, a los Duque colombianos, a los Macri a la UDI/RN/EVOPOLI/ y algunos sectores del PDC.
Asombra que por estos tiempos desde la casa de los presidentes se condene la violencia cuando la ministra Vallejos junto a la jota se tomaron la sede de la UDI. Cuando se disparaba a diestra y siniestra contra los corruptos y mercaderes de boletas y facturas falsas, muchos de ellos convertidos en compañeros de ruta de este gobierno, este, el del mejor curso de liceo.
Negaremos todo apoyo a diputados coludidos con el dinero y la política gritaba desde las esquinas frente a los tribunales de justicia y se cayó en lo mismo. Nepotismo puro y duro. Nada cambió y los negocios se siguen multiplicando, los grupos empresariales golpeando la mesa y un ejecutivo asustado, lleno de errores, casi al borde del fracaso.
Una derecha que nos tiene de rodillas sencillamente porque no hemos ganado nada todavía y nadie ha dado un paso al costado por los errores ni por la derrota. Se hizo revivir la política de los acuerdos y sigue el partido del orden existiendo en buena salud. Los camioneros en las carreteras.
Pero no todo está perdido si al interior del Apruebo-Dignidad se hace un reordenamiento de lo que es fundamental de lo accesorio y para ello está el programa de gobierno, evidente algo menor que las cuarenta medidas. El FA llegó para renovar la política, para enterrar las viejas prácticas y vicios que no llegaron jamás a puerto. En alguna muralla enojado alguien escribirá este es también un gobierno de la concertación por la que no votamos.
Se llega a fin de año con un sancocho de propuesta para un nuevo sistema de pensiones que la gente no logra entender. En este sentido la derecha vuelve a la defensa de la billetera de las AFP con ganancias ya incontables.
Lo más triste en esta historia es el Acuerdo por Chile Pacto antidemocrático, desigual y excluyente. Y en esto no se equivoca Elisa Loncón, el equivocado es el presidente del que creíamos era el presidente del mejor curso de liceo.
Por Pablo Varas
Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín
Florencio Macci says:
Con Gabrielito todo se fue a la mierda, mejor se auto declare inhábil
J. Norambuena says:
Algo muy rebuzscado..y ..?
Gino Vallega says:
Recuerda que al mejor alumno del curso lo funaron los octubristas , cuando se sentó, soberbio, en un banco del parque donde NO le correspondía estar? Porqué hoy habrían de aclamarlo? Que méritos ha hecho? Gabriel , no despedaces las esperanzas que tantos pusimos en ti y tu grupo, aún tienes tiempo….si es que tienes cojones!