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Porque no sé nada de fútbol, voy a hablar de fútbol

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A todos nos ha llegado el fútbol, incluso a los profanos en la materia. Uno de mis hijos está alojando temporalmente en mi casa porque su familia se fue de vacaciones y él tiene que trabajar.  

Ha traído unos pocos de sus bártulos, ropa, papeles, libros, computadora  y además, como en mi casa no hay televisión porque la detesto, instaló en mi sala una pantalla  gigante de televisión porque no había donde  guardarla sin que se dañara.  

Mi hijo  no es fanático del fútbol, pero este mundial le interesa como a todos. Ha visto un que otro partido y yo lo he acompañado. Y les diré que me he llevado terribles impresiones.  

Desde luego, todos sabemos que el deporte y en especial el fútbol que parece ser el más popular, se ha convertido en un tremendo negocio. Platas van y platas vienen, hasta para que Qatar  consiguiera la sede.  




Pero ahora quiero hablar de otro aspecto que me parece poco analizado: es la tremenda presión, la atroz tensión nerviosa, la angustia paralizante y aterradora  a que a menudo están sujetos los jugadores.  

¿Saben ustedes cuánta gente ha visto o está viendo este campeonato mundial? Pues cinco mil millones de personas, más de la mitad de la población mundial (información de Internet.) Y los equipos más famosos, los más conocidos, los que se supone que deben ganar,  están sometidos  a mayores exigencias y por lo tanto a mayores  presiones y por eso  a menudo pierden.  

Un equipo de menos categoría,  que no es malo puesto que ha llegado hasta allí,  pero no se espera que gane, si pierde no importa pero si gana, es una maravilla. Por ejemplo, yo no sabía aunque a lo mejor ustedes sí, que en Japón se jugaba buen fútbol. Pues si Japón  gana a  es algo extraordinario, aunque a la población japonesa posiblemente no le interese demasiado.  

Pero que Brasil pierda, es algo inimaginable, espantoso, una sorpresa que se convierte en drama mundial y que todo el mundo comenta.  

Para mí lo más atroz son los penales. Ya he visto o sabido de un par de partidos que se deciden por penales. Se supone que los penales  casi siempre se convierten en goles. El arquero que ataja un penal es un héroe, un genio amado y aplaudido por todos. El futbolista que patea un penal  y lo falla, es un réprobo. Ese hombre, ese futbolista, cuando va a tirar el penal, está pensando: “No puedo fallar, no voy a fallar, no puedo fallar”, porque sabe que todos sus compañeros, todo su país y cinco mil millones de personas del mundo lo están mirando. Patea y falla.  

Semejante  situación, muy pocas o casi ninguna persona la ha experimentado. Ni un general en una batalla, porque no está solo y el resultado no depende únicamente  del minuto  en que él da una orden. Tampoco la sufre  un político que pierde una elección, porque eso es normal.  

Quizás en  otros deportes  haya  cosas parecidas. Por ejemplo, la joven Simone Biles que había sido campeona de gimnasia olímpica en las Olimpiadas de Río de Janeiro en 2016,  estaba previsto que ganaría también  en las Olimpiadas de Tokio de 2020. Pero sin embargo se retiró y abandonó  la competencia, declarando que no podría  resistir  la tensión psíquica  a que estaría expuesta.  

Volviendo al fútbol, les diré que he pensado en el fútbol de otros tiempos. que era menos importante, menos dramático, era una forma de entretenerse, de alegrarse, de olvidarse de preocupaciones cotidianas económicas, de salud, de amores. Pues ahora es otra cosa.  

Hombres que han dedicado su vida entera  a ese deporte, que a lo mejor ganan millones y son estrellas populares, en el segundo  en que por razones nerviosas, mentales, o mala suerte  fallan un penal, pierden toda su vida, su dinero, su prestigio, lo pierden todo. Por cierto que no es exactamente así, pero en ese momento estoy segura de que el futbolista se quisiera morir, que un infarto repentino lo fulminara.  

¿Qué conclusión se puede sacar de esto? Que se deberían cambiar las reglas de los deportes Que se acabe el negocio o al menos que los negocios deportivos no sean tan corruptos. Que no se le otorgue la sede de un campeonato a países como Qatar, y eso no hay para qué explicarlo.  

Que los médicos, psiquiatras y sobre todo psicólogos, estudien la situación, que investiguen o inventen la manera de quitarle a un futbolista estrella, la angustia que lo embarga. Esas cosas creo que se pueden aprender, inculcar. Que les pongan unos audífonos con música tranquilizante o frases que a ellos los apaciguan.  A mí no me pregunten, yo sólo soy abogada.  

Y especialmente que se eliminen los penales y que los empates se diriman de otra manera, no  sé cuál, pero esa otra manera debe haberla.  

 

Por Margarita Labarca Goddard  

Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



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  1. ¿Asi que usted, Margarita, saca la conclusión de que solamente en los deportes existe la competencia? ¿Pero que le pasa Margarita? ¿No existe la competencia en su profesión, Margarita? ¿Acaso usted no tiene que poner lo mejor de su intelecto y conocimietos legales, para ganar con sus argumentos legales la aprobación de los jueces o los jurados? ¿Está usted segura que lo va a obtener y no el abogado de la parte contraria? Todo es competencia en este sistema, o en la vida, Margarita, puede que en el deporte esta competencia sea más brutal, pero la competencia por la vida es mayoritariamente más sutil, porque es diaria.

    • Margarita Labarca Goddard says:

      Con la diferencia de que cuando yo actúo como abogada ante un tribunal, no me están observando cinco mil millones de personas. No es la misma tensión emocional.

      • Margarita, por la cresta, perdone usted mi bocota, pero, vamos, vamos, , ¿me va a decir usted que usted no está emocionalmente tensionada cuando expone la versión de los hechos de su protegido, creo que asi se llama la persona, no sé, no siquiera leo cuestiones legales, bueno, a través de su especial oratoria leguleya? ¿está usted completamente segura, como el otro abogado de la otra parte, de que el juez va a dictar en su favor? Cuando el juez tiene que dictar, durante esos momentos, ¿usted no siente una TENSIÓN EMOCIONAL, especialmente cuando usted sabe que el juez puede dictar en su contra, aunque los únicos observantes de todo esto sea usted, la persona que usted representa, la otra parte con su abogado, los secretarios, los policiías y otra gente que atiende, pero no cinco mil millones de personas? De todas formas, Margarita, aúnque no entienda ni cobre de futbol, lo importante del juego, lo más importante, es que alguien tiene que meter la pelota en el rectangulo protegido por una persona que tiene la elasticidad de un gato y a no olvidarse, fuera de los arqueros, cada equipo tiene diez juagadores en el campo y una pelota del numero cinco, inllaíta la condenada con una cierta presión, y por la pucha, que es lindo ver las habilidades adquiridas de estos jugadores para tratar de meter la pelotita en el arco contrario, a pesar de las patadas, chanchadas y varios otros métodos que ambos equipos utilizan para prevenir que la pelota golpee las redes por dentro. En la vida, Margarita, muchas veces dependemos de los servicios de ustedes, profesionales de las leyes, para salir de muchos embrollos, o para ganar los embrollos de otros, pero, nosotros dependemos de este deporte, el futbol, para aliviar nuestra tensiones jugandolo en forma amateur, o viéndolo como lo juegan los profesionales de nuestros equipos, a los cuales les entregamos todo nuestro apoyo, pero tambien nuestro apoyo de todos cuando se trata de la roja. Usted verá, Margarita, su tensión es más aguda que la de nosotros, mesros mortales de la vida, ya que usted no puede gozar de su profesión en forma amateur, pero nosotros… tremenda diferencia eh, pero nos gusta el jurboll, y como decía el Tito, por eso tambien nos gusta el vino tinto tambien, porque, el jurbol lo vemos en forma profesional y lo jugamos y tomamos el vino en forma amateur, aunque este último tendría que ser en forma profesional para que nos pagaran para tomarlo, ¿no lo cree usted asi, Margarita?

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