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Estación Esperanza es el nombre de la obra del Teatro del Silencio presentada en Renca

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Estación Esperanza

Es el nombre de la obra del Teatro del Silencio presentada en Renca.

Como quién nombra una estación de trenes y en ella esperan alegres

cincuenta diosas vestidas de blanco que se pasean y a veces bailan mientras una orquesta de jóvenes interpreta un tango de Piazzola.

Y luego irrumpen un grupo de veinte niños con carteles alusivos a cuidar el barrio, a plantar árboles, a mejorar sus infraestructuras escolares, a lo felices que están de participar en una obra teatral junto a algunas de sus abuelas, vitales, hermosas, sabias.

Al frente de la pérgola estación, los familiares vestidos de sábado al atardecer aplauden y tiran tallas. Una energía comunitaria circula

por las decenas de personas que a veces son refrescadas por ventiscas venidas del cerro sagrado y por la música variada que interpreta la banda que acaba de llegar arriba de un camión, de las poblaciones Huamachuco y Violeta Parra.

Giran en redondo las diosas moviendo lentamente sus cuerpos morenos, sus manos de las cuales parecen levantar vuelo, mariposas o los pájaros de la esperanza.

En silencio, que es principalmente por donde transita del teatro mimo de Mauricio Celedón y Claire Junot.

En la calle, en la plaza, en el centro cultural de la comuna donde ensayaron con tesón, en el gimnasio del liceo, que se impregna de sudores de mujeres diosas que pararon a pulso la comuna, sus familias y que demostraron sus dotes de actrices.

Sus arrugas alegres, son los círculos de vida que tienen los troncos viejos de algunos árboles o las palmeras entre las cuales camina

por la cuerda floja un joven equilibrista y uno contiene el aliento frente a la luna que quiere estar llena.

Es el mismo “Teatro del Silencio” citado, por un carro de la vega y unos videos antiguos, en la muestra ANDER que se muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes hasta fines de este diciembre caluroso.

Trabajar con vecinos de las diferentes edades del vivir, con pocos elementos, con músicos en vivo, con el corazón, el lenguaje de los gestos y las patas en el asfalto. Es que esta compañía talentosa dirigida por Mauricio Celedón y Claire Junot, transformo desde fines de los años ochenta el teatro chileno, en cercanías y paralelismos, con el gran circo teatro y su “Negra Ester”, del recordado Andrés Pérez y Roberto Parra.

Crear desde el centro de cada barrio y a veces darse una vuelta por el centro Ruiziano y Latinoamericano.

Estación esperanza fue una pregunta a cuatro quillayes plantados en el centro cultural sobre el futuro. Una respuesta cultural y práctica que crea comunidad y seguridad afectiva.

Y cuando finalmente aparece el tren en la Estación Tellierana, su bufido de ballena es la tiza, que abraza, en la pizarra imaginaria del atarmanecer renquino, donde se pudo ver a las preciosas diosas sudakas, llorando de alegría al son cumbiero de la Juana Fe y sus familias.

Era desde la pérgola de las flores a la Estación Esperanza.

Medio siglo de teatro en los cuerpos moviéndose en el valle.

Por Jordi Lloret

 

 

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