La ministra Vallejo, la desinformación y El Clarín
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Aunque las constituciones democráticas establecen que el sufragio debe ser secreto, libre e informado, lo cierto es que son muy pocos los países del mundo que pueden asegurar que sus ciudadanos ejercen un voto plenamente consciente de las alternativas que se le presentan. Sabemos que el poder de la propaganda y del dinero influye considerablemente en las decisiones populares y que la ignorancia masiva conspira contra el carácter republicano de estos procesos.
Se asume que en nuestro país son muchos los electores que concurren a votar nada más porque el derecho al sufragio se les ha hecho obligatorio, tanto así que en el último plebiscito se agregaron más de 5 millones de votantes que ciertamente muy poco sabían de qué se trataba la Carta Magna definida por la Convención Constitucional. Los que, en su desgano por la política y molestia por las demandas populares no satisfechas, terminaron desaprobando la nueva institucionalidad propuesta.
Asegurar que este rechazo no significa un voto de repudio al gobierno de Gabriel Boric sería peor que rendirse al rechazo del pueblo a la posibilidad de una nueva Constitución. En este sentido, el proceso institucional se habría clausurado, entonces, con ese más de 60 por ciento de votantes adversos, cuando apenas un año antes en un 80 por ciento el país animó el nuevo itinerario institucional.
La ministra secretaria general de Gobierno, Camila Vallejo, nos insta en una columna publicada por El Mercurio, a combatir la desinformación ciudadana, sin la cual a su juicio no serían posibles la libertad de expresión, el ejercicio del periodismo y la defensa del pluralismo como valor fundamental de la sociedad. Estando plenamente de acuerdo con ella es que pensamos que nuestras autoridades no han hecho lo posible por consolidar la diversidad informativa que debe caracterizar a las democracias, la que justamente se alimenta de un genuino pluralismo ideológico en los medios de comunicación. Hoy por hoy, los principales instrumentos en la educación y el libre albedrío de las personas.
Si el Régimen Militar clausuró y persiguió tan implacablemente a los medios de comunicación que no le eran afines fue, justamente, para mitigar la disidencia, para que los ciudadanos no tuvieran los conocimientos y alcanzasen la convicción de que la democracia era preferible a la Dictadura. Para que se mantuvieran desinformados de cuanto ocurría y se convencieran que lo que teníamos era de todas maneras mejor que el caos que imperaba en el mundo, según lo advertían majaderamente las principales autoridades de la época. De allí que la pertinacia y el riesgo asumido por los medios disidentes sea reconocido como un logro fundamental en la tarea de romper el bloqueo informativo, denunciar las violaciones sistemáticas de los DDHH y fomentar la recuperación democrática.
Camila Vallejo, pese a su juventud, seguramente tiene conocimiento de que paradójicamente todos los medios opositores a la Dictadura fueron desapareciendo durante los gobiernos de la Concertación y de la Nueva Mayoría. Debe saber, también, como desde La Moneda nada se hizo para reforzar la presencia de estos diarios y revistas durante la Transición a la Democracia, lo que además fuera propuesto por altos funcionarios de los Países Bajos que nos visitaron con ocasión del cambio de mando. Sin sospechar siquiera que los propios aportes ofrecidos por este país y otras naciones europeas iban a ser impedidos por el propio gobierno de Patricio Aylwin, el que, además, no se allanó a que estos medios pudieran acceder siquiera a la publicidad estatal.
Por el contrario, lo que se comprobó después es que los nuevos gobernantes convinieron con El Mercurio, la Tercera y otros medios pro pinochetistas respetar y prolongar los contratos publicitarios y así salvarlos de sus inminentes quiebras y desaparición. Un gesto que le aseguró a los nuevos moradores de La Moneda un buen trato de parte de estos, al menos por algunos años. “La mejor política de comunicaciones es la que no se tiene” fue la hipócrita explicación de uno de los voceros del primer gobierno de la Concertación, después de asegurarle a los medios que fueron cómplices de la Dictadura una larga vida que se prolonga hasta hoy y se permite, incluso, ofrecerle tribuna a la joven ministra comunista del gobierno actual. Con el tiempo, resultó evidente que las nuevas autoridades optaron por una política de connivencia con la prensa derechista que arriesgarse a la crítica y las demandas que se le harían de parte del periodismo libre e inclaudicable.
Sabe también la ministra Vallejo que, además de hacerse cómplices de la desaparición de tantos medios que contribuían a la diversidad democrática, todos los gobiernos de la Concertación y la Nueva Mayoría litigaron ante el CIADI para impedir que el estado chileno indemnizara a los propietarios españoles del diario El Clarín por la decisión de Pinochet de clausurarlo y apoderarse de todos sus bienes. Un juicio que después de tres décadas le dio finalmente la razón a Víctor Pey y a la Fundación Presidente Allende y acaba de dictaminar la obligación de Chile de compensar a los dueños del matutino con varios millones de euros o dólares por el perjuicio ocasionado el que, sin duda, también representaba una grave transgresión a la libertad de prensa.
Mucho podría hacer la Ministra Secretaria General de Gobierno para que la actual administración no siga dilatando tan justo acto de reparación. Que se comprometa a mediar ante nuestro Jefe de Estado para que cumpla con la sentencia de este tribunal internacional. Con lo que, además, se posibilitaría la reaparición del diario que hasta hoy puede demostrar que es el de mayor circulación de nuestra historia, aunque en la actualidad está reducido solo a una versión electrónica.
La reaparición de Clarín sin duda contribuiría a la diversidad informativa que sigue tan ausente en nuestro sistema de medios, donde impera tanto la uniformidad de los contenidos de la TV, radio y periódicos, así como la desinformación popular señalada por la ministra en su columna. Podría alentar, con ello, a que se cumpla con lo que el mismo diputado Boric prometió respecto de este diario silenciado y que hoy busca reaparecer con la indemnización ya definida.
Por Juan Pablo Cárdenas S.
Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín
ANTONIO PIZARRO says:
Camila Vallejo, a la sazón , militante del partido comunista chileno , nos insta en una columna publicada por El Mercurio, a combatir la desinformación ciudadana
Lease como se escribe : en una columna publicada por El Mercurio de Chile
En fin ; del movimiento social a las paginas del periódico golpista
Vaya recorrido de la señora !
Diego Barahona says:
Esto si tiene sentido, y me hice la misma pregunta cuando leí el articulo y me acorde que el PC se llama ahora Partido Neoliberal Comunista de chile
Antonio Pizarro says:
Una vez mas el periodista Juan Pablo Cardenas nos orienta a comprender de manera clara y honesta lo dificil de tener medios de expresion
independientes en Chile
Una vez mas La Tercera y El Mercurio se llevan la mayor parte del monto economico que el estado destina para publicidad
Se entiende asi que la pluralidad de la que habla la señora Vallejo es inexistente
La ministra secretaria calla ante la injusticia y no reparacion que se le debe a Clarin de Chile
Calla cuando no explica como mantener la pluralidad informativa cuando la constitucion de Pinochet que aun sigue vigente impide que esa pluralidad sea efectiva
Efectivamente como nos recuerda el señor Felipe Portales aun sigue vigente la politica de exterminio de los medios de comunicacion independientes que dan voz a sectores del pueblo que componen tambien las grandes mayorias
Felipe Portales says:
Errata: «¡Si ni siquiera cuestiona al liderazgo de la Concertación por su política DE EXTERMINIO de medios de centroizquierda!»
Felipe Portales says:
Obvio que la libertad de expresión no es la única característica de una democracia, pero constituye un factor necesario y fundamental para que esta exista. Y, desgraciadamente, en nuestro país estamos muy lejos de ello. Tan lejos, que incluso para lo que hoy podríamos llamar izquierda ni siquiera está en sus puntos prioritarios. ¡Si ni siquiera cuestiona al liderazgo de la Concertación por su política de medios de centroizquierda! Esto es algo que continúa siendo completamente desconocido para la generalidad de la población…
Serafín Rodríguez says:
La problema, profe, es que por la cola no se agarra al chancho y como Ud. de seguro que bien sabe como sociólogo es que hay algo que se llama proceso de socialización en que los medios de comunicación juegan sólo un papel entre muchos otros factores.
Serafín Rodríguez says:
A estas alturas sólo me cabe repetir lo que cuestioné en mi comentario inicial, vale decir la afirmación de que «en el último plebiscito se agregaron más de 5 millones de votantes que ciertamente muy poco sabían de qué se trataba la Carta Magna definida por la Convención Constitucional. Los que, en su desgano por la política y molestia por las demandas populares no satisfechas, terminaron desaprobando la nueva institucionalidad propuesta.» El problema es que no hay forma de saber qué información manejaban esos más de 5 millones de ciudadanos ni cómo votaron. Así, cuando hacemos afirmaciones como la citada, estamos incurriendo en lo mismo que hacen los medios de comunicación que criticamos.
Serafín Rodríguez says:
P.S. Sugiero leer «¿Por qué los pobladores no participan en política?»de Fuerza Pobladora en ese medio. A lo mejor se les cae la chaucha a algunos.
Felipe Portales says:
Pero es un hecho obvio de la causa que -como bien lo señala Juan Pablo- mientras subsista la gigantesca concentración del poder comunicacional en manos de los grandes grupos económicos, no habrá efectivo acceso a la información pública ni tampoco posibilidad de expresarse para la gran mayoría de la población. Ambas, condiciones completamente necesarias para el funcionamiento de una democracia y que no requieren «investigaciones» para corroborarlas. De todas formas -para fines ilustrativos- podemos preguntarles a nuestros familiares, amigos y conocidos si saben que el liderazgo de la Concertación le regaló solapadamente a la derecha la mayoría parlamentaria en 1989; o si saben por qué razón fueron quebrando uno a uno todos los medios escritos de centroizquierda bajo los gobiernos de la Concertación; o si conocen el «caso Clarín»; o si saben quien firma la Constitución actualmente vigente en Chile; o si saben cómo evaden impuestos los más ricos; o si saben que decenas de políticos y altos funcionarios de la Concertación han formado parte de directorios de empresas e instituciones de grandes grupos económicos; etc. etc.
Serafín Rodríguez says:
La falta de información relativa a cuestiones de interés público por parte de la gente no sólo se debe a lo que puedan o no publicar los medios de comunicación. Hay múltiples razones para ella. Sin desmerecer la importacia relativa que tienen los medios de comuncación, el problema es creer que es lo único y crucialmente determinante.
Serafín Rodríguez says:
La problema es que el cuarto poder, por monopolizado que esté, no funciona solo sino que requiere un alto grado de bienestar social para la gran mayoría del país, algo inexistente en Chile. En vez de basarse en supuestos para justificar los fracasos políticos se haría bien en en investigar empíricamente sus razones. Es lo que correspondería.
Felipe Portales says:
Ya lo decía Mark Twain: «Es más fácil engañar a la gente, que convencerla que ha sido engañada». Es lo que ha pasado en nuestro país desde 1989 en que el liderazgo de la Concertación le regaló solapadamente la futura mayoría parlamentaria (que tenía segura de acuerdo al articulado de la Constitución original del 80) a la derecha, a través de las reforma de los quórums parlamentarios efectuada ¡con el desconocimiento de la población!, insertada sin ser especificada en el «paquete» de 54 reformas constitucionales concordadas entre los liderazgos de la Concertación, de la derecha y Pinochet en julio de 1989 y plebiscitada a fines de mes…
Gino Vallega says:
Chile, país de borregos en cuanto a política contingente, es un término ya usado por años. Convencer a sus autores que no es así, es tarea de aquellos que se sienten ofendidos por tal metáfora. Esos millones de indiferentes al convivir político del país, no aportan a la democracia, al contrario, pueden entorpecerla por sus votaciones sinsentido respecto al tema a definir. Personalmente, prefiero el voto personal ó grupal, emitido por personas interesadas en el asunto; NO, al voto obligatorio, de manada, de borrerguismo.
Serafín Rodríguez says:
«Beee…» —dicen que dijeron y agregaron «Pero igual elegimos a Piñera dos veces cuando nadie nos obligaba a votar. Además, hemos elegido libremente a todos los gobierns de posdictadura!» Y a falta de papel confort, se refregaron contra unas ramas para deshacerse de las cascarrias secas que les colgaban debajo de la cola.
Felipe Portales says:
Con el total monopolio de un sector de los grandes medios de comunicación, es evidente que dicho sector controla el país; más aún cuando su principal «opositor» está subordinado a aquel…
Serafín Rodríguez says:
Es decir, Chile es mayoritariamente un país de borregos!
Diego Barahona says:
Yes sir.
Por eso decidi no sacar NUNCA MAS un pasaporte del paisito con un presidente completamente desprestigiado en la izquierda latinoamericana.
Le recomiendo lea cuando Einstein califico el universo y la imbecilidad humana com infinitas aunque aseguro de que no estaba seguro en lo del universo
Felipe Portales says:
Como bien lo señala Juan Pablo Cárdenas -¡víctima directa!- los gobiernos concertacionistas-nuevomayoritarios desarrollaron una política de virtual exterminio de TODOS los medios escritos de centroizquierda; una tenaz (¡y corrupta!) política para impedir que «Clarín» renaciese; lograron -indirectamente- la privatización del Canal de la «U»; y «neutralizaron TVN, entre muchas otras acciones destinadas a entregarle a la derecha un virtual monopolio de los medios masivos de comunicación. La explicación -que la generalidad desconoce o no quiere ver- es la total derechización experimentada por el liderazgo de la Concertación a fines de los 80; y que fue crudamente reconocida por el principal «arquitecto» de la «transición»: Edgardo Boeninger; en su libro «Democracia en Chile: Lecciones para la gobernabilidad»; Edit. Andrés Bello, 1997. Y que está en PDF. Ver especialmente pp. 367-373.
Serafín Rodríguez says:
¿Y de esto se seguiría que en Chile tenemos más de 5 millones de ciudadanos «que ciertamente muy poco sabían de qué se trataba la Carta Magna definida por la Convención Constitucional» de los 7.891.415 que votaron Rechazo y 4 859 103, casi 5 millones más que votaron Apruebo que sí sabían de qué se trataba la custión?
Diego Barahona says:
Y sigue con el hueveo, lo interesante seria saber cuantos leyeron la Nueva Constitución y que entendieron mas alla de su nombre.
No siga mostrando la hilacha y exponiendo su imbecilidad ignata
Serafín Rodríguez says:
Según el autor de ese artículo, «en el último plebiscito se agregaron más de 5 millones de votantes que ciertamente muy poco sabían de qué se trataba la Carta Magna definida por la Convención Constitucional. Los que, en su desgano por la política y molestia por las demandas populares no satisfechas, terminaron desaprobando la nueva institucionalidad propuesta.»
Es decir, alrededor de 5 millones de los 7.891.415 ciudadanos que votaron Rechazo «ciertamente muy poco sabían de qué se trataba la Carta Magna definida por la Convención Constitucional.»
Sería interesante saber en qué estudio se basa esta información que el autor califica como cierta, cuáles son sus bases empíricas, tal como corresponde a un periodista y académico que se supone serio y responsable.
Diego Barahona says:
NO SE PONGA MAS HUEVON DE LO QUE ES SERAFIN POMPIN