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Nos queda una generosidad enorme y extendida de aquella forma que lo hacen los que cantan bonito. No queda duda que por largos tiempos uno que abraza a la vida de diferentes maneras… pero con las canciones son una cosa enorme y diferente.

Me habría gustado mucho que hubiera sido el hermano mayor, ese que te dice que hacer en los momentos más fundamentales de la vida que se inicia para ir a tirar piedras al río y comer manzanas verdes con sal.

Y nos llenó a todos de la poesía fundamental. Conocimos a Martí, ese mismo con el que habló el abuelo de Silvio.

Fue un inventor y no de las máquinas que hacen que el dinero corra a raudales. Fue un arquitecto y levantó una casa en un árbol que nos permitió ver el mundo desde una esquina, la más justa, esa donde nacen los proyectos que deberían durar muchos soles y lunas con todos sus tamaños.

Nos abrazaremos a todos sus inventos y a esos manifiestos donde la vida no vale nada y sabremos que hay tantas Yolandas, cada día más bellas y necesarias para que la vida fluya. Tantas veces que caminé silvando yo no te pido que me bajes una estrella azul mientras la noche eterna azotaba a esta larga franja de tierra. Como abrigabas mi alma de insurrecto también con las de otros revoltosos.

Santiago estará siempre ensangrentado y lo miramos con los ojos de Miguel porque así está construida, como te agradece la memoria de estos días, como veo los cerros más húmedos en esta hora, como cae calmada una lágrima en la mesa diaria y cotidiana.

No serás jamás un libro viejo en alguna biblioteca donde juegan para la eternidad Lorca, Hernández, mientras Neruda prepara su caldillo de congrio y a lo lejos el viejo De Rokha vende sus libros entre almaceneros de los pueblos que miran a la estación de trenes

Asunto serio fue ser el trovador de una revolución con Fidel, eso es serio por decirlo de alguna manera cuando hay que colocarle poesía a los barbudos que bajaron de Sierra Maestra, esos necesarios para siempre en todos los tiempos.

Esta hora marca la camisa querida y herida que se aleja, sentido por no poder ayudarte mientras recorres caminos desconocidos por nosotros que te vemos partir. No sabemos si te subirás a una barca para navegar mares violentos o calmados para que sigas batallando con las letras indispensables.

Gracias por haber estado en los pasillos de todas las cárceles y en los callejones de los campos de concentración escondido para iluminar el mate y los planes de tomarse el mundo en un asalto de locura. Te contaré que cuando uno de los insurrectos entre mate y mate nos contó de aquella canción de un hombre preso mira a su hijo, en ese momento, en esos instantes nos hicimos más valientes y de verdad te lo digo, asunto de veras.

Gracias Pablo por haber pasado con tu vida, regando y regalando a gusto lo que sencillamente se necesita para vivir, creo que esperanza se llama y habita en cada gesto, pero que estará la bolsa del pan de los pobres.

Gracias Pablo.

 

Por Pablo Varas

 

 

Escritor

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