Misoginia
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La aversión u odio hacia las mujeres, ha cruzado la historia de la humanidad. Recaló en Chile con la llegada de los invasores españoles. Alegaban traer la cultura europea, destinada a civilizar esta región de bárbaros idólatras. Nuestros pueblos originarios, por norma, no son misóginos y ello, lo han demostrado a través de la historia. Las mujeres mapuches, por ejemplo, han sido activas participantes en la vida económica y cultural de su pueblo.
Todo este sucinto preámbulo se ofrece, para señalar la diferencia de trato que tienen nuestras mujeres, en la vida actual. Una y otra vez, por ejemplo, en el Congreso Nacional, los senadores y diputados de la derecha, han demostrado su aversión y odio hacia la mujer. Como si fuesen sido educados bajo esa modalidad. Es conocido el caso de Johannes Káiser, diputado de los Republicanos, quien desde que aprendió a hablar, despotrica en contra de los inmigrantes —¿incluye aquí a su familia?— a las mujeres y a quienes tienen la piel oscura. Este personaje parlanchín, posee lengua de jirafa, por ser una de las más largas del reino animal. Mide 50 centímetros y es negra como el betún. Junto a este individuo, se perfila con luces propias, el ginecólogo aficionado y también diputado, Gonzalo de la Carrera. De su misma vertiente ideológica, denostó a su colega Emilia Schneider por su condición sexual, y aventuró dudas sobre su menstruación.
Hace un par de semanas, una desenfrenada misoginia, se descargó en contra de la diputada Karol Cariola. Ella, como integrante del Partido Comunista, aspiraba a ser presidenta de la Cámara de diputadas y diputados. Sin embargo, la furiosa arremetida de la derecha, incluidos amarillos y otras colectividades en franca descomposición, frustraron su nombramiento. Así, una vez más, se expuso la excedida misoginia, en contra de quien ha demostrado coraje y sabiduría, como parlamentaria.
La derecha, siempre se ha declarado dueña de Chile. Lo dice, lo justifica y lo defiende, porque alega que arriesga el capital. Cuando la doctora Izkia Siches, trató de infelices a los miembros de los partidos de derecha, los afectados la acusaron de insensata y de ofender su dignidad de próceres. Se desató su enfermiza misoginia y algo de ignorancia, sobre el significado de las palabras. Jamás nadie los había tratado así, utilizando una expresión de uso cotidiano. Izkia Siches, soportó la cobarde envestida, y pidió disculpas. No debió haberlo hecho. Al asumir como Ministra del Interior en el gobierno de Gabriel Boric, las serpientes de cascabel, hijas de la oligarquía, se encargaron de destruirla. Jamás le habían perdonado su franqueza, el desenfado de quien habla con la verdad y no se amilana en exponerla. Expertos en montajes al servicio de las castas, siguieron sus pasos y se encargaron de hacerle zancadillas y encerronas, a donde concurría.
Ahora, la diputada Karol Cariola, se suma a la extensa lista de mujeres vilipendiadas por su posición política, feminismo y cultura. Los infelices, felices de su labor, han logrado una vez más, imponer su criterio. Por algo, han sido educados, para servir a la elite. Vestidos de alcahuetas y beatas al servicio de la oligarquía, se regocijan de su labor. Han logrado sus objetivos, por enésima vez y se vanaglorian de ser, desde siempre, enemigos de la verdad. A modo de continuar su desenfrenada y enfermiza misoginia, reprocharon en estos días, la designación de Beatriz Sánchez, como embajadora en México. En calidad de talibanes, miran a Afganistán, como modelo de sociedad a seguir. Esta semana, en el congreso, la diputada Carmen Hertz, les gritó a sus colegas de la UDI: “Cállense jauría”, cuando la manada de hienas, la interrumpía, utilizando sarcasmos y mofas de niñitos mal criados. Doña Carmen; en la próxima oportunidad, dígales: zascandiles, zarracatines o chisgarabís, para mantenerlos ocupados, consultando el diccionario. Esta derecha garduña, acostumbra a usar el Congreso, para defender a sus patrones.
Por Walter Garib
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