La huelga general y un intento para resucitar el Frente Popular en Francia
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Francia, junto a los países del sur de Europa, (España, Italia y Portugal), está sufriendo una radical crisis económica que amenaza con una grave recesión, no lejana a la depresión de la economía. La bencina y los demás derivados del petróleo y del gas natural no sólo escasean, sino que también y en muchos de las distribuidoras carecen del combustible, provocando aglomeraciones de vehículos que, en muchos casos, alcanzan varios kilómetros.
Las refinadoras, pertenecientes a Total y ExxonMobil, han amasado enormes riquezas a raíz del alza del petróleo y sus derivados; por otra parte, los Sindicatos de la CGT y de Fuerza Obrera impulsan huelgas en las refinerías, demandando aumento de salarios, considerando que es muy justo que los trabajadores también sean partícipes del alto precio del petróleo y sus derivados.
El Presidente de Francia, Emmanuel Macron, es minoritario en la Asamblea Nacional, y se encuentra en una encrucijada similar a la que dio lugar a la rebelión de los “Chalecos Amarillos”. En las actuales movilizaciones, además, se han agregado algunas Organizaciones de trabajadores y consumidores, representativos de la sociedad civil. El conjunto de fuerzas populares se movilizó bajo el eslogan de “la lucha contra la vida cara y la pérdida del poder de compra”.
El líder de La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, aspira a emular los éxitos de la unión de la izquierda del antiguo Frente Popular, (Primavera de 1936 hasta 1938, además, del Mayo 1968), a fin de poner fin al “reparto del poder entre Macron y la ultraderecha de Marine Le Pen. Así la historia no se repita, hay elementos del Frente Popular francés que pueden ser válidos para una comparación histórica.
Los efectos de la depresión económica norteamericana, (1929, Wall Street), llegaron a Europa, (1931), destruyendo las monedas nacionales como efecto de una hiperinflación. En esa época, Chile fue uno de los países que más resintió la crisis de 1929, pues los índices de pobreza llegaron a niveles apocalípticos.
La derecha francesa, (monárquica y republicana fascista), surgía de la fuente del antisemitismo, que se radicalizó en el “asunto Dreifus”, y aprovechó la crisis con la intención de destruir los gobiernos radicales de la III República (la corrupción de los ministros y dirigentes y funcionarios radicales abrió el camino a las ligas fascistas). El estafador Alejandro Stravinsky fue descubierto en el fraude al Fisco, en complicidad con estos “personaje” radicales y, sospechosamente, el cadáver de Stravinsky fue encontrado en Alto Saboya, y el informe policial sobre el caso achacó su muerte al suicidio.
El 6 de febrero de 1934, las ligas ultraderechistas llamaron a tomarse el Palacio Borbón, (sede de la Asamblea Nacional hasta hoy), entre las cuales destacaban los Camelots du Roi, la Acción Francesa, (monárquicos), dirigidos por Charles Mauras, también los ex combatientes de la Primera Guerra Mundial, aglutinados en el movimiento “las Cruces de Fuego”, dirigidas por el coronel Francois de la Roque. Estas Ligas, en último instante, decidieron abstenerse de tomar la Asamblea Nacional y de masacrar a los diputados. El coronel De la Roque dio la orden a sus seguidores de detener la manifestación y de marcharse a su casa.
En el V Congreso de la Internacional Comunista se decidió abandonar la estrategia de lucha de clase contra clase, acusando a los socialdemócratas de social-fascistas, caballos de Troya de la ultraderecha. El búlgaro Georges Dimitrova diseñó la estrategia de los Frentes Populares, una alianza con los dos grandes partidos obreros y las Centrales Sindicales, que debían unirse con los partidos políticos burgueses, (radicales y republicanos), para evitar el triunfo del fascismo y del nazismo, (incluso, el líder comunista francés, Maurice Thorez, abrió la mano en señal de unidad con los cristianos).
Entre 1936 y 1939, Hitler avanzó hacia la otra orilla del Vale del Rin, luego anexó Austria, posteriormente, Checoslovaquia y, finalmente, Polonia. Por su parte, Benito Mussolini emprendía la aventura africana de expansión, en Etiopía y Libia. En España, en 1936 los militares se rebelan contra la II República española, (usaba el mismo nombre del Frente Popular francés).
Los militantes comunistas y socialistas franceses, haciendo caso omiso del sectarismo de sus direcciones, se unieron para marchar hacia la Plaza de la Nación, entonando la Internacional y la Marsellesa, siguiendo el discurso de unidad entre la SFIO, el Partido Comunista y el Partido Radical, encabezados por Leon Blum, Maurice Thorez y Edouard Daladier.
En abril de 1936 la izquierda más los radicales, lograron la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional y, como la SFIO, partido mayoritario del Frente Popular francés, le correspondió a Leon Blum asumir el cargo de Primer Ministro.
Por su parte, los obreros decidieron tomarse las fábricas ante el temor de ser traicionados. El episodio de la toma de fábricas abrió el camino para que las mujeres apoyaran a sus maridos obreros, generándose verdaderos carnavales dentro de las fábricas tomadas, al compás del acordeón y de otros instrumentos, (cuando las mujeres se ausentaban, los hombres bailaban entre ellos).
Blum, a un mes de la elección asumió el cargo de Primer Ministro, obligando a los empresarios a discutir con los obreros en el Palacio de Martignon; el Acuerdo al cual llegaron incluía: el alza de los salarios, la disminución de las horas de trabajo, de 48 a 40 horas y las vacaciones de 15 días hábiles pagadas. Por primera vez, en la historia de Francia obreros y sus familias podían ver el mar y la montaña.
La derecha no podía soportar que el gobierno estuviera en manos de un judío, y las calumnias en contra del Primer Ministro, Blum, y su Ministro del Interior Roger Salengro, (se suicidó al verse presionado por las calumnias de la derecha, que lo acusaban de haber desertado en la Primera Guerra Mundial).
El peor drama del gobierno de Blum dice relación con el haber negado el apoyo a los republicanos españoles en su lucha contra Francisco Franco, cumpliendo el pacto de no intervención en la guerra civil española, firmado por italianos, franceses, alemanes e ingleses. Los nazi-fascistas no sólo no respetaron el pacto, sino que también bombardearon ciudades civiles, como es el caso de Guernica.
Leon Blum había sido un crítico literario de muy alto nivel, sin embargo, entró a la política para combatir el fascismo; en 1938 el Frente Popular ya estaba derrotado, pues el Partido Radical había tomado el poder con Edouard Daladier, que privilegiaba a la derecha en detrimento de la izquierda. El Partido Comunista, por su parte, que no había sido parte del gobierno del Frente Popular, comenzó a ser perseguido por la derecha, que tomó el gobierno en Vichy, con el mariscal Philippe Pétain, en colaboración con los nazis.
El Frente Nacional colaboracionista con los nazis acusó al Frente Popular, con Leon Blum a la cabeza, de haber sido el culpable de la derrota de Francia en la “guerra de Europa”, (drole de guerre), y la defensa de Blum fue brillante, demostrando que “la derecha francesa siempre ha colaborado con el fascismo-nazismo”.
El Frente Popular que existió en Francia, España y Chile fue, en su época, el más importante intento de unión de la izquierda para detener el fascismo, sin embargo, el fin del Frente Popular español se dio por la derrota en la guerra civil contra Francisco Franco; en Francia, a raíz de la invasión nazi, que abrió las puertas al colaboracionismo; el caso de Chile, fue el único Frente Popular que abrió el camino al Frente Nacional, con el Presidente de la República, Juan Antonio Ríos, del Partido Radical.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
29/10/2022