Un adormecido 18 octubre 2022 en Valparaíso
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Pese a que las causas de fondo que provocaron la enérgica explosión de rebeldía popular el 2019 continúan inalteradas y, más aún, las dificultades materiales para la sobrevivencia de la mayoría de los chilenos y chilenas se agudizan día a día con el alza del costo de la vida, la poca concurrencia a conmemorar y manifestarse en el tercer aniversario del 18 de octubre acá en Valparaíso es una muestra concreta de cómo se desarticuló, dividió y fragmentó el movimiento social rebelde de octubre del 2019 con el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución en primer lugar, y posteriormente con la pandemia de coronavirus que permitió al gobierno instaurar una especie de “dictadura sanitaria” con confinamiento obligado y control militar. El aislamiento, el miedo y la virtualidad, elementos que formaron parte de estas medidas sanitarias, siguen aún estando presentes.
Como decía una pancarta que portaba una manifestante en esta jornada de protesta del 18 de octubre del 2022, “Chile Se Durmió”.
Lo que si mantuvo su masividad fue el gran contingente policial acompañado de sus numerosos vehículos represivos para el “control del orden público”. Esto, aun cuando estemos acostumbrados a observarlo cada vez que el pueblo sale a manifestarse y protestar en las calles, no deja de llamar poderosamente la atención en relación con el clamor de la ciudadanía que denuncia cotidianamente la carencia de efectivos policiales que controlen y combatan efectivamente el narcotráfico y la delincuencia en las poblaciones, en los diferentes sectores de la región y del país en general.
En esta movilización la gran mayoría de los manifestantes eran muchachas y jóvenes secundarios, muy pocos universitarios, llamando poderosamente la atención la ausencia de organizaciones sociales como la Coordinadora No+AFP, la Coordinadora 8M y otras colectividades feministas, los movimientos ambientalistas, las organizaciones gremiales de diferente índole, del ámbito de la educación, de la salud, organizaciones sindicales, etcétera.
Buscando aventurar algunas causas de este “adormecimiento”, se puede plantear como primera hipótesis que en prácticamente todas estas organizaciones que no estuvieron presentes en la conmemoración del tercer aniversario de 18 de octubre, sus dirigentes se identifican o son militantes de los partidos de las coaliciones que hoy están en el gobierno y al parecer están preocupados de no “hacerle olitas” a Boric, aun cuando “tras bambalinas” reclama por las políticas represivas que en nada se diferencian de la implementadas por Piñera, como lo es la militarización y la aplicación del estado de emergencia en Wallmapu, y las medidas políticas, económicas y sociales que favorecen al bloque dominante.
Por otro lado, y a mi parecer una de las causas fundamentales de este momentáneo adormecimiento o reflujo del movimiento social rebelde, es el de la aceptación del itinerario institucional fijado desde los partidos políticos y las elites dominantes con el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, que normaron y delimitaron el campo institucional electoral dentro del que se podía participar. Las energías que hicieron tambalear las instituciones y el gobierno de Piñera se disiparon y se volcaron a sucesivas y variadas contiendas electorales que estabilizaron el sistema de dominación.
Otro factor relevante dice relación con la izquierda anticapitalista y antipatriarcal que transita por caminos extraparlamentarios, que está conformada por organizaciones y colectivos atomizados y dispersos que carecen de la capacidad organizativa para coordinarse y aunar esfuerzos en pos de levantar un programa y una alternativa a los caminos institucionales electoralistas emanados desde el bloque dominante, lo que se transforma en un factor más en la escasa capacidad de convocatoria que se pudo observar en esta movilización del 18 de octubre, que estuvo muy lejos de ser una multitudinaria y potente jornada de protesta nacional .
Volviendo al punto anterior relacionado con el Acuerdo por la Paz, del desarticulado oasis de Piñera se pasó rápidamente al espejismo de la Convención Constitucional, espacio institucional donde durante un año las convencionales y los convencionales elegidos se fueron poco a poco convirtiendo en una pálida copia de las y los parlamentarios que despreciaban, utilizando el condimento del quórum de los 2/3 para cocinar el articulado de la nueva Constitución, preocupándose así de llenar el borrador de dicho texto con palabras de buenas intenciones, adornadas de derechos sociales, identitarios y plurinacionales, que carecían de los recursos necesarios para ser llevados a la práctica al no aprobar la nacionalización de los recursos naturales -como el cobre y el litio, por ejemplo- y mantener inalterados los Tratados Comerciales Internacionales, que habían quedado fuera de toda discusión como establecían las propias normas fijadas desde el bloque dominante a la Convención.
Además, si se hubiese aprobado el borrador del nuevo texto constitucional, este texto quedaba a la entera disposición del actual Parlamento para realizar los cambios o readecuaciones que estimara conveniente, como había sido definido en las normas transitorias acordadas por los propios convencionales. Esta cuestionable situación que podía haberse presentado de ganar el Apruebo, quedó descartada rotundamente con el aplastante triunfo del Rechazo en el Plebiscito de Salida del 04 de septiembre pasado.
El remezón fue de tal magnitud, que del optimismo desmedido y la arrogancia se pasó a la depresión y al duelo frente a esta pérdida. Los síntomas primarios del duelo siguen manifestándose todavía y la negación de lo ocurrido parece haber nublado la vista de quienes siguen embobados con la idea de un nuevo proceso constituyente, aún, cuando en esta ocasión, serán los expertos cocineros de la casta política institucional quienes lo llevarán adelante, de la manera que ellas y ellos decidan implementarlo.
Por su parte, el gobierno de las coaliciones Apruebo Dignidad y Socialismo Democrático encabezado por Boric se ha deslizado continuamente hacia el denominado “centro político”, transformándose con su práctica concreta en una versión actualizada de la ex Concertación. Es decir, un nuevo gobierno acorde con los planteamientos ideológicos de la derecha política tradicional, que preservará el sistema de dominación capitalista en la versión neoliberal que sigue vigente en nuestro país.
De esta manera, el modelo neoliberal sigue “vivito y coleando”, como se dice coloquialmente, a pesar de la verborrea “progresista” que pregonaba que Chile sería “la tumba del neoliberalismo”.
Si bien se observa un continuo adormecimiento en las sucesivas movilizaciones que se han venido desarrollando, son nuevamente los estudiantes secundarios quienes han comenzado una vez más a reimpulsar las movilizaciones y, teniendo en cuenta como decía al inicio de esta reflexión que las causas estructurales o de fondo que motivaron la explosión rebelde del 2019 siguen presentes y se han profundizado, no se puede descartar más adelante un nuevo despertar de rebeldía y violencia popular.
Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 19 octubre 2022