A un mes del plebiscito: discusión constituyente se estanca en el Congreso y aún no establece itinerarios
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Reforma constitucional que iniciará un nuevo proceso constituyente debe ser aprobada por el Congreso; de esta forma parlamentarios de ambas cámaras delinean plazos y facultades, formando una nueva cocina sobre el órgano constituyente que todavía no llega a un acuerdo concreto.
Esta semana, se cumplió un mes exacto desde los resultados del plebiscito de salida de la nueva Constitución, en el cual se rechazó la propuesta emanada desde la convención constituyente. Desde entonces, la continuidad de ese proceso recayó exclusivamente en manos del Congreso, a quien el presidente Boric le otorgó la potestad de decidir los plazos, mecanismos de elección y bordes de funcionamiento de una nueva convención.
El día de ayer, se desarrolló otra de las jornadas de discusiones entorno al proceso constituyente en el Congreso. Si bien el presidente del Senado, Álvaro Elizalde, ha señalado avances positivos, el proceso parece entramparse en el debate mientras el reloj avanza y corre.
El Servel necesita al menos 145 días para preparar un proceso electoral. Pero antes debe resolverse la discusión, tramitarse el proyecto, aprobarse y promulgarse. Desde el oficialismo se busca evitar realizar las elecciones de constituyentes en paralelo con las municipales.
«Estamos más cerca de un acuerdo de lo que estábamos hace una semana, porque, por lo menos, hemos distinguido los puntos donde es necesario resolver las diferencias, pero todavía estamos lejos de un acuerdo…«, comentó Elizalde.
Según anticiparon desde el oficialismo, tras despachar un documento que trace las reglas de una nueva Convención, este se llevará a tramitación en el Congreso y allí elaborar indicaciones de carácter más político. Un proceso que puede tomar meses.
Además, con el fin de generar acuerdos transversales entre parlamentarios, se acordó establecer ciertos marcos sobre los cuales el nuevo órgano constituyente pueda accionar. Estos en un principio fijaban el carácter unitario del Estado o la separación de los poderes. Sin embargo, estos bordes han mutado, e incluso se ha planteado la subsidiariedad del Estado.
Otro de los temas que irrumpió en la discusión, y que parecía zanjado, fue el del quorum necesario. Parlamentarios de derecha defienden los 2/3. Por el contrario, desde el oficialismo se argumenta que incluso en el Congreso, tras la reforma presentada por los DC, Rincón y Walker, se rebajaron los quorum a 4/7 para reformas constitucionales.
«Hay diferencias gruesas con Chile Vamos, que hoy son un freno para poder lograr un acuerdo y quiero señalarlo honestamente (…) hay ciertos elementos que deben ser debatidos democráticamente porque son el corazón de la discusión pública en Chile, por ejemplo la propiedad sobre el agua, el lucro de las Isapres, de las AFP. Si esos elementos quieren amarrarse para el próximo proceso, no vamos a tener un proceso sano, democrático y honesto con la ciudadanía», explicó el diputado Diego Ibáñez (CS).
Serafín Rodríguez says:
Perfectamente predecible y tal como anticipamos en varios comentarios… Así es como se van Imponiendo los poderes fácticos a través de sus representantes institucionales.
Serafín Rodríguez says:
Somos todos neoliberales! Si alguien no lo es, que lo diga!
Gino Vallega says:
Tal vez el secretario USA, Blinken trajo la NC desde el más allá Norte, que les ordena ; la derecha azul no quiere cambios; la derecha celeste quiere CARGOS; los «rosadito-verdosos» nadan como renacuajos en vías de su metamorfosis; los colorados desaparecieron en la tormenta S-4. En el intertanto, si, el TPP 11 avanza, achica las fronteras del «condado» de Chile, que le queda definir si los «originarios» que NO son «descendientes de ingleses» son seres humanos o no. Vamos bien , dice la araña de los Rincón y la aplauden la «malahijaParada» y el Guarén Wernken.
Felipe Portales says:
Y mientras tanto, se aprobará el TPP11 con lo que la «nueva Constitución» quedará todavía con mucho más «bordes» de los que quiera imponer la derecha más tradicional, con la solapada complacencia de la otra derecha. ¡Qué ridículo!