Un embajador masajista
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A partir del golpe militar de 1973, la embajada de Chile en España, se convirtió en centro del espionaje. Desde ahí se vigilaba a los exiliados en Europa. La han dirigido personajes atrabiliarios, dados a la polémica. Entre ellos, Enrique Campos Menéndez, el cual fungía y posaba de escritor. Augusto Pinochet, empeñado en rodearse de intelectuales nacionalista y sumisos al régimen, lo destacó y terminó por otorgarle el Premio Nacional de Literatura en 1986, desplazando al novelista José Donoso. También el dictador, galardonó al poeta Braulio Arenas, concediéndole el Premio Nacional de Literatura, quien vivía obsesionado por ganarlo. Braulio Arenas se unió a la sedición y no le tembló la mano, al escribir un poema rastrero, exaltando la felonía. Una semana antes del golpe, concurrió a la editorial estatal Quimantú, a entregar originales de su obra inédita y a cobrar derechos de autor.
Quienes conocían al presumido Enrique Campos Menéndez, aseguraban que sólo había escrito un librito de cuentos desteñidos, ensayos precarios y algunas proclamas nacionalistas. Que sus obras en general, donde hay novelas, las pergeñaban sus amanuenses, entre ellos, un novelista de Punta Arenas y otro escritor chileno, radicado en Argentina. Dentro de sus gustos políticos, admiraba a Francisco Franco y a José Antonio Primo de Rivera, a quienes consideraba héroes de la dignidad. Años después, siguiendo la tradición, Sebastián Piñera, el rey de la incertidumbre, nombró como embajador en España, al escribidor Roberto Ampuero, quien había sido también, ministro de relaciones exteriores y embajador en México. Ampuero, en su calidad de admirador de Corín Tellado, entinta la pluma con melodramas y cahuines, mientras se deja seducir, por la cursilería pegajosa y gemidora, que suele llamarse cebollenta.
Ahora, el presidente Gabriel Boric, nombró embajador en España, al abogado Javier Velasco. Quizá, para seguir la tradición de sus antecesores, escriba en sus ratos de ocio, pero nada se sabe acerca del tema. Como si la sede de la embajada chilena en España estuviese embrujada y penan los personajes de novelas de misterio, el señor Velasco, hizo público su profesión de masajista de los pies. Nada se sabía en la cancillería chilena de esta anónima actividad del abogado Velasco. En una demostración de sus ocultas destrezas hedonistas, se dedicó en el automóvil de la embajada, a hacerle a su pareja, masajes en los pies. Arte pedestre, cuya antigüedad, se remonta a miles de años. Un buen masaje de esta índole, puede estimular aquellas terminaciones nerviosas relacionadas con los órganos sexuales, despertando el dormido deseo carnal. Así, los involucrados, tendrán un momento de lujurioso placer, y el automóvil fiscal, se habría convertido en el lecho cómplice, donde florece el encuentro del amor.
Alrededor de 1983, se presentó en la embajada chilena en Madrid, una escritora española. Estudiosa de la obra de Gabriela Mistral, quería conocer antecedentes de la poeta, quien estuvo a cargo del consulado en Madrid, entre 1933-1935. La atendió el agregado cultural, un folclorista servil a la dictadura, quien se comprometió a buscar datos sobre la poeta. A la semana, regresó la escritora española a conocer los resultados de la investigación. “Lo que he podido averiguar señora -anunció el folclorista- es que no tenemos datos de doña Gabriela Mistral. Su nombre es por completo desconocido en nuestra sede. Sí, hay antecedentes de una mujer llamada Lucila Godoy Alcayaga, quien ejerció el cargo de cónsul en Madrid, entre 1933-1935”.
Si existiera sensatez y prudencia, el gobierno debería remover al embajador Javier Velasco. Nada de tolerancia hacia quien, movido por su liviandad y desatino lujurioso, ha confundido sus obligaciones de embajador. Nadie le impide en la privacidad de su alcoba, imitar al Marqués de Sade o leer el Kamasutra. En Chile, bien podría instalar una casa de masajes a los pies, para atender a los futbolistas de la selección nacional. Desde hace meses, los querubines, ignoran cómo hacer goles y desperdician hasta los pénales.
Por Walter Garib
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ANTONIO PIZARRO says:
En Chile tenemos una excelente Academia Diplomática ……
Agrego : excelente academia en que la mayoria de sus egresados pertenecen a la misma casta politica conservadora
La misma clase cuyo origen y patrimonio pertenecen a la burguesia criolla y adinerada
A que Chile van a representar ?
A las grandes mayorias del Chile de hoy ?
A los excluidos del sistema , a nuestros ciudadanos valientes hoy presos tras la rebelion popular de Octubre ?
A quienes van a representar los de esa excelente academia diplomatica?
Hugo Bauer says:
Yo encuentro que es una pésima costumbre en Chile designar «embajadores polítcos», es decir apitutados del gobierno de turno, con la mas absoluta ignorancia de que es la diplomacia, el protocolo etc. Por lo menos deberían darles un cursillo rápido y elemental de que se trata. En todos los «países serios», los embajadores son diplomáticos profesionales. Lo mismo debería ser en Chile. El embajador no es un representante del gobierno de turno, sino que un representante de Chile. En Chile tenemos una excelente Academia Diplomática, ahí tienen un rigoroso exámen de selección y sus egesados son «de lujo». Porqué no ponen a ellos de embajadores? (bueno, la mayoría de los embajadores de Chile lo son, creo que son sólo 20 los cargos a repartirles a los apitutados y no a personas que nos dejan en ridículo como este Sr. Velasco.