¿El triunfo del sujeto neoliberal en Chile?
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En consecuencia, la pregunta sobre si el sujeto neoliberal triunfó con el resultado del pasado 4 de septiembre, la respuesta es no, ya que ese sujeto seguirá viviendo una vida con muchísimo malestar, contra todas las instituciones, por no poder tener una vida digna para poder desarrollarse, la cual lamentablemente no fuimos capaces de darle una respuesta clara y creíble, no solo desde la Convención, sino de parte de muchos que creíamos que el apruebo si o si sería la opción que elegirían las y los chilenos.
Nos encontramos como país en un momento bastante extraño, en donde el fracaso del proceso constituyente, nos ha dejado con muchas más preguntas que respuestas y con muchas interrogantes para el futuro próximo, más allá de que la derecha política chilena asuma que lo pasado el 4 de septiembre sea un triunfo para su sector y el fin del llamado octubrismo.
Lo planteo, ya que esta derrota histórica para los sectores más transformadores del país, nos debiera hacer reflexionar, no solo sobre los errores cometidos, tanto por los partidos políticos progresistas, los movimientos sociales y la misma Convención Constitucional, sino también sobre la importancia de una subjetividad neoliberal chilena, que pareciera ser mucho más profunda de lo que creíamos.
De ahí que si algo tuvo de positivo este plebiscito de salida con voto obligatorio, fue la enorme participación de chilenas y chilenos, los cuales si bien rechazaron por muchas razones, tanto por el texto, el proceso constituyente mismo como por la situación país, nos mostró que esos millones de nuevos votantes tienen algo en común, que es un completo malestar de lo político y de sus instituciones.
Es lo que conocemos como sujeto neoliberal, el cual no se identifica como de derecha o de izquierda, ni como conservador o progresista, sino que se identifica con una forma de vivir totalmente despolitizada, en donde el esfuerzo individual, el mérito, el sacrificio, la competencia, el emprender y el consumo, se han transformado en el único mundo posible, en contraposición a cualquier tipo de alternativa que se presente como colectiva, comunitaria o colaborativa.
Se podrá decir que no es algo particular de la sociedad chilena, no obstante, no hay que olvidar que Chile fue el primer país en el mundo en implementar políticas neoliberales, mucho antes que la mayoría de los países, y en contexto dictatorial, siendo capaz de dejar una constitución a la medida de una doctrina económica fundamentalista impulsada por los llamados Chicago Boys.
Además, por si fuera poco, el neoliberalismo desde la vuelta a la democracia en adelante, no solo no se modificó, sino que se profundizó brutalmente por gobiernos de centro izquierda por 20 años, lo que terminó por instaurar y naturalizar una cultura neoliberal que parecía que no había forma de salir de ella.
Es verdad que desde el 2011 en adelante, las movilizaciones crecieron enormemente y se comenzó a poner en cuestión masivamente el carácter subsidiario del Estado chileno, llegando a su punto máximo en el año 2019, a través de la revuelta popular, la cual hizo explotar un malestar acumulado por décadas, en donde el endeudamiento extremo de las familias, la bancarización de la sociedad y los abusos de los grandes grupos económicos (financistas de la clase política), llegó a su punto más alto.
Sin embargo, ese malestar máximo del 2019, aunque no nos guste, como bien ha planteado el sociólogo Manuel Canales (1), nunca tuvo detrás componentes ideológicos claros ni mayoritarios, lo que quedó bastante en evidencia con la votación del 4 de septiembre, la cual nos mostró que los sectores transformadores de la Convención, nunca se percataron de ello o les jugó una mala pasada el exceso de confianza y de entusiasmo por lo que nos estábamos jugando históricamente.
No es casualidad por tanto, que quienes seguimos el proceso con mucho optimismo, al pensar que la sociedad chilena estaba fuertemente politizada, creímos ingenuamente que bastaría solamente con consagrar en la nueva constitución un Estado Social y Democrático de Derecho y una lista de derechos sociales (educación, salud, trabajo, vivienda, seguridad social) para que ganara el apruebo.
Además, si bien es innegable la importancia de construir un Estado Plurinacional, Regional, Ecológico y Feminista, como la instalación de una Democracia Sustantiva, no solo para Chile, sino para el mundo entero, creímos torpemente que el sujeto neoliberal sería cosa del pasado, y que por tanto podíamos generar horizontes mucho más ambiciosos y que nos hiciéramos cargo de los grandes problemas de la humanidad, como si el chileno promedio estuviera conectado con ello.
Con esto no se trata de que la Convención no tomara esas banderas de lucha, instaladas principalmente por independientes, provenientes de Movimientos Sociales, y no las incorporara en el texto, sino de entender que la propuesta que se iba a plebiscitar, tenía que ser aprobada por el pueblo de Chile de hoy, no del mañana, por lo que el énfasis debió estar puesto siempre en el mejoramiento de las condiciones materiales de vida de las personas.
Por lo mismo, el trabajo de la Convención y la campaña posterior, debió ser capaz de transmitir un relato que pusiera en el centro una crítica a la desigualdad económica y al endeudamiento de las familias para vivir, empatizando así con el dolor y sufrimiento de quienes simplemente no pueden llegar a fin de mes, que son la gran mayoría de las y los chilenos, en especial los más empobrecidos.
Asimismo, también se debió poner en el centro que tipo de desarrollo queremos para Chile y cómo se financiarán los derechos sociales, los cuales leyendo el nuevo texto rechazado, deja más preguntas que respuestas, ya que no se plantean las formas específicas para garantizar su concreción con el paso del tiempo, planteando solamente que se haría de manera gradual.
Es decir, se debió centrar en la situación económica de los chilenos y chilenas, que hoy en día están mucho peor que el 2019, en contexto de pandemia aún, con el alto costo de vida, con la inflación existente y un aumento de los delitos con violencia, lo cual hizo que no creyeran en esta propuesta constitucional, por el temor incluso de que sus vidas pudieran empeorar más aún.
Por supuesto, grandes sectores empresariales y de la derecha política en Chile, vieron esa fragilidad y vulnerabilidad como una oportunidad para generar miedo, poniendo su énfasis, desde que se instaló la Convención Constitucional, en instalar ideas que tocaran en lo más profundo a ese sujeto neoliberal, a través de mentiras como que con la nueva Constitución nos quitarían los ahorros previsionales, la vivienda propia y la libertad de elegir la educación y la salud.
En consecuencia, la pregunta sobre si el sujeto neoliberal triunfó con el resultado del pasado 4 de septiembre, la respuesta es no, ya que ese sujeto seguirá viviendo una vida con muchísimo malestar, contra todas las instituciones, por no poder tener una vida digna para poder desarrollarse, la cual lamentablemente no fuimos capaces de darle una respuesta clara y creíble, no solo desde la Convención, sino de parte de muchos que creíamos que el apruebo si o si sería la opción que elegirían las y los chilenos.
Por Andrés Kogan Valderrama
Gino Vallega says:
Error : Al grupo Boric, que NO sean la concerta del 22
Serafín Rodríguez says:
Pero si ya lo son! O es que te tragaste su parafernelia de izquierda y el uso abusivo de símbolos que no les pertenecen y no los representan?
Gino Vallega says:
Será cierto que el neoliberal chileno de Octubre lo único que pedía era plata pa’l mall y para terminar el mes?El resto venía como adjunto ; la salud, educación, vivienda, auto, vacaciones…..con plata se compra todo eso y más. Y le salieron con feminismo, ecologismo, naturaleza, convivencia con los indios…cachai!…ni k, dijéronse en su fuero interno y rechazo po patrón! Por ahora, somos una caricatura y más nos vale echarle un poco el pelo que suicidarnos con pañuelos verdes y rojos. La whizquierda tiene mucho paño que cortar y hay buenos boliches para tal sport.El grupo Boric agarró un temporal en vez de buenos vientos; les deseo suerte y que sean la concerta del 2022.
Felipe Portales says:
Vivimos en una sociedad donde, más allá de las apariencias (especialmente por la derrota de Pinochet en el plebiscito del 88) el triunfo de la dictadura fue total: ¡Logró que la propia oposición a ella de los 80, en los 90 le legitimara, consolidara y «perfeccionara» el modelo de sociedad que aquella impuso brutalmente!; incluyendo la profundización desenfrenada de privatizaciones a grandes grupos económicos nacionales y extranjeros; el exterminio de toda la prensa de centroizquierda, a través de la discriminación del avisaje estatal; la consolidación de la impunidad que culminó con la defensa de Pinochet frente al mundo (después el Poder Judicial ha buscado reivindicarse parcialmente ante la historia condenando a decenas de criminales de lesa humanidad); y la consolidación de la Constitución del 80, en 2005, con su suscripción por Lagos y todos sus ministros.
Es cierto que con los movimientos de 2011 y particularmente con la revuelta de 2019 todo ese diseño consensual de las dos derechas se ha conmocionado. Pero desgraciadamente no ha surgido aún una real alternativa político-social; y las dos derechas con su gran habilidad maquiavélica nos ilusionaron con una «asamblea constituyente» controlada, en definitiva por ellos mismos, con el antidemocrático quórum de los dos tercios y con el regalo -por si llegaba a triunfar el Apruebo- de la mayoría parlamentaria a la derecha por los próximos cuatro años. Y todo ello «resguardado» por el virtual monopolio de los medios de comunicación hegemónicos, regalado por la derecha concertacionista a la derecha tradicional hace décadas…
Serafín Rodríguez says:
Desde el punto de vista económico, la propuesta de nueva Constitución era de corte netamente neoliberal. De hecho, más neoliberal que la actual que mantiene la protección constitucional del cobre pues la nueva propuesta abría las puertas a la explotacón privada de todos los recursos naturaes no renovables, incluidos el cobre y el litio! Aprobarla habría sido equivalente a que Arabia Saudita, que no es ningún país socialista, enregara ARAMCO y la explotación del petroleo a privados.