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Insistiendo en lo que no sirve: ¿Para qué hacer algo diferente y arriesgarnos a ganar? (O la paradoja del auto en pana)

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Durante mucho tiempo se ha intentado cambiar las cosas mediante el curioso expediente de insistir en lo mismo que no ha servido.

Digo, desde la gente que se autodenomina de izquierda, contraria al sistema, viudos o huérfanos de un pasado glorioso que combatió a la dictadura, descolgados de los otrora partidos de la otrora izquierda y que no dan pie con bola.

Tengan o no poder, estén o no en el gobierno. Este es un rasgo de una transversalidad abismante.

La marcha con batucadas y permiso de la Intendencia, el acto masivo en Alameda al que asiste lo más granado del arte nacional y en donde se lucen diputados, diputadas, alcaldesas y políticos varios, solo han servido para causar atochamientos.




Curiosamente, quienes decidieron algo original en política y que dio resultados inesperados, aunque pese a muchos, fue la gente de Boric: luego de ser dirigentes estudiantiles decidieron que el poder era la cuestión de la política y acceder a él es cosa de decisiones, de hacer la pega de no esperar que otros la hagan por uno y se lanzaron.

Original, ¿no?

¿Cómo se pasa de ser un grupo de dirigentes estudiantiles de los que ha habido centenares en un breve plazo histórico, sin partidos tradicionales detrás, con escasa experiencia política, sin mayores medios y con las patas y el buche, a ocupar las más altas responsabilidades políticas de la nación?

Esta pregunta tiene un equivalente desde el otro lado.

¿Por qué dirigentes de extensa experiencia política, curtidos en la lucha social, gremial, sindical por decenios, con vasta cultura política, que pasaron las de Quico y Caco durante la dictadura, uno que otro con armas en la mano, respetados por mucha gente, con contactos con medio mundo, que desafiaron a las autoridades mediante paros, huelgas, marchas y protestas en años de actividad gremial, social, política, no han sido capaces de una fracción de lo que hicieron los cabros?

Peor aún, algunos se dan el lujo de enrostrarles su condición de jóvenes como si ese dato fuera un pecado castigable.

Como resulta del todo razonable muchos en la izquierda, esa cosa empalagosa y casi fantasmal, tendrán opiniones encontradas respecto del presidente Boric: los que están el gobierno lo criticarán sotto voce y los de afuera harán trizas su programa, sus decisiones, su acercamiento casi suicida a los restos resucitados de la exconcertación.

Y no harán mucho más.

En la campaña por el Apruebo las cosas se hicieron como lo hace una productora de eventos cuyo esfuerzo mayor fue hacer la más grande y maravillosa concentración a la que asistió lo más granado y famoso de la cultura y que reunió a medio millón de personas.

Y que no sirvió. Desde el punto de vista de los resultados, no sirvió. No sirvieron las hermosas canciones de los más queribles camaradas ni el piano patriota y evocador del gran Tío Valentín.

¡Esa maravilla emocionante y masiva no sirvió! Ni sirvió el optimismo desatado de Cariola ni las expectativas aumentadas de Mirosovic ni el discurso calcado de la alcaldesa Hassler.

¿Se harán cargo en la proporción que les corresponde? ¿O harán mutis por el foro?

No sé si usted lo leyó, pero el Comando por el Apruebo no considera lo sucedido como una derrota.

La gente silvestre ya estaba cautiva, cazada, atrapada víctima de las mentiras y el miedo desatado por los poderosos que no necesitaron mucho para alzarse con el triunfo.

Para contrarrestar ese efecto no se hizo nada. Nadie de esas personas necesitó leer nada para saber que eso que se ofrecía era malo.

Las preguntas que apuntan a la izquierda vuelven a su punto de partida:

¿Por qué pasa lo que pasa? ¿Por qué Gabriel Boric y sus muchachos se hacen con el gobierno? ¿Por qué él y no otros? ¿Por qué se rechaza un propuesta de constitución que aseguraba derechos a la gente? ¿Por qué la izquierda sigue siendo una cosa difusa que en vez de convocar asusta? ¿Por qué una concentración con pocos precedentes en masividad no influye en los resultados plebiscitarios? ¿Qué pasa con los trabajadores, sus dirigentes de ahora y los que fueron?

Conozco un tipo que quedó en pana en su auto.

Por horas hizo un esfuerzo sobrehumano para mover su vehículo. Sudando, acezando, empujaba y empujaba y el porfiado auto, un pequeño Hyundai i10, no se movía un milímetro. Casi al borde del desmayo por el esfuerzo hecho, de pronto cayó en cuenta que lo mejor era bajarse y empujar desde abajo.

 

Por Ricardo Candia Cares

 

 

Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



Escritor y cronista

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  1. Todavía piensan,que los cambios se pueden hacer dentro del sistema mismo?!? La dictadura del capital sobre el trabajo,ha estado siempre allí . Y llego para quedarse! Van a ser 52 años del golpe. La clase capitalista no va a renunciar,a sus privilegios de clase, por las buenas. Lo demostro el once de septiembre del 73,y durante todo el gobierno del compañero presidente Salvador Allende….

  2. Margarita Labarca Goddard says:

    Patricio, sí, estoy de acuerdo. Pero soy un poco escéptica porque hace tantos años que se está tratando de unir a la izquierda, sin resultado. Creo que no se trata ya de unir a los partidos que alguna vez fueron de izquierda, sino de crear una izquierda nueva, recurriendo a las organizaciones que tú mencionas. Y también a la gente de izquierda «suelta», que hay mucha, dentro y fuera de Chile. Pues órale.

  3. Patricio Serendero says:

    Viejos o no, cuanto más rápidamente terminemos esta catarsis, mejor. Ni este gobierno ni el de la Derecha que con toda seguridad le sucederá resolverán los problemas estructurales, agudos y urgentes de los chilenos. Mientras hablamos, recordemos que hay gente que no tiene que comer, y ni sabe como pagar las cuentas y el arriendo a fin de mes. Y dada la inflación y una reforma tributaria que terminará siendo dictada por la Derecha, esta situación va a empeorar. Las razones para luchar están más presentes que nunca. Desarrollemos junto a los movimientos sociales y sindicales que estén de acuerdo, un Movimiento por el Socialismo. Así sin grandes aspavientos. Que recoja lo mejor de las propuestas que tenía la CC, propuestas que son apoyadas hoy por un 38%. No está nada de mal. Agreguemos la insoslayable renacionalización del cobre. Y vayamos a nuestros círculos y a los círculos de esos círculos y de los dirigentes reconocidos en poblaciones, fábricas, en el campo y las universidades. Y comencemos por exigir fuerte y claro la resolución de los problemas más apremiantes. Tenemos otra alternativa? Adelante, pero avancemos.
    Ya aparecerán en ese camino de lucha, con avances y retrocesos los y las que mejor nos representen.

  4. Las espectativas fueron demasiado altas; nuestros artistas y el medio millón no conmovieron en lo más mínimo a los dos millones de negacionistas de nuestros sueños que nos rodeaban y que no tuvieron la más mínima intención de asistir al show. Ahora, «el pueblo unido», nos tiene en el columpio y vemos que los cabros se cabrearon de pensar por si mismos y llaman a los bomberos que iniciaron el fuego, para que les enseñen a mantenerlo sin quemarse ellos.El resultado no importa: más de lo mismo.La UP, la contra dictadura y el O-18, al ropero y los añosos que aún quedamos pegados a esas consignas, pronto estaremos seis pies bajo tierra y a joder al otro lado.

  5. Margarita Labarca Goddard says:

    Ricardo, no te preocupes, que los viudos o huérfanos de un pasado glorioso y que no dan pie con bola, como tú dices, somos todos viejos. Nos queda muy poquito tiempo de vida. Por otra parte, casi todos somos pobres y no tenemos auto, de modo que no hay nada que empujar. Basta que esperes un par de años y ya no quedará nadie que moleste

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