Josep Borrell, el achichincle de Joe Biden
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Pero, ¿cuál es el motivo de traer a colación a Eichmann? Seguramente, es considerado una excrecencia de la historia, pero si retomamos a Zygmunt Bauman, en su obra Modernidad y Holocausto, entenderemos mejor la vigencia y significado de la banalidad del mal, más allá de quien la encarne. El Holocausto no fue solamente un problema judío ni fue un episodio sólo de la historia judía: El Holocausto se gestó y se puso en práctica en nuestra sociedad moderna y racional, en una fase avanzada de nuestra civilización y en un momento álgido de nuestra cultura y, por esta razón, es un problema de esa sociedad, de esa civilización y de esa cultura.
Hoy, esta sociedad culta, racional, civilizada convoca a la guerra. Sus hacedores se justifican. Occidente sufre el embate de los rusos, enemigos a combatir. Y ahí surgen los achichincles. Ellos cumplen con su función. Si nos atenemos a Max Weber, se atienen a la ética de la responsabilidad, se deben a la OTAN, institución supervisora de la paz mundial
con sede en Bruselas, mando en el Pentágono y la Casa Blanca. Los achichincles sólo escuchan su voz, la del tlatoani, cuyas palabras no pueden ser cuestionadas. Joe Biden representa ese poder, aunque tras de sí, reconozcamos el complejo industrial militar y financiero que mueve los hilos.
Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y de Seguridad, es buen ejemplo de achichincle. Sin ideas propias, cumple órdenes, para eso lo pusieron en el cargo. Atormentado por su pasado socialdemócrata, incluso socialista, se sube al carro de los defensores de la supremacía de Estados Unidos en el planeta. Pero hace años, apuntaba maneras. Dejó huella como ministro de Pedro Sánchez, al reconocerle a Juan Guaidó la condición de presidente legítimo
de Venezuela. Y se manifestó abiertamente contra el gobierno legítimo de Nicolás Maduro. Sin escrúpulos, es sumiso, hace lo que le mandan y cumple a cabalidad las órdenes. Así se ha tejido su vida política. No ha dejado de ser un camaleón político. Su traje se adapta a las necesidades de sus jefes, quienes pagan sus servicios con nombramientos de postín. Así, tras dejar el cargo de presidente de la Eurocámara, fue director del Instituto Europeo Universitario de Florencia, dedicado a estudios de posgrado e investigación.
Borrell no pierde el tiempo como achichincle. Así lo atestiguan sus recientes declaraciones en Quo vadis Europa?, curso de la Universidad Menéndez Pelayo. Sin sonrojarse, sentenció: Voy a proponer en el Gymnich una potente misión de entrenamiento del ejército ucranio por parte de la Unión Europea, no entiendo muy bien por qué mandamos misiones de entrenamiento al ejército de Mozambique y no lo mandamos al ejército de Ucrania, pero una misión de entrenamiento potente, poderosa, no sólo de entrenamiento, sino de organización, hay que ayudar a su ejército a defender a su país
.
En otros términos, se descarta un plan de paz. La guerra es la opción, no importa el sufrimiento. Un objetivo, el marcado por la OTAN, rendición incondicional de Rusia. Sus palabras recuerdan el discurso de Joseph Goebbels en el Sportpalats de Berlín, el 18 de febrero de 1943, pidiendo, bajo el grito de ¡guerra total!, todo el apoyo al Tercer Reich, cuando el ejército nazi había entrado en desbandada. Hoy, el presidente de Ucrania, Volodymir Zelensky, está satisfecho. Borrell, el achichincle de Estados Unidos, hace su trabajo bajo el principio de la banalidad del mal, llamando a la guerra total. ¿Qué más se puede pedir?
Por Marcos Roitman Rosenmann
Andres Rojas says:
ESTA ES LA CLASE DE ASQUEROSOS QUE ESTAN MANDANDO EN LA COMUNIDAD EUROPEA AL SERVICIO DE USD
Hugo Murialdo says:
Borrell es el equivalente de Luis Almagro para la Unión Europea.
Tlatoani en lengua nahuatl, es el gobernante de las ciudades en el mundo azteca.
Gino Vallega says:
Borrel, un español del tipo colonizante, no muy educado pero complaciente a sus jefes……de USA, es el punto álgido de una europa a la deriva y manejada por la OTAN-USA.