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Héctor Llaitul, genio y figura

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La  personalidad de este líder de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), se formó en la Universidad Católica de Valparaíso, donde estudiaba la carrera de Asistente Social, en que asimiló, a la perfección, los contenidos y el vocabulario de la ultraizquierda. Llaitul militó en el Movimiento Izquierda Revolucionaria (MIR) y, posteriormente, en el Frente Patriótico Autónomo y, finalmente, se convirtió en el líder y vocero de la CAM.

Héctor Llaitul ha demostrado un indiscutible liderazgo en el sector más radical en la lucha de pueblo mapuche; su discurso es claro y sencillo: se trata de las empresas madereras y del neoliberalismo extractivita como claros enemigos. El Movimiento se propone recuperar su soberanía, así como la recuperación de las tierras robadas por el Estado chileno y por los colonos.

Llaitul sostiene la vieja teoría de utilizar todas las formas de lucha a fin de recuperar el antiguo territorio de Wallmapu; su declaración de guerra al Estado de Chile es de larga data, pues  se ubica desde el nacimiento de la CAM.

El lenguaje guerrero transmitido por Llaitul se ajusta  a  la realidad histórica de explotación y sumisión, padecida por los mapuches a partir de la llamada “Pacificación de la Araucanía”.

Los distintos gobiernos chilenos mezclando la represión violenta con la entrega de tierras han fracasado en el tratamiento y solución del problema mapuche, y por mucho que se intente imitar a otros países, (Canadá, Nueva Zelanda, Colombia, Ecuador, Bolivia, y otros), los Organismos nacionales, (la CONADI incluida), han mostrado incapacidad para llevar a efecto un diálogo exitoso. Al contrario, el resultado de estas tratativas se considera catastrófico: hoy, la Araucanía está sometida a permanentes estados de excepción. Si bien la militarización de la zona puede calmar los distintos atentados y otros actos de protesta, la verdad, hasta ahora, no ha solucionado, en absoluto, el conflicto, por el contrario, la gente termina por acostumbrarse a vivir bajo la ocupación militar.

La reforma agraria durante los gobiernos de  Eduardo Frei Montalva y, luego, de Salvador Allende, permitió, en cierto grado, enfrentar el problema principal: reivindicar de devolución y repartición de algunas tierras a los mapuches.  Posteriormente, el gobierno del dictador Augusto Pinochet terminó con muchos de estos avances. Luego, el gobierno de Ricardo Lagos pidió al ex Presidente Patricio Aylwin que estableciera el “Nuevo Trato” con el pueblo mapuche. Posteriormente, durante el gobierno de Michelle Bachelet, el intendente de la Araucanía, Francisco Huenchumilla, intentó instaurar el diálogo a fin de resolver el conflicto que llama “asimétrico”, de la Araucanía; lo mismo trató de hacer el Ministro de Desarrollo Social del gobierno de Sebastián Piñera Alfredo Moreno.

La CAM dentro de las numerosas comunidades mapuches es minoritaria, lo que es comprensible pues postula la vanguardia, y el liderazgo Llaitul en la región es innegable.

En la Operación, denominada “Huracán”, que terminó con varios Carabineros presos al comprobárseles de haber inventado falsas pruebas telefónicas, montadas con el fin de detener a ocho dirigentes mapuches, entre ellos a Héctor Llaitul y a su hijo.  Llaitul y su abogado Rodrigo Román se querellaron contra el Fisco y Carabineros, valiéndose de la vía jurídica para combatir al Estado y la Policía, por haber montado un vil montaje.

Las diversas instancias de diálogo con los pueblos originarios deben considerar también a Llaitul y la CAM, (seguramente de esta manera lo han hecho el ministro Alfredo Moreno, Francisco Huenchumilla y el equipo del Ministerio del Interior actual). A mi modo de ver, la presidenta del Partido por la Democracia, (PPD), Natalia Piergentili, tiene bastante razón al recordar que la Ministra de Desarrollo Social hoy renunciada, Jeannette Vega, buscó el diálogo con Llaitul, por intermedio de su asesora, Tania Santis, para cumplir una función propia de su ministerio, (no cabe duda de que el intento de su asesora fue bastante torpe, Llantul se sacó con bastante habilidad ese intento, a sabiendas de que su teléfono, con absoluta seguridad, estaba intervenido por la Policía, por consiguiente, era fácilmente geo-referenciable).

Los intentos del Presidente, Gabriel Boric, para instalar los mecanismos de diálogo demuestran una buena intención a fin de enfrentar un diálogo exitoso. La extraña detención de Llaitul por parte de la PDI, en forma limpia, aún tiene muchas aristas discutibles y por aclarar, sin embargo, en vez de favorecer al gobierno del Presidente Boric, en apenas una semana para la fecha del plebiscito, en que se aprueba o rechaza la nueva Constitución, se ha convertido en una crisis política de grandes proporciones, aprovechada por la derecha para influir en los indecisos y, así, permitir el triunfo  del Rechazo.

 

La detención de Héctor Llaitul ha terminado por dominar la escena política de la última semana, previa a una decisión política fundamental. A pesar del desprecio, expresado por Llaitul con respecto a los convencionales mapuches, delegados de la Constituyente, así como su visión negativa de la “plurinacionalidad”, la derecha utilizará esta concepción para acusar  el dominio del indigenismo en la nueva Constitución.

La vieja monserga para acusar al Presidente Boric de “socialdemócrata”, solo favorece a la derecha en el camino de reconquistar el poder, entre otros medios, por vía del triunfo de Rechazo a la nueva Constitución, en el plebiscito del próximo 4 de septiembre.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

27/08/2022

 

 

 

Historiador y cronista

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