La derecha —cuando no le conviene— rechaza que el Estado otorgue bonos a los ciudadanos, es un despropósito dicen, se trata de populismo y una grave sangría para las arcas fiscales, etcétera. El gobierno de Piñera tuvo que dar bonos debido a la presión popular causada por el COVID y las cuarentenas. Hoy, el gobierno de Apruebo Dignidad, cuyos partidos integrantes ya forman parte de los partidos del orden, se balancea entre el “puede y no puede”, y sus argumentos no distan mucho de los de la derecha para estos asuntos. Pero, ojo, cuando se trata de bonos para la casta política y sus asociados los recursos abundan, nadie reclama, todos “calleuque el loro”, como gustaba decir la hoy diputada doctora Cordero cuando daba certificados truchos. Los beneficios que reciben los dirigentes políticos y sus cercanos, si bien no son llamados bonos, podemos decir que cumplen esa función, y todo con recursos fiscales, recursos de todos nosotros. Y ahí nadie dice nada, como en el poema de Pezoa Véliz: “tras la paletada (agarra Aguirre)/ nadie dijo nada/ nadie dijo nada”.
Dicho lo anterior, vamos viendo. ¿Acaso no es un bono los más de 15 millones que cada mes reciben los expresidentes Frei, Lagos, Bachelet y Piñera? Así se pueden dar sus gustitos de “jubilados”. Y no olvidemos los sobresueldos durante el gobierno de Lagos Escobar, los famosos sobres (bonos) bajo la manga. Y qué me dicen de las grandes ganancias de las AFP e Isapres, un jugoso bono (fomentado por el Estado) para la empresa privada ganado gracias a los ahorros de millones de trabajadores. Por otro lado, tenemos las exenciones tributarias, un gran bono a los afortunados con más fortuna del país, y ni hablar de las condonaciones de impuestos. Y no olvidemos a senadores y diputados y sus sustanciosas dietas (bonos) aparte de pasajes, viáticos, bencina, teléfonos, entre otros beneficios (bonos) con dinero del erario público, del Estado. Tampoco olvidemos los bonos a la prensa dados por el avisaje estatal, concentrados en casi su totalidad en El Mercurio y Copesa, prensa reaccionaria y negacionista de los bonos a los trabajadores. Y un caso curioso, por decirlo de alguna manera, durante el gobierno de Michelle Bachelet, ninguno de sus ministros comunistas dio avisaje a El Siglo. Hoy Apruebo Dignidad continua con la misma política hacia los medios de comunicación, impuesta por Enrique Correa como ministro de Patricio Aylwin. Por otro lado, está el gran bono a las fuerzas armadas, que se refleja en su sistema previsional, distinto al de todos los chilenos. ¿Y qué decir de la UF? Un bono permanente para los bancos, inmobiliarias, aseguradoras, etcétera, con la complicidad del Estado, que se niega a acabar con la UF, lo que resulta un daño estratosférico para los habitantes del país, porque en Chile los sueldos no son en UF. Así, suma y sigue, en un país donde la elite se sigue llenando los bolsillos a costa, no solo de la explotación de los trabajadores, sino que también apropiándose de los recursos del Estado de distintas maneras, y dentro de los recursos del Estado se cuenta el territorio marítimo, bosques, minerales, agua, costa, montañas, etcétera. Es decir, lo quieren todo, no se llenan con nada, y al parecer la inmensa mayoría de los chilenos los dejarán que sigan obteniendo todo, pues mientras no desaparezcan los partidos del sistema con sus parásitos, no habrá caso.
Por Alejandro Lavquen
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