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Vuelta a clases, pequeños detalles marcan la diferencia

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Luego de las vacaciones, es común escuchar de profesores y profesoras, que sus estudiantes parecieran haber “olvidado todo”. Este tipo de comentarios, si bien tienen un componente de apreciación de la realidad, dista de ser una “verdad”. Esto se puede observar en aquellos pequeños detalles que cada docente o comunidad educativa hacen para marcar una diferencia día a día.

Son los hábitos lo que recordamos, aquellos que no son necesariamente “contenidos”, sino más bien, las formas de relacionamiento entre personas los que se mantienen en nuestra memoria. Conversaciones profundas o banales, saludos afectuosos, interacciones informales, una “talla”, una pregunta, entre muchas otras.

Si considerásemos estos hábitos como un componente más del currículum de forma transversal, las comunidades educativas podrían, en base a su Proyecto Educativo Institucional (PEI), diseñar aquellos hábitos que sean considerados relevantes para aprender elementos que actualmente se encuentran en los márgenes de los objetivos de aprendizaje.

En el caso de la ciudadanía, por ejemplo, podrían diseñarse hábitos orientados a la participación en la toma de decisiones por parte de los estudiantes. En ese contexto, los estudiantes podrían definir los elementos identitarios de su grupo curso: saludarse de alguna manera especial, poner nombres diferenciados a sus filas de bancos (si las hay), definir cómo se organizan para ingresar a la sala de clases (fila única, separada por género, por orden de llegada). El límite es la creatividad de cada comunidad.

Otro caso donde podrían utilizarse los hábitos en torno a la sexualidad y afectividad, pudiese incorporar modelar acciones en base al “consentimiento”. Una propuesta de la instalación de este tipo de hábito es que preguntemos las cosas más cotidianas, las formas en que queremos ser saludados, si estamos de acuerdo en saludar con la mano, o con un choque de palmas, o choque de puño, o con una palabra, o una genuflexión. Lo importante es trabajar estos hábitos de manera constante, cotidiana y gradual.

Siempre que estas acciones de modelamiento estén sustentadas en el proyecto educativo y se diseñen y planifiquen de forma que aporten a construir una trayectoria de aprendizaje para los y las estudiantes serán un punto de referencia.

En esta vuelta a clases, busquemos marcar la diferencia. Utilicemos los espacios y momentos en la escuela que no nos obligan a aprender contenidos. Son éstas  instancias las que dejan esas huellas indelebles en cada niño, niña o joven, que no olvidarán, aunque pasen mil vacaciones.

 

Por Matías Nieto

 

Director Ejecutivo Fundación Semilla Miembro del Consejo Asesor para la Convivencia Escolar del MINEDUC

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