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Votar Rechazo es regalarle a la derecha el veto a la nueva constitución

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Augusto Pinochet, los miembros de la Junta de Gobierno, Enrique Ortúzar, Jaime Guzmán, sumados a los traidores ex democratacristianos Juan de Dios Carmona y William Thayer, entre otros, resucitan la opción Rechazo para el próximo plebiscito, que tendrá lugar el 4 de septiembre próximo.

Augusto Pinochet, imitando a Francisco Franco, dejó atado y bien atado su proyecto fundacional, que consistía en una sociedad basada, especialmente, en la subsidiaridad  del Estado, es decir, que en toda actividad económica que los privados puedan llevar a cabo el Estado no debe intervenir. El poder absoluto de los privados se extendía, incluso, a derechos básicos, entre ellos la educación y la salud, el sistema previsión social, la vivienda, y otros. Chile se convirtió, así, en el modelo universal del neoliberalismo salvaje, bajo el poder omnímodo del mercado.

Jaime Guzmán, redactor principal de la Constitución de 1980, definió muy bien la médula de esa Carta Magna en el artículo sobre el camino político: si llegan a gobernar los adversarios, que se vean constreñidos a seguir una acción no tan distinta a la que uno anhelaría, porque el margen  de alternativas que la cancha imponga derecho a quienes juegan en ella, sea lo suficientemente reducido para hacer extremadamente difícil lo contrario”.  La derecha ha sido muy buena heredera de Jaime Guzmán, y en casi 30 años no ha hecho más que seguir sus enseñanzas.

Ricardo Lagos, el sempiterno profesor y profeta,  propone a sus alumnos superar, tanto la Constitución de 1980, como la Nueva Constitución emanada de la Convención Constitucional, elegida democráticamente. Para los que conocen la trayectoria política de Ricardo Lagos recordarán que, en plena dictadura, cuando el Partido Socialista estaba dividido en mil fracciones, el joven dirigente Ricardo Lagos lideró una fracción denominada Los Suizos, es decir, fanáticamente neutral.

Lagos, ahora con muchos años a cuestas, sigue entregando mensajes, cada vez más crípticos; el profesor Lagos no distingue que una Constitución dictatorial, impuesta por la bota militar, pueda ser comparada con una Carta Magna legítima en su origen.  Esta característica explica perfectamente el porqué el ex Presidente Ricardo Lagos, cuando firmó la reforma constitucional de 2005 sostuvo que estas reformas importantes no llegaban a tocar la esencia de la Constitución neoliberal de Pinochet y, en ese entonces Lagos,  no obstante,  expresó que vendría una nueva primavera con el milagro de que la Constitución de 1980 se convertía en “legítima y democrática”, (algo así como la conversión del agua en vino en las bodas de Canaán).

La derecha se pasaría de tonta si desaprovechara el triunfo del Rechazo a la nueva Constitución para no retomar el derecho a veto, que le ha sido tan útil para burlar la soberanía popular.

El mismo Ricardo Lagos reconoce, como testigo y actor principal, que a partir de 1988 la derecha siempre traicionó cualquier pacto que limitara el potente legado del “Tata”,  (Pinochet), de Ortúzar y de Guzmán Errázuriz. Los senadores designados, que se mantuvieron hasta que le convenía, pues los padres conscriptos de la derecha, como ya no les favorecía, los eliminaron, pactando con Lagos, en 2005.

El sistema binominal, un invento del historiador, (último de los “pelucones”), Alberto Edwards Vives, le vino como anillo al dedo a la derecha  para mantener el veto legado por su líder mártir, Jaime Guzmán.

El candado de los 2/3 en la pétrea Constitución de 1980, y el Tribunal Constitucional como tercera Cámara, le permitía a la derecha mantener el veto, incluso, si perdía las elecciones presidenciales y parlamentarias.

Cuando la Presidenta Michelle Bachelet osó llevar a cabo una consulta constitucional y entregar un texto, redactado por Peta Fernández,  cinco días antes del fin de su mandato, en una reunión de empresarios en la Casa de Piedra, Sebastián Piñera y su Ministro del Interior, Andrés Chadwick, aseguraron que durante los cuatro años de su gobierno, la Constitución de 1980 no se reformaría en absoluto.

El Decálogo que acaban de entregar ahora los partidos políticos de la alianza de la derecha, (UDI, Evópoli y RN), es un buen “caza-bobos”  para atraer a quienes se dicen centro-izquierdistas y los Amarillos, que votan por el Rechazo.

Para la derecha política nada más fácil  que redactar un decálogo, pleno de buenas intenciones y promesas de  abstenerse de aplicar el neoliberalismo y la economía subsidiaria por parte de Estado, pero en la realidad la derecha siempre defenderá sus propios intereses y no las ideas.

A los seudo-democratacristianos y a los auto-denominados Amarillos les ocurrirá lo mismo que la famosa Caperucita Roja el lobo feroz, que se los comerán vivos, y ahí recordarán la genial frase del político Radomiro Tomic. “Quien se alía con la derecha, la derecha es la que gana”.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

12/07/ 2022

 

 

 

 

 

Historiador y cronista

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