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El 30% ajeno que llevó a Boric a La Moneda

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Según los resultados del último balotaje, la derecha dura obtuvo a su favor, con Kast a la cabeza, un 44.13% del electorado mientras que Boric se hizo de La Moneda con un 55.87%.

 

En términos porcentuales respecto a la primera vuelta, Kast aumentó su votación inicial de un 27.91% con un 16.22% adicional, mientras que Boric aumentó su 25.83 agregando un 30.04% adicional.

 

Aunque la participación ciudadana aumentó un 8.31% en el balotaje, en el supuesto de que las tendencias de primera vuelta se mantienen, los votos adicionales que recibieron ambos candidatos en el balotaje provendrían del 46.25% que recibieron los demás candidatos de primera vuelta.

 

Si de este porcentaje se descuenta el porcentaje adicional de un 16.22% que recibió Kast, el resultado es un 30.03%, exactamente una centésima de punto menos de lo que obtuvo Boric adicionalmente en el balotaje.

 

En otros términos, los votos de la derecha dura se fueron a Kast y los votos de la derecha no fascistoide, de la centro-derecha, de la derecha vinculada al ex-concertacionismo, de la derecha blanducha y variopinta de la autodenominada centro-izquierda más los pocos votos dispersos de la izquierda tradicional que hay en el país, se fueron a Boric. Es decir, el 30% de votos adicionales que recibió Boric en la segunda vuelta no son propios, no fueron emitidos a su favor, no fueron emitidos por su persona ni su programa sino que contra Kast. De esto se sigue que el gobierno de Boric es un gobierno con una base electoral equivalente al 25.83% que obtuvo en primera vuelta. El 30.04% adicional que recibió no es suyo y se puede ir electoralmente en cualquier dirección pues no le guarda necesariamente ninguna fidelidad. Todo va a depender principalmente de las direcciones en que se vayan los partidos políticos que apoyaron a los candidatos de primera vuelta que convocaron al 30% en cuestión.

 

Dado este cuadro electoral —que es el más reciente— y en el entendido de que las tendencias que refleja se pueden mantener con el voto obligatorio en el plebiscito del 4 de septiembre, tal como se mantuvieron las tendencias de primera vuelta en la segunda, basta que 6 puntos del 30% extra que recibió Boric en el balotaje se inclinen hacia el RECHAZO para que se produzca un virtual empate con el APRUEBO.

 

En estas circunstancias, la opción que gane, lo hará por un margen muy estrecho de votos, algo que de ganar el APRUEBO debilitaría la implementación de la nueva Constitución en el actual Congreso, el cual permanecería en funciones hasta marzo del año 2026.

 

Por cierto, todo va a depender de la opción por la cual realmente se incline la mayoría del electorado que tradicionalmente tiende a abstenerse y que el voto obligatorio logre incorporar al plebiscito, algo que no va a llegar al 100% pues en los países que tienen sufragio obligatorio la participación es de alrededor del 80% del padrón como máximo.

 

También es perfectamente posible que aumenten los porcentajes de los votos en blanco y nulos dado que el abstencionismo que va a ser obligado a votar en el plebiscito no es solamente una cuestión de mera indiferencia ante los procesos electorales a la chilena sino que también de desafección a la clase política y sus manejos cupulares.

 

Dado el mismo cuadro electoral aquí descrito, si en vez de prolongar la duración del actual Congreso hasta marzo del 2026, el Senado de Regiones y el Congreso de Diputadas y Diputados entraran en funciones a los pocos meses de promulgada la nueva Constitución si gana el APRUEBO, lo más probable es que el nuevo poder legislativo no tendría una composición política muy distinta a la del actual Congreso, el que fue elegido en noviembre último, con la excepción de la mitad de los senadores electos cuatro años antes.

 

Lo que tal vez marcaría una diferencia en el nuevo Congreso de Diputadas y Diputados son los cupos reservados a los pueblos originarios y su eventual composición paritaria, aunque el hecho de pertenecer a un pueblo originario o ser mujer en vez de varón no determina posiciones políticas que trasciendan los intereses estrictamente étnicos y/o femeninos, según sea el caso.

 

Finalmente, cabe destacar que la diferencia entre el actual Congreso y la Convención Constitucional es que esta última, aunque electa de acuerdo a las normas que rigen la elección de la Cámara de Diputadas y Diputados, admitió la participación de listas de candidatos no militantes en partidos políticos, también llamados “independientes”, además de los cupos reservados a los pueblos originarios. Tanto en el caso de los “independientes” como en el de los pueblos originarios, hay de todo políticamente hablando, lo que es perfectamente legítimo. De esto se sigue que la Convención Constitucional es muy distinta en su composición política a aquella de la Cámara de Diputadas y Diputados y del actual Congreso, como también en cuanto a su mandato institucional aprobado por el 80% de la ciudadanía que participó en el plebiscito de octubre del 2020. Por tanto, la Convención Constitucional está en su legítimo derecho al imponerle condiciones al actual Congreso para eventuales reformas a la eventual nueva Constitución, a pesar de las protestas de algunos miembros de éste.

 

Por cierto, no resulta posible predecir cuál será exactamente la composición del poder legislativo a partir de marzo del 2026, como tampoco quién ocupará la Presidencia de la República, especialmente dado el factor Flip-flop que caracteriza a la población electoral del país y que también puede determinar cuál opción efectivamente gana el 4 de septiembre próximo.

 

Lo único cierto es que dado el cuadro electoral aquí descrito, los resultados del plebiscito de octubre del 2020 no se volverán a repetir porque la votación base de la derecha no es un 20% del electorado sino que más del doble según demuestra el último balotaje, un porcentaje que en el plebiscito del 4 de septiembre próximo puede fácilmente llegar a poco más o poco menos del 50% por efectos del factor Flip-flop.

Por Germán F. Westphal

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NOTA: El factor Flip-flop es el que llevó a la Presidencia de la República a Piñera después de la primera administración de Bachelet y cuatro años más tarde puso de vuelta a Bachelet y a los cuatro siguientes volvió a instalar a Piñera. En esencia se trata de una manifestación del hecho de que las dos derechas que identificó y denunció Sergio Aguiló hace 20 años son realmente dos realizaciones o manifestaciones superficialmente distintas del mismo fenómeno profundo de naturaleza política, ideológica, social, económica y cultural, el neoliberalismo que rige en el país y contra el cual la gran mayoría de sus habitantes reclama porque el chorreo que debería llegar a ella en términos de mejores remuneraciones, trabajo, vivienda, salud, educación, seguridad y previsión social —los grandes temas del tal llamado “estallido social”— no le llega y busca que los administradores del sistema rectifiquen el problema.

 

 

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  1. Hugo Murialdo says:

    Boric ganó la primaria contra Jadue, gracias a los votos prestados de Lavín (como lo demostré en su momento); debido a que perdió la primera vuelta, pudo ganar el balotaje, pues el haber salido segundo, prendió todas las alarmas y pudo conseguir votos (en contra de Kast), como bien explica Germán. Ahora está gobernando con ministros «prestados» de la ex Concertación y Nueva Mayoría. ¿Hasta cuándo podrá gobernar con votos y personeros prestados, todos de derecha?

    • Serafín Rodríguez says:

      En síntesis, el gobierno de Boric pasará a la historia como el 6º gobierno de la Concertación. Pasito a pasito, tal como escribí en el primer comentario de más arriba. En principio, los ministros y asesores de derecha le garantizan estabilidad dentro del estatus quo, pero no en la macro-zona sur ni en la calle sino que todo lo contrario. Tal vez se escuchen algunos ruidos en la línea de Jadue de los cuales hay algunos ecos, pero nada grave por parte del PC —cuyo Presidente bien sabe lo que es sentarse a la mesa de Rockefeller— a menos que «se agudicen las contradicciones…» Y ahí, todo dependerá de cuán estalinista es la nomenklatura.

  2. Felipe+Portales says:

    Dicho empate técnico revela que la gente en general se ha dado cuenta que nada sustancial variará con el triunfo del Apruebo o del Rechazo. La mayoría de la Convención -en una postura de rendición total- ha acordado con las dos derechas algo completamente grotesco e inédito a nivel mundial en un proceso constituyente: Que ¡independientemente del resultado electoral, el Congreso permanecerá igual hasta 2026! Y esto le asegura a las dos derechas que han dirigido consensualmente los destinos del país en los últimos treinta años (¡Consensuando incluso la Constitución actual que desde 2005 está suscrita por Lagos y todos sus ministros!) y que tienen los dos tercios en ambas cámaras, que, tanto si gana el Apruebo o el Rechazo, podrán reformar la nueva o vieja Constitución como quieran; y -en caso que gane la nueva- desnaturalizarla completamente a través del proceso de aprobación de leyes para obtener su aplicación práctica.

    • Germán F. Westphal says:

      Mi corazonada, Felipe —y lo digo así porque esto no es ciencia en el sentido de Popper o Lakatos—, el empate técnico que reporta la CEP es un reflejo del desplazamiento de puntos que el artículo que escribí menciona en relación a los resultaos del último balotaje, un desplazamiento que daría lugar a un virtual empate en el plebiscito del 4 de septiembre. La CEP apunta a lo mismo en base a las respuestas de los encuestados y aunque reconoce que hay un 37% de indecisos, su coordinadora del programa de Opinión Pública, Carmen Le Foulon, también dice que el resultado final va a ser muy estrecho, aunque no invoca razones hasta donde entiendo.

      En cuanto a la reforma de la eventual nueva Constitución o la actual de Lagos-Pinochet, todo está por verse. De hecho es un tema que bien puede inclinar el fiel de la balanza a favor del APRUEBO o el RECHAZO.

  3. Gino Vallega says:

    El ganar por «un pelo», no garantiza que se pueda pueda hablar de ganador; la deré parece llegar al 40% fácil ante una iz desprolija con muchos atornillando al revés, entre los votantes voluntarios. Y que pasará con los obligados? Misterio!

    • Serafín Rodríguez says:

      El problema es que es muy difícil sino imposible identificar electoralmente el voto de izquierda propiamente tal. Es un misterio. Uno esperaría que fuera superior a los 103 mil votos que obtuvo Eduardo Artés en la prmera vuelta pero la cuestión es dónde está. A lo mejor no está en ninguna parte y lo que tenemos en el país es una población mayoritariamente adaptada al neoliberalismo. Y si patalea es porque no le llega el chorreo del sistema según sugiere la nota final del artículo.

  4. Serafín Rodríguez says:

    La encuesta CEP divulgada hoy revela un empate técnico entre el Apruebo y el Rechazo. Aunque el 37% aún no decide su voto según la CEP, si la tendencia al empate se mantiene, la opción que gane va a ganar por un margen muy estrecho tal como dice el artículo. En democracia, gana la opción que obtenga por lo menos un 50% más 1 pero cuando son millones los ciudadanos involucados por uno y otro lado, las tensiones pueden llegar a ser muy fuertes.

  5. Felipe+Portales says:

    Efectivamente, Boric sacó un muy mal resultado en la primera vuelta. ¡Le ganó Kast, estando también de candidatos Sichel y Parisi que representaban sectores de derecha al centro! Y en la segunda vuelta fue fundamental, no el miedo, sino el terror a Kast. Por lo tanto, como dice Germán, el nuevo gobierno no tiene una sólida base propia de sustentación, sobre todo en sectores populares tremendamente afectados con la pésima situación económica que provocó la revuelta social de octubre de 2019 y que se ha visto mucho más agravada con los efectos de la pandemia.

  6. Serafín Rodríguez says:

    Es decir, la derecha en sus distintas versiones y pelajes está más poderosa que nunca. Y así es como se va consolidando la nueva edición del gobiero de la Concertación. Pasito a pasito!

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