Guerra en Ucrania entre desinformación y especulación: el nuevo teatro del siglo XXI
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En este conflicto entre colosos, los Estados de Occidente insisten en armar a Volodimir Zelenski, que todavía no ha demostrado querer defender a su pueblo, sino todo lo contrario. Por otra parte, el gas y la gasolina suben, y ni hablar del precio de los alimentos, aunque, ni los primeros ni los segundos todavía hagan falta. Tal vez lo único que se está perdiendo de verdad es el respecto por las vidas humanas. Pero eso no interesa realmente, los juegos económicos y de poder son más relevantes por las supremacías.
Desde las 4 a. m. del 24 de febrero de 2022, cuando comenzó el ataque armado de la Federación Rusa contra Ucrania, hasta las 24:00 a. m. del 12 de marzo de 2022 (hora local), la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) registró 1663 bajas civiles en el país: 596 muertos y 1067 heridos.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), estima que ahora hay al menos 1,85 millones de desplazados internos y otros 12,65 millones de personas directamente afectadas por el conflicto en Ucrania, lidiando con temperaturas bajo cero.
Las consecuencias de este conflicto se están extendiendo, desencadenando una ola de hambre colateral que se está dispersando por todo el mundo. El aumento vertiginoso de los precios de los alimentos y el combustible pone a millones de personas en riesgo de pasar hambre con familias que no pueden pagar una comida básica o calentarse.
Entre grano y combustible: carrera hacia la especulación
La cuenca del Mar Negro, conocida como el granero de Europa, es una de las áreas más importantes para la producción agrícola y de cereales.
Ucrania y Rusia representan el 30 % de las exportaciones mundiales de trigo, el 20 % de las exportaciones mundiales de maíz y el 76 % del suministro de girasol, por lo que cualquier interrupción en la producción o el suministro podría hacer subir los precios, lo que afectaría a millones de personas que ya se han visto gravemente afectadas por la alta inflación de alimentos en sus países.
Hasta el momento, las reservas de alimentos o de combustibles no han sido afectadas. Sin embargo, los productores y las empresas se están aprovechando de la situación para especular sobre los precios de estos elementos (alimentos o combustibles), fundamentales para la subsistencia de nuestra sociedad.
Los recientes aumentos en los precios de los alimentos y los combustibles están subiendo los costos de las operaciones del Programa Mundial de Alimentos (PAM), lo que se suma a la inflación mundial y los desafíos de la cadena de suministro relacionados con la pandemia que ya habían aumentado los costos desde 2019. “Hoy, nos vemos obligados a pagar un estimado US$71 millones más al mes para nuestras operaciones, un fuerte aumento del 50%. Esto reduce nuestra capacidad de servir a los necesitados justo en el momento en que el mundo se enfrenta a un año de hambre sin precedentes”, denuncia el portavoz de la PAM antes los periodistas acreditados en las Naciones Unidas de Ginebra, Suiza.
“Esta crisis, que se produce durante la pandemia mundial de COVID-19, está acelerando las vulnerabilidades existentes y ampliando las desigualdades en todo el mundo”, declara Rebeca Grynspan, Secretaria General de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
“Todos los países se verán afectados por esta crisis, pero los países en desarrollo ya afectados por la pandemia de COVID-19, el aumento de la deuda y el cambio climático se verán especialmente afectados por las interrupciones en los alimentos, el combustible y las finanzas”, sigue la Secretaria General de la UNCTAD. “El aumento vertiginoso de los precios de los alimentos y los combustibles afectará a los más vulnerables de los países en desarrollo y ejercerá presión sobre los hogares más pobres, que gastan la mayor parte de sus ingresos en alimentos, lo que provocará penurias y hambre”.
Esto es motivo de gran preocupación, ya que la estabilidad social y política y el aumento de los precios de los alimentos o de la gasolina están altamente correlacionados.
Los países, que ya se encuentran bajo una fuerte presión debido a los costos de la pandemia, verán perturbaciones en el comercio, aumento de los déficits y reducción de las inversiones. Además, un aumento significativo en los precios del petróleo y el gas puede hacer que la inversión vuelva a la generación de energía basada en combustibles fósiles, lo que corre el riesgo de revertir la tendencia hacia las energías renovables en un momento de crisis climática aguda. Centrales a carbón y nuclear que se estaban abandonando van a ser de nuevo una realidad.
Todos estos impactos amenazan los avances logrados hacia la recuperación de la pandemia de COVID-19 y bloquean el camino hacia el desarrollo sostenible.
“El aumento en el precio del combustible es una «estafa colosal»”, lo advierte también el ministro de Transición Ecológica italiano, Roberto Cingolani.
Cingolani denunció en una entrevista a SkyTG24 que el aumento del precio de los combustibles es «injustificado», fruto de una marcada especulación en los mercados y sin «razones técnicas» concretas y planteó la hipótesis de la adopción de un «price cap», aunque por el momento ningún Estado ha tomado posición hacia estos aumentos de precios completamente injustificados.
Desde el pasado otoño se ha producido un marcado aumento de los precios del gas y, en menor medida, de los combustibles, debido a numerosos factores ligados también a la recuperación tras la fase más aguda de la pandemia. La invasión militar de Ucrania por parte de Rusia ha provocado nuevas complicaciones, con nuevas subidas y fuertes fluctuaciones de los precios en los mercados, también debido a algunas actividades especulativas que suelen darse en el mundo del capital neoliberal en periodos de alta inestabilidad internacional.
«El mercado especula y es la misma razón por la que encontramos gasolina a 2,20 euros. Lo vi ayer pasar por la gasolinera y no sé por qué. Por un lado, los impuestos especiales para hacer funcionar el Estado, por otro lado el nerviosismo que duplica o cuadruplica, quintuplica el precio de un combustible, es decir, sólo enriquece a unos pocos. Creo que esto debería ser atacado primero”, sigue explicando el primer ministro italiano.
¿Armar a Zelenski es una buena idea?
Francia, hablando en nombre de la Unión Europea durante la Conferencia de Desarme (CD), acogió con beneplácito la reanudación de las negociaciones de desarme, reconociendo el cambio dramático en el panorama de su trabajo, provocado por la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
La prioridad de larga data de la Unión Europea en la Conferencia fue iniciar negociaciones sobre un tratado para prevenir el uso de material fisionable para su uso en armas nucleares.
A esta altura, hablar de un tratado para prevenir el uso de material fisionable para su uso en armas nucleares, o de desarme, parece pura ciencia ficción.
Durante la Conferencia, Estados Unidos estaba a favor del enfoque más eficiente posible y no quería prejuzgar hacia dónde podrían conducir las discusiones. Para él, todos los Estados miembros deben considerar qué significa esa agresión de Rusia a Ucrania para la labor de la Conferencia. Los miembros deben hacer algo más que lugares comunes.
Y claro, más que lugares comunes, muchos de los gobiernos de los embajadores allí sentados están participando en una Conferencia de Desarme armando en paralelo a Ucrania. Aún más grave, no supieron prevenir un conflicto que ya sabían que iba a explotar.
El mismo Joe Biden había asegurado hace 25 años, en 1997, cuando era senador, que la inclusión de algunos países bálticos en la OTAN podría causar una agresión «vigorosa u hostil» por parte de Rusia. «Creo que el único lugar donde se causaría la mayor consternación a corto plazo sería admitiendo a los Estados bálticos en términos de relaciones entre la OTAN y Rusia, entre Estados Unidos y Rusia. Y si alguna vez hubo algo que iba a inclinar la balanza, en términos de una reacción vigorosa y hostil, no digo militar, en Rusia, sería esto», detalló Biden en un discurso de 1997.
Pero los países bálticos se añadieron y Rusia reaccionó. Ahora los países occidentales están armando a Zelenski.
En Ucrania fue el Batallón Azov, fuerza paramilitar integrada mayoritariamente por militantes de las organizaciones de extrema derecha ucrania como Pravy Sector y Svoboda, a protagonizar el derrocamiento del gobierno de Viktor Yanukovich a inicios de 2014, y que en los años posteriores ha llegado a ser incorporado como dependiente del Ministerio de Asuntos Interiores del país.
El Batallón Azov respaldó al gobierno de Volodymir Zelensky (iniciado en 2019), siguiendo los pasos y alianzas del predecesor Petró Poroshenko (2014-2019). No olvidamos el día de conmemoración oficial del nacionalismo ucranio: el día del cumpleaños de Stepán Bandera, el líder nacionalista que batalló contra la URSS y colaboró con los nazis a mediados del siglo pasado.
Lo que se conoce como “nacionalismo ucranio” está entonces marcado por el influjo fascista y nazi que se levantó en Europa del Este por parte de los sectores más conservadores y reaccionarios de las sociedades de la región, contra la revolución rusa y las organizaciones y movimientos de izquierdas de esos años.
¿Desinformación de quien hacia quién?
El 4 de marzo, el Parlamento ruso aprobó enmiendas al código penal que introducen penas de prisión de hasta 15 años para las personas condenadas por difundir “información falsa a sabiendas” sobre operaciones militares. La misma ley introduce sanciones por “desacreditar” y “llamar a la obstrucción” del uso de las fuerzas armadas rusas. La pena máxima es de cinco años de prisión.
“Si bien el gobierno afirma que el propósito de la nueva legislación es proteger la ‘verdad’ sobre lo que llama eufemísticamente una ‘operación militar especial’ en Ucrania, en realidad la ley coloca a Rusia bajo un apagón total de información sobre la guerra y en tal hacer da un sello oficial de aprobación a la desinformación y la desinformación”, dijeron los expertos independientes designados por el Consejo de Derechos Humanos.
Desafortunadamente, por otra parte, los europeos no se llevan de forma distintas de los rusos: “Los medios europeos con su censura de años del tema ucraniano están demostrando, también desde hace años, su beligerancia contra Rusia”, denunció Felipe Portales, sociólogo e historiador chileno. “Ni siquiera informó debidamente de la crucial masacre de Odesa de 2014 de cerca de 50 ruso-ucranianos, varios de los cuales fueron quemados vivos. Menos informó de la destrucción de ciudades y de la matanza de miles de civiles efectuadas por el ejército ucraniano desde 2014 en Donets y Lugansk”.
Al final, el resultado es desconcertante. El mundo parece un gigante teatro de marionetas, y más que público, los pueblos se parecen más bien a los muñequitos movidos por los grandes realizadores. Y el Consejo de Derechos Humanos, una muestra de este teatro mundial más grande.
Elena Rusca, Ginebra, 13.03.2022
Gino Vallega says:
Vaya, el abuelo Biden tiene mala memoria? Se indigestó con algún hotdog algo pasadito? De una pared en el 18 de Octubre de 2019 en Chile : los líderes nos mean y nos dicen que está lloviendo!
Felipe+Portales says:
¡Hasta Biden criticó en 1997 la ampliación de la OTAN hacia el este; y ella continuó! ¡Qué imbécil actitud estadounidense y de Europa que ahora desembocó en tragedia!