La convencional Marinovic
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Resulta encomiable su capacidad para controlar el odio homicida que le sale contra todo lo que le parezca, rojo, maricón, indio, pobre o simplemente diferente a su concepción de ser humano.
Marinovic es el símbolo de la irracionalidad ultraderechista que se viste de demócrata solo cuando le conviene y/o le sirve. Cuando la democracia comienza a ser de verdad, y los marginados entran en el juego, entonces esos sectores tan formales y respetuosos golpean la mesa.
O bombardean La Moneda, según se necesite.
La señora Marinovic, eso sí, comete el error de dejarse llevar por la rabia, con lo que le quita peso trascendente a su odio reprimido.
Es en ese momento cuando pierde puntos para convertirse en la líder que la ultraderecha necesita y que no encuentra por ningún lado.
Le da lo mismo si la ofenden o la agreden. Mejor aún, ruega porque sea así alguna vez para martirizarse y dar a conocer al mundo la brutalidad, irracionalidad y grosería de sus enemigos. Por eso no pierde momento ni lugar para destrabar su lengua y despotricar al modo de un marinero borracho.
La licenciada en filosofía descarga sus instintos por la vía de agredir al resto de los convencionales con epítetos que buscan provocar y cuando no le da resultados, casi nunca le contestan en los mismos tonos, se burla en un formato irónico que no le sale bien.
Su bronca endurece su humor.
Marinovic es la suma híbrida de la cultura de la dictadura que cuajó luego del retiro de los militares: la impunidad. Puede agredir, ofender y sobre todo mentir, afirmada en el convencimiento de que no le va a pasar nada.
La posdictadura creó el convencimiento de que la libertad de opinión funciona solo para este tipo de persona que representa con fogosa determinación el sentir de los poderosos.
Si se tratara de un patipelao el que abusa del lenguaje y dispara puteadas contra medio mundo, doble contra sencillo que la sanción le caería de inmediato.
La Convención Constitucional pasará a la historia por muchas razones, una de ellas será por los odios que está detonando.
Aun sin un apoyo evidente y masivo, sin que la impulse un movimiento social y político, nacida de un momento, un destello que no logró armarse de organización ni proyecto, la nueva constitución verá la luz sin padres que la críen, la cuiden y desarrollen, la nueva constitución llega para revolver el gallinero.
La Convención ha logrado una imagen fiel de la crisis: ese mismo enfrentamiento de miradas y formas antagónicas de ver el país y su futuro se replica en el resto de la sociedad, aunque de forma dispersa y soterrada.
La derecha y el peor gobierno de la historia se retira con un desgaste absoluto y el evidente abandono de su gestión: no es otra cosa la huida del canciller Allamand, la situación de la delincuencia desatada, la entrada caótica de extranjeros, etc.
Pero la dispersión de una derecha agitada y desorientada ha dejado el campo para que el relevo lo tomen personas como la señora Marinovic, esta vez por otros medios, a saber, la provocación y la grosería.
La ultraderecha no aceptará una Constitución que cambie lo hecho en cuarenta años. En tanto vea que la cosa es irreversible aplicará el Plan C: retirarse de la convención alegando prácticas antidemocráticas de la mayoría que insiste en ganarle a la democrática minoría.
Su intento de hacer valer un tercio por sobre dos tercios no es cosa de fracciones o mayorías: les asiste el convencimiento de que ese tercio está compuesto por personas mejores, con más derechos, cuyos votos por esas razones y otras, valen mucho más.
El “elementos de desigualdad del voto” que deslegitimaría la Convención Constitucional al que alude el director del servicio electoral, tan UDI como cualquiera, se refiere a esa componente. Aunque lo niegue.
El eventual retiro del veinticinco por ciento de sus miembros dejaría a la Convención en una situación de cuestionamiento a su legitimidad y en consecuencia deslegitimaría el producto de su trabajo: el proyecto de constitución que debería ser votada por los ciudadanos.
Y ese plan está en la agenda de la ultraderecha.
Es el momento en que la convencional Marinovic podría descollar como la líder que la ultraderecha necesita.
Ya tiene a su favor dos condiciones: su odio irreprimible a todo el que no piense como ella, y la ausencia de líderes ultraderechistas que le hagan sombra.
Solo le falta controlar de mejor manera su rabia y la cosa será coser y cantar. Como lo hacen el resto de la derecha, sin ir más lejos.
Por Ricardo Candia Cares
Teresa Künzler says:
Los representantes de la Extrema Derecha en Chile. Deben ser Controlados, ellos nunca han tenido aprecio, respeto por Chile, ni por sus habitantes
trabajadores y honestos.
Esta gente esta dispuesta destruir todo lo que a ellos no les gusta, en temas sociales. Creen que tienen Derecho a Mandar, a dirigir en la vida de otros
chilenos. Conocido es este pensamiento.
La Sra Marinovic. deberia ser retirada de la Convencion Constitucional. La prescencia de ella es una perdida de tiempo y de dinero, para los chilenos.
No se comprende » Tanto Respeto de otros convencionles al misero comportamiento de esta mujer y al reglamento».. En la vida todo tiene Un Limite y
para Teresa Marinovic, tambien. Ella y gente igual a ella, deberian ser regresados a la patria de sus Antepasados,. Chile no necesita estos Mala Yerba «
Gino Vallega says:
Los convencionales de derecha llegan a 37 : 24% del total.Estaríamos hablando de poco más de
1/5 que intentan correr el cerrojo de los 2/3 que no lograron.Puede que tengan apoyos de la exconcerta y algunos novedosos amarillos para llegar a los 2/3, pero no se ve fácil.Entonces, el retirarse y seguir la onda amarilla dejaría , sin duda, malparada a la CC y el plan B ó C sería, de seguro , nefasto, con un nuevo congreso más amarillo que tricolor.Tal vez esperan que asuma Boric para actuar como oposición y quebrar el gobierno entrante con ayuda de los necios de los 30años : es un feo pronóstico pero muy de acuerdo con el actuar neofascista del 44% de los votantes KKKast.