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Es lo que el lenguaje de la calle nombra como un gil avivado: el que intenta hacerla con poquito, a estilo del poquita cosa que es, aguzando su chispeza para decir lo que otros quieren escuchar.

 

Su supuesto conocimiento del habla común, del que ha hecho su nicho trampeando y mintiendo, no ha sido sino un cúmulo de inventos rascas y por sobre todo un pirateo del trabajo de quienes hemos estudiado esos fenómenos por años.

 

Campusano es el típico producto cultural de la dictadura: superficial, fome, aguachento, apitutado, servil.

 

Copión que vive del trabajo de otros, rastrojero excepcional de Google, sus intentos por mostrarse como un intelectual en los programas superficiales de la decadente televisión chilena, son un despliegue de lugares comunes y de temas derivados de su poca imaginación.




 

Sus escasas luces las intenta suplir con ensayados giros que intentan ser simpáticos e inteligentes y lo que le sale no es sino una estupidez atarantada y sudorosa, aplaudida prontamente por los animadores que lo invitan para rellenar.

 

Campusano habría sido un entusiasta revolucionario si el caso fuera que en Chile la cosa es de otro color. Su anticomunismo declarado, cacareado, se origina en su convencimiento de vivo en formación de que en esa posición política se acerca a los poderosos de los que aparece como un servil y vulgar lamebotas.

 

Así ha hecho su carrera.

 

Y cuidado: visto que su provocación misógina, triste, vulgar y desatinada le dio el rédito que buscaba: salió en la televisión, va a insistir en sus groserías porque de esa manera pueden comenzar a llamarlo de los canales.

 

Carroñero de la televisión, mendigo que vive a la siga del mendrugo de los canales, no resultaría extraño que en breve aparezca en el sedicioso y no menos lamentable grupo de los Amarillos que necesitan bufones y bataclanas.

 

Lo de Campusano, su misoginia y cobardía, no es una opinión política. Más bien obedece al dominio de la psicología en el cual se explica la relación entre el odio a las mujeres y la impotencia sexual, entre otros fenómenos.

 

Y quizás la actitud honrada y limpia de mujeres como la ministra le detonan sus fracasos, fantasmas, tragedias e impotencias.

 

Por Ricardo Candia Cares

 

Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



Escritor y periodista

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  1. Revisando los diversos videos que nos entregan los señores Iñaki Piñuel y Antonio de Vicente,acerca de los «psicópatas egocéntricos narcisistas»cuyo
    diagnóstico no tiene recuperación y pululan en todos los ámbitos, manipulando y dañando a mansalva sin remordimiento alguno.Urge que la comunidad conozcamos esa realidad como herramientas para proteger nuestra Salud Mental de esa especie dañina.

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