Poder y Política

No, señor Delgado

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ANALOGÍAS ANACRÓNICAS Y ECTÓPICAS

Las bases de la apreciación o valoración —como quiera llamársela—, se encuentran en el proceso de comparación y, en consecuencia, en la analogía, que es la forma a través de la cual ese proceso se lleva a efecto. Pero las analogías (y las comparaciones) no siempre son las más adecuadas y, no pocas veces, inducen a error; a menudo, son fuente de malas interpretaciones y disputas. Es la reflexión que se nos viene a la mente cuando tuvimos conocimiento de las expresiones del ministro Delgado, referidas al viaje del presidente Piñera a la ciudad de Cúcuta y su invitación a los venezolanos a emigrar hacia Chile:

 

“Cuando va un presidente a apoyar la libertad, el tema humanitario, y dice que Chile es un país solidario, es que entren por la puerta, diciendo a qué van y de día, no entre por la ventana, de noche y mintiendo (…) Nadie va a hacer una invitación a que se entre por la ventana a su casa. Me invitan a una casa, y no entro por la ventana a las 5 de la mañana y más encima quiebro un jarrón […]”[1]

 

Las analogías no tienen otro cauce de acción más que espacio y tiempo. Dan la impresión de encontrarse regidas por la teoría de la relatividad. Cuando atropellan la época en que suceden los hechos, o éstos se refieren a tiempos pasados, se las califica de ‘anacrónicas’; cuando atropellan el lugar donde suceden tales hechos, o se cambia a los mismos de espacio, se les llama ‘ectópicas’.  Y, por supuesto, causan hilaridad. Quien las emplea inadecuadamente sufre el ridículo. Como cuando el presidente de la República Ricardo Lagos citó al ‘jarrón de doña Juanita’, con gran jolgorio de sus opositores. Por eso, la poca feliz comparación del ministro Delgado, que tampoco ignora la mención al ‘jarrón’, no molesta, sino invita a sonreír. Benévolamente. Como cuando se escucha un chiste de mala calidad o alguien dice un disparate.

 

LA APLICACIÓN DE LA FUERZA CONTRA LA MIGRACION

Y es que el fenómeno migratorio no puede englobarse en una asociación, a todas luces, incongruente, como la formulada por el señor Delgado. Las migraciones tienen otra dimensión. Se encuentran estrechamente vinculadas al tema de las relaciones internacionales y a las formas de explotación planetaria vigentes, principio básico que el Secretario de Estado parece ignorar e intenta resolver con la ayuda de una analogía ectópica. No debe sorprender que ello cause hilaridad. Porque se sabe a ciencia cierta que las soluciones a la migración no son militares sino políticas, materia que preocupa a los gobernadores de Arica y Parinacota, Jorge Díaz, y de Antofagasta, Ricardo Díaz, cuando analizaron

 

“[…] la situación migratoria que se está viviendo en sus respectivas regiones, el decreto de estado de excepción constitucional de emergencia anunciado por el Gobierno en cuatro provincias del norte del país, y el trato y la tardanza en la reacción que acusan de la autoridad central. Ambos coincidieron en que de no venir acompañado con medidas complementarias y de fondo, ya sea claridad en la ejecución presupuestaria, gastos y una hoja de ruta, la sola medida del decreto difícilmente solucionará un conflicto mayor”[2].

 

En un sentido similar, las palabras de Felipe Berríos, pronunciadas recientemente, nos recuerdan aquello:

 

“[…] la inmigración es algo que ya está en el mundo globalizado y llegó para quedarse entonces uno no puede seguir negándola o amenazando, o militarizando la frontera y creyendo que con eso se va a terminar el problema”[3].

 

ROL DE LAS RELACIONES EXTERIORES

Una posible aproximación en cuanto a explicar algo de lo ocurrido con el tema de las migraciones en Chile nos lleva a examinar someramente, tal vez, la labor desempeñada por el Ministerio de Relaciones Exteriores durante toda la administración Piñera. Y comenzar por el estado de las relaciones internacionales con nuestros vecinos más inmediatos, Perú, Argentina y Bolivia, para concluir que jamás aquellas se han encontrado en un nivel tan bajo. Enseguida, preguntarnos la urgencia de abrogar otros pactos regionales y suscribir otros, de dudosa procedencia —como PROSUR—, para, finalmente, respondernos si acaso, los referidos pactos, deben reflejar relaciones con Gobiernos o con Estados. Porque es necesario no olvidar que China, con su sabiduría milenaria, y El Vaticano, con los dos mil años de vida del cristianismo, no ignoran que los Gobiernos son instancias esencialmente transitorias, en tanto los Estados se presentan como estructuras  permanentes. La pregunta, entonces, parece de Perogrullo: ¿qué debe, entonces, privilegiar una adecuada política de relaciones internacionales?  ¿Los vínculos con Estados o los que se celebran con Gobiernos? ¿Cuál ha sido la política impulsada por este Gobierno, que llega a su término el próximo 11 de marzo? ¿Cuál es la responsabilidad política que le corresponde al gobernante que, por encima de los intereses del Estado que representa, apuesta a los intereses del gobierno de turno de otra nación? ¿Cuál es la responsabilidad de los ministros que han desempeñado su labor en esa cartera? ¿Se debe hacer efectiva esa responsabilidad?

Pero hay más. La referencia del ministro Delgado es inequívoca:  la política impuesta con motivo del viaje de Piñera a Cúcuta fue burlada por los propios venezolanos que entraron

 

“[…] por la ventana, de noche y mintiendo”.

 

Pero, ¿fue así, realmente, como sucedió? ¿O fue la acción irresponsable del gobernante chileno que, en un inaceptable acto de intromisión externa en los asuntos internos de la vida de una nación, llegó prometiendo el paraíso en el Cono Sur? ¿Qué sucede con las acciones temerarias e irresponsables de gobernantes desmesurados que ponen en peligro la paz de todo un continente, como la efectuada por el presidente Piñera, en ese viaje? Porque jamás mandatario alguno había viajado hasta una ciudad limítrofe de otro Estado para desafiar e increpar a su autoridad y ofrecer asilo político a todos los que quisieran dejar ese país, acto de por sí irresponsable que, como torpes agentes reproductores de semejante conducta, también replicaron otros actores políticos chilenos, como fue el caso de Felipe Kast.

Considerando los problemas psíquicos del primer mandatario, que comienzan a hacerse ya de público conocimiento[4] —y que el Comité de Defensa de los Derechos Humanos y Sindicales CODEHS denunciara oportunamente ante el Senado de la Republica[5] hace más de dos años—, hubiéramos, incluso, aceptado esa torpe y disparatada acción.

 

TORPEZAS TREMENDAMENTE PELIGROSAS

Pero lo que resulta por entero inaceptable y debe concitar el repudio de toda la población y de los cuerpos armados es la revelación que publica un periódico de la capital, según la cual el presidente de Chile, junto a su colega argentino, el ex presidente Mauricio Macri (hoy sometido a proceso por defraudación de fondos públicos) estuvo involucrado en maniobras políticas que debían concluir con una posible invasión a la hermana República de Venezuela. La pregunta es obvia: ¿qué pasó por la mente de esos mandatarios que los llevó a tan delirante propuesta? ¿Qué les sucedió para acometer tan disparatadas acciones? ¿Cayeron sobre sus cabezas las lenguas de fuego de Pentecostés y acaso escucharon la voz del Señor llamándolos a liberar a Latinoamérica del ‘demonio comunista’?

En efecto, de acuerdo a la investigación que realizara el periodista Horacio Verbitsky, los presidentes de Chile, Argentina, Brasil y Colombia acordaron intervenir militarmente en Venezuela en 2019 bajo el disfraz de estar brindando ayuda humanitaria. De acuerdo a los documentos recopilados por el periodista,

 

“[…] las Fuerzas Armadas chilenas participarían en una invasión al país caribeño, perpetrada desde territorio colombiano”[6].

En efecto, de acuerdo a los documentos recopilados por Verbitsky,

 

“En el ejercicio Puma conducido por el general Paleo, Sudamérica es denominada Patagonia del Sur. Venezuela es Vulcano y sus autoridades enfrentadas son NM y JG… Colombia es Ceres; las dos Guayanas y Surinam son Tellus; Brasil es Febo; Perú y Ecuador son Fauno; CHILE ES JUNO; la Argentina es Ares, el Uruguay es Baco, Paraguay y Bolivia desaparecen […]”

“Existen países con problemas limítrofes con Vulcano, como es el caso de Tellus y Ceres. Los fallidos intentos de soluciones diplomáticas de los organismos regionales e internacionales y la falta de garantía de los derechos humanos en Vulcano, llevó a que la ONU emita la resolución N° 1918/19 (MINUSVU) de intervención con una fuerza multinacional provisional de estabilización […]”[7]

 

EL EGO COMO OBJETIVO DEL GOBIERNO

Volvamos, entonces, al principio, para sacar algunas conclusiones: el gobierno de Piñera jamás ha querido implementar una política migratoria guiado por motivos humanitarios. Nuestra idea es que quiso tomar en sus manos un liderazgo neoliberal basado en el ataque a todo lo que pusiera trabas al desarrollo del sistema financiero mundial, llámese Evo Morales, Rafael Correa, Inacio Lula Da Silva, Nicolás Maduro, en estrecha alianza con personajes como Donald Trump, Iván Duque, Jair Bolsonaro, en contraposición a los deseos de la ciudadanía. Así, la ‘solidaridad’ piñerista nunca ha existido. La invitación a los venezolanos para abandonar su país fue solamente una maniobra perpetrada por el Gobierno ante la necesidad de contar con mayor apoyo para imponer la política internacional que requería. Y, por lo mismo, robustecer la figura del presidente chileno como líder regional indiscutido del neoliberalismo. Piñera usó a los venezolanos como trampolín para su ascenso en el carácter de caudillo latinoamericano y no porque le interesara en lo más mínimo su situación humanitaria.

Se explica así que Delgado, como amanuense suyo, sea poco cuidadoso en el empleo de ciertos conceptos y recurra a analogías ectópicas para expresar ideas que no ha tenido tiempo de elaborar —ni, mucho menos, de madurar— con mayor prolijidad. Porque la migración, como un concepto, no es algo que les interese o les haya interesado. Menos aún, sabiendo que no es un problema  que dependa de una persona o de un gobierno, sino es una tarea global que exige de los gobiernos tratamiento especifico en cuanto a la política de relaciones internacionales y a un mejor reparto de la riqueza global, tareas que se encuentran íntimamente relacionadas y que escapan de la competencia de ellos. Más aún en el entendido que esa tarea requiere, consecuentemente, de una política de derechos humanos, en especial cuando no es posible doblegar la voluntad de Estados depredadores.

 

Por Manuel Acuña Asenjo

 

Santiago, febrero de 2022

[1] Redacción: “Ministro Delgado y episodio de Cúcuta: ‘Nadie invita a su casa para que entren de noche, por la ventana, y rompan un jarrón’”, Radio universidad de Chile, 16 de febrero de 2022.

[2] Leighton, Hernán: “Gobernadores de Arica y Antofagasta advierten que si el Estado de Excepción se convierte en una normalidad ‘estamos en serio problemas’”, ‘El Mostrador’, 16 de febrero de 2022.

[3] Redacción: “Felipe Berríos y migración en el norte: ‘Uno no puede seguir negándola, militarizando la frontera y creer que con eso se va a terminar el problema’”, Radio Universidad de Chile, 16 de febrero de 2022.

[4] Véase, al respecto, las múltiples referencias al caso que contiene el libro de Laura Landaeta y Víctor Herrero ‘La Revuelta’.

[5] Redacción: “Entregan carta al Senado para que declare a Piñera incapacitado física y mentalmente de ejercer el cargo”, Radio Paulina, 24 de enero de 2020.

[6] Buitrago, Leonardo: “Revelan que Piñera involucraría a Fuerzas Armadas chilenas en plan de Macri para invadir Venezuela”, ‘El Ciudadano’, 15 de febrero de 2022.

[7] Buitrago, Leonardo: Id. (6).

 

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