La ruta del enriquecimiento neoliberal, una vía segura al colapso
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El crecimiento como objetivo a lograr en los países desarrollados en las últimas décadas, responde a una construcción muy bien armada para producir “riqueza” basada en la valoración especulativa de activos financieros que benefician preferentemente al 10% de los ricos, y que ha continuado concentrándose en una regresión progresiva para beneficiar 0,1% de los más ricos. Ha sido una historia política muy efectiva que logró traspasar US$ 50 billones que fueron extraídos de la renta de los trabajadores en 45 años, para acumularse en el sector de altos ingresos. Los grandes países, exceptuando tal vez a China por su activa industria y manufactura, han vivido mediante la impresión de dinero para realizar un gasto que ha estado por encima de las posibilidades reales de lograr humanamente, mediante la ampliación del crédito a cifras astronómicas, que es impagable.
La irresponsabilidad es de los líderes políticos de los gobiernos de turno, como de todos aquellos organismos y altos cargos con un rol técnico, que han creado y aplicado desde la ingeniería económica/financiera, instrumentos que incorporan sesudos conceptos para encriptar el real significado del propósito que logran en el modelo de economía neoliberal. Algunos como la QE (flexibilización cuantitativa) funciona como estímulo, en cambio el QT (Quantitative Tightening), hace lo contrario del QE, las Obligaciones de Deuda Colaterizada (CDO), los Vehículos de Inversiones Estructuradas (SIV), o los Vehículos de Propósitos especiales (SPV), son parte de estos activos que suben en Wall Street (hasta que caen), acumulando enormes recursos.
Las decisiones políticas son adoptadas por la elite para hacer funcionar la filosofía neoliberal en los regímenes democráticos, mediante organismos bancarios mundiales, hasta que los políticos de derecha la convierten en el estándar o la “normalidad” del hacer democrático para descalificar todas las posturas contrarias como el socialismo, marxismo, anarquismo, etc., para desvirtuarlas como antidemocráticas.
La crisis parte precisamente cuando el neoliberalismo se superpone en las democracias, lo cual ocurre en forma sigilosa instalando estrechos vínculos entre los políticos y los grandes dueños del dinero. Lo que prima en la «democracia», como señala Charles Hugh Smith, licenciado en Filosofía Comparada, en su blog OfTwoMinds, se “convierte en una subasta de elecciones y favores políticos solo por invitación”. Y agrega, “la Reserva Federal transfirió billones de dólares de riqueza no ganada a los comederos de los súper ricos y a las corporaciones, aumentando enormemente la riqueza que el 0.01% superior tenía para comprar elecciones y favores”.
La Corte Suprema de EE UU., traicionó la democracia representativa de la nación al etiquetar a las corporaciones que compran elecciones y favores políticos como una forma de «libertad de expresión». La compra de riqueza y favores con el sacrosanto derecho de los ciudadanos a la libertad de expresión fue una puñalada en la espalda a la nación y a su ciudadanía”.
El Partido Republicano, tradicionalmente promotor de las grandes empresas (Wall Street, bancos, megacorporaciones), tenía un cierto pudor para defender los grandes monopolios y la libre empresa. Hoy eso ya no existe, el apoyo a las grandes corporaciones e inversionistas es tal, que pusieron hasta las pequeñas empresas directamente en las fauces voraces de los grandes cárteles y los tiburones corporativos globalizados financiados por la FED, que se han tragado todo, para alimentar la elite del 0,1%. La extrema derecha salió del sarcófago, ya no le importa que les digan “fascistas”. Ahora mienten a diestra y siniestra, utilizando un discurso duro que no reniega quienes son. Promovieron el ataque al Capitolio en Washington y cuentan con un líder que, apuesta al fanatismo, como Donald Trump, para volver al poder el 2024. Para lograr sus objetivos, están los rastreros, apologistas, estafadores, mentirosos y una larga lista de la peor especie política y humana que solo busca el lucro, mientras dicen que están para apoyar al pueblo.
David Brooks escribe en “La Jornada”, “las fuerzas derechistas en Estados Unidos están promoviendo no sólo la anulación del sufragio efectivo, sino revirtiendo derechos y libertades constitucionales de mujeres, las minorías raciales y de la comunidad gay. Prohibir libros y la enseñanza de la historia social, que incluye el racismo, el impulso de campañas contra medidas para mitigar la pandemia, como el uso de cubrebocas y el rechazo de las vacunas es un ataque contra la ciencia. Algunas corrientes se preparan para acciones armadas con el fin de, según ellos, defender su país contra “comunistas”, “anarquistas” y otros “radicales”, incluidos “demócratas centristas”. Eso no es historia, está ocurriendo precisamente en estos tiempos.
Gran parte del legado que cultivó Donald Trump, ahora son “Más de 440 iniciativas de ley para obstaculizar y dificultar el ejercicio del voto, sobre todo de minorías y pobres, que han sido impulsadas en 49 estados y 19 entidades han aprobado 34 de estas leyes, reporta el Brennan Center for Justice”. Todas estas triquiñuelas, como instalar menos lugares donde vote la gente de color o los latinos para que se cansen esperando en largas colas y se vayan sin votar, puede volver a instalar a Trump en la presidencia de Estados Unidos, acompañado por la derecha más dura. Davis Brooks menciona, “En un distrito escolar de Kansas se retiraron 29 títulos de las bibliotecas, incluyendo una de las obras de la Premio Nobel Toni Morrison”. Una vieja cita de Heinrich Heine, poeta alemán del siglo XIX, como advertencia dice: “Donde quemen libros, también, al final, quemarán a seres humanos”.
El curso de acción que utiliza la extrema derecha para su modelo neoliberal tiene una secuencia de procesos económicos/financieros que podemos llamar, “la ruta del enriquecimiento neoliberal”. Cada vez que se ha expandido la valoración de activos a niveles desmesurados, el mercado empieza a sopesar si la economía, con las burbujas de “todo”, infladas con dinero gratis, acciones, bonos, hipotecas, bienes raíces, etc., puede sobrevivir a los aumentos de tasas y al retiro de la liquidez, para cambiar sus opciones bursátiles o salir del mercado.
En más de una década, cada vez que la FED ha reducido la liquidez, y sube las tasas desde cero, el mercado se desploma. Cuando el exceso de dinero provoca inflación, como en la actualidad, no puede seguir emitiendo dinero gratis y aumenta la presión para subir las tasas en un corto período. No lo pueden hacer, porque colapsa el sistema y las bolsas se van a rojo. Los muy ricos pueden perder parte de la valoración de su riqueza, y ¿dónde se fue el crecimiento?
Estos ciclos de expansión y contracción que conocemos como crisis, afectan especialmente al trabajo, porque el ahorro del trabajador, el poder adquisitivo y sus remuneraciones pierden valor con la inflación, en cambio, para el sector del 1% de los ricos es un proceso normal, mediante el cual ellos, usan las desorbitantes expansiones del crédito y de liquidez para adquirir mega empresas, comprando activos escasos con un crédito bancario de bajísimo costo que pueden devolver sobradamente con cada «efecto riqueza», generado por las valoraciones de activos en constante aumento y ¡Voilà!, se han vuelto más ricos y lograron concentrar la riqueza.
Pero todo tiene un límite, cuando las personas pierden la confianza. La FED y el Tesoro de EE. UU., han logrado institucionalizar el riesgo, es decir, cambiar la desconexión entre riesgo y consecuencia. En vez de obligar a los que pierden, cuando cae Wall Street, para que absorban las pérdidas, la FED y el Tesoro de EE UU., salen al rescate de los demasiados grandes para quebrar o para meter en la cárcel, como fue en la crisis del año 2008. El riesgo para la elite es muy bajo, el 10 % superior recauda aproximadamente la mitad de todos los ingresos y representa aproximadamente la mitad de todos los gastos de los consumidores, con impuestos muy bajos y tasas de interés de casi 0%. El riesgo, para el ciudadano común es la esencia que lo obliga a ser cuidadoso y responsable con lo que hace, porque paga tasas de 35%.
La FED está comprando alrededor de US$ 120 mil millones al mes, en bonos y valores respaldados por hipotecas. El rango objetivo de la Fed para la tasa de fondos federales sigue siendo de 0% a 0,25%. La inflación del IPC en EE UU., se disparó al 7,04 %, la peor desde 1982. La EFFR (Effective Federal Funds Rate) “real” (EFFR menos IPC), está en – 6.96 %, la peor de la historia. La tasa de Fondos Federales Efectiva es 0.08 %. La inflación se sale de control si el costo del crédito (tasas de interés) no aumenta para recompensar el capital con ingresos ajustados a la inflación. Si la inflación es del 6% anual, un bono que paga el 1% pierde un 5%, eso no es sostenible, ya que distorsiona la valoración del riesgo. La banca gana cuando suben las tasas, sin embargo, las tasas suben después que las burbujas están infladas y amenazan con romperse, pero en el proceso previo de crear burbujas, los estímulos provienen de la propia banca mediante la concesión de créditos que respaldan con los mismos títulos de las inversiones especulativas, o son inversiones propias.
La deuda nacional bruta increíblemente creciente de EE. UU., alcanza a US$ 30 billones. Es la cantidad que debe el gobierno y ha emitido en valores del Tesoro que están en circulación al 31 de enero. Desde marzo de 2020, la deuda nacional bruta de EE. UU. se ha disparado un 27%, es decir, US$ 6,5 billones. Durante los últimos 12 meses, el mayor crecimiento económico desde 1984, la deuda nacional se ha disparado en 2,2 billones. A medida que aumentan las tasas, los bonos de menor riesgo se vuelven más atractivos que las acciones riesgosas y el capital abandona las acciones por valores que generan ingresos. El aumento de las tasas es históricamente malo para las acciones, entonces, ¿qué hará que los mercados bursátiles sigan subiendo si las tasas aumentan, la liquidez se reduce y el capital existe en acciones riesgosas? La concentración económica, la colosal deuda, la enorme impresión de dólares es el colapso o fin del camino.
Por Mario Briones R