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Columnistas

¿Cómo entender la disfrazada dictadura?

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 6 segundos

Dictadura: “Gobierno que, bajo condiciones excepcionales, prescinde de una parte, mayor o menor, del ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad en un país”. Una de las definiciones del diccionario de la RAE, y no del autor de esta crónica. Si ampliamos esta postura, vamos a descubrir que, en ningún lugar del mundo, existe la plena democracia o lo que se entiende por ella. En Chile, por ejemplo, la dictadura disfrazada de democracia la ejerce la oligarquía, acostumbrada a moverse, como pez en el agua. Va de un sitio a otro, depredando según las apetencias del caso. Estrangula la economía y la libertad de expresión, para ejercer la embozada o desembozada dictadura. Viejo estilo utilizado, apenas puso la bota en estas latitudes, el conquistador español.

A través de sus empresas, domina el mercado y dicta el precio de sus productos. ¿Quién se lo impide? Apenas si el estado puede controlar estas abusivas prácticas. Dispone de limitadas leyes y mecanismos para fiscalizarlas. A menudo, la autoridad de la oligarquía, es tan desequilibrante y grosera, que puede tumbar a un gobierno. Lo han demostrado hasta el cansancio y se jacta de ello. Siempre se salva de la debacle. En el caso de la segunda administración de Sebastián Piñera, se las ingenió y supo cómo salvar a su pichón de la debacle. En nuestra historia, sólo en el período de la Unidad Popular entre 1971-1973, sintió pánico y propició el golpe militar. Aceitó a los traidores, enquistados en las FFAA, mientras los militares que juraron lealtad a la constitución y al gobierno, eran eliminados. Esta oligarquía beata, siempre se roba las riquezas del país. Dice que le pertenecen. Al perder en las elecciones presidenciales del 19 de diciembre de 2021, la derrota es apenas un accidente casero en la ruta de su desenfrenada glotonería. La mesa siempre permanece servida y los banquetes se suceden a diario.

De ahí que, hablar de democracia en Chile, es una falacia. Apenas si hemos disfrutado de ella, en acotadas instancias que se han desvanecido. Es una bella palabra pronunciada en foros, en la prensa escrita y en ámbitos académicos. Utilizada hasta el hartazgo por mesías, encumbrados en las nubes. También utilizada en el Congreso y la expresión, al reverberar en el aire, adquiere una solemne trascendencia. Nadie la cuestiona y el concepto va de boca en boca, para ser pronunciado con voz impostada. Hay quienes dirigen sus ojos hacia el cielo y levantan un brazo, como demostración de patriótico fervor.

Quien entiende mejor el concepto de democracia es la oligarquía. Sabe cómo utilizarla y servirse de ella. Siempre la ha manipulado para enriquecerse y dominar el escenario político. Si en dictadura se atiborra rapiñando sin control, en democracia lo hace al amparo de las leyes, dictadas por ellos mismos. Dicen amarla, pero al menor descuido, se valen de la infidelidad y actúan a cara descubierta o con el antifaz de rigor, si quieren extremar su depredador estilo. No van a robar una gallina, el gallinero o los huevos. Semejante actividad, la dejan para el medio pelo y a los suches que les sirven la mesa.




Ahora la oligarquía, enfrentada al futuro gobierno de Gabriel Boric, elabora su estrategia para los próximos cuatro años. Se opondrá a las nacionalizaciones del cobre, litio, agua y otros recursos estratégicos. A sepultar a las AFP y las ISAPRES, empresas destinadas a succionar los recursos del cotizante. A partir de marzo, deben comenzar los profundos cambios estructurales en el país, ajenos a la cosmética y al enjuague. El pueblo, el 19 de diciembre de 2021, le entregó a esta generación de jóvenes, la misión de gobernar. No existirán excusas en la aplicación integral del programa de gobierno. En este nuevo amanecer, el pueblo debe mantenerse vigilante.

 

Por Walter Garib

 

 

 



Escritor

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