La Convención en su etapa decisiva
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Mantenerse en alerta permanente para afrontar los embates de la derecha que pretende hacerla fracasar para permitir la continuidad del mamotreto pinochetista de 1980 es el objetivo inmediato de la nueva mesa directiva de la Convención Constitucional encargada de elaborar la Constitución política democrática demandada por la ciudadanía.
Cuando aún quedan por debatir temas fundamentales, de aquí al 4 de julio próximo la instancia tiene que completar sus últimos seis meses de funcionamiento en una etapa crucial de redacción del texto constitucional que será luego sometido a un plebiscito de salida con voto obligatorio del electorado.
Los primeros pasos en sus nuevos cargos de quienes a comienzos de enero fueron elegidos presidenta y vicepresidente de la Convención reafirman el protagonismo alcanzado por los movimientos sociales en la vida nacional, lo que empezó a acentuarse con motivo del estallido popular de octubre de 2019.
La odontóloga de El Maule, María Elisa Quinteros (39) y el médico rural de Los Lagos, Gaspar Domínguez (33) tienen mucho en común: son jóvenes salubristas, pertenecen a la generación de recambio, provienen de regiones, están lejos de los partidos políticos anquilosados, exhiben una absoluta independencia y aspiran a un proceso constituyente que logre traducirse en más democracia y derechos ciudadanos.
En medio de la aprobación popular la académica mapuche Elisa Loncon, y el abogado y profesor de derecho constitucional Jaime Bassa, ex titulares de la directiva, llevaron a cabo una impecable conducción en el primer tiempo de instalación pese a las condiciones adversas que se encontraron especialmente desde el actual gobierno.
De manera significativa se avanzó en los grandes pilares que sostendrán el nuevo Chile que asoma. Se ha trabajado por más democracia con una distribución equilibrada del poder e incorporando mecanismos de participación reconociendo y apoyando la organización social, con lo que se apunta a la democratización de todos los espacios en todos los cuales aparece la desigualdad que afecta a la sociedad chilena.
Junto con ello hay otros pilares de este Chile que emerge: la paridad, la plurinacionalidad, la descentralización, la diversidad sexo-género y los derechos de los pueblos originarios, personas mayores, niñas, niños, y adolescentes, y los derechos de la naturaleza. Todas estas son también relevantes demandas ciudadanas.
Claramente la Constitución que se está elaborando es muy distinta a la que se escribió en dictadura. Esta se hizo bajo terrorismo de Estado, entre cuatro paredes y por parte de un reducido grupo de adherentes al régimen militar en medio de un pavoroso genocidio, desaparición de personas y múltiples violaciones de los derechos humanos. Hoy la Carta Magna se redacta de la mano del pueblo.
Elisa Loncon dejó la vara muy alta – recibió diversas distinciones internacionales – y ahora su sucesora, la Dra. Quinteros, debe igualar su cometido. Sobre todo porque en la fase decisiva de la Convención no se avizora un camino pavimentado sino un terreno pedregoso a la hora de tomar determinaciones fundamentales que acompañarán a los chilenos en los próximos 30 ó más años.
De cara al texto final restan por debatirse grandes temas sobre los que hay que tomar resoluciones. Está la posibilidad de que la nueva Constitución cambie el sistema político en Chile, en cuanto se habla de parlamentarismo o presidencialismo atenuado, mientras otros estiman que el régimen presidencial está en el ADN de la sociedad. Asimismo, están la continuidad del Tribunal Constitucional, el Poder Judicial, la libertad de prensa, la competencia entre empresas estatales y privadas, y otros.
La nueva mesa directiva tiene una tarea muy importante en el actual escenario político, en el que la derecha – al cabo de una seguidilla de derrotas – da manotazos de ahogado e intenta levantarse contra el proceso constituyente que borrará de un plumazo los indicios de la dictadura que aún se mantienen en pie.
Hugo Alcayaga Brisso
Valparaíso