El desafío latinoamericanista: los gobiernos de izquierda y los procesos constituyentes
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Hay una vieja polémica sobre el inicio de la expresión Latino América, varias investigaciones la atribuyen al chileno Francisco Bilbao, autor del siglo XIX pronto a cumplir su bicentenario. Lo relevante que ha sostenido Miguel Rojas Mix en su ensayo «Los cien nombres de América. Eso que descubrió Colón», reeditado en 2018 por editorial Pehuén es que el autor además aportaría un concepto anticolonialista que se instalaría en el lenguaje de las izquierdas latinoamericanas.
Desde esta perspectiva el latinoamericanismo podría ser entendido como una propuesta liberacionista de oposición a la dominación eurocéntrica, y también a la de Norte América. El latinoamericanismo hace frente a la dominación colonial y a la dominación capitalista, sea orquestada desde el exterior o sea instalada desde el interior por las élites criollas.
La mayoría de las oligarquías criollas han estado al servicio de otras potencias externas, esto es lo que ha configurado la composición de Estados Nacionales dependientes, como bien lo demostró la escuela económica de la CEPAL en décadas anteriores cuando incluso proponía modelos desarrollistas alternativos.
En el caso de nuestra Convención Constitucional, que si logra reflejar el proceso constituyente chileno podría ser un paradigma político de nuestra época, vemos un amplio debate en torno a nuestra identidad plurinacional y una conciencia territorial ecológica que van resquebrajando el orden impuesto por la élite criolla.
Sin embargo, creo que incluso entre los convencionales más críticos poco se ha insistido en una definición identitaria que nos conciba con pertenencia latinoamericanista. La semántica de este concepto nos podría situar en la línea de ese proyecto político de la Patria Grande visualizada por el bolivarianismo. Guardando las diferencias, la Unión Europea buscó esa vía de unificación entre países vecinos, y por otra parte, hemos visto la ineficiencia de la OEA. Estos elementos, desde el plano de la geopolítica deberían ser relevantes para pensar el nuevo Chile abierto políticamente hacia los vecinos. Lo histórico y lo cultural son variables que podrían fortalecer nuestra pertenencia al continente.
Por otra parte, se espera que el Gobierno de Gabriel Boric se constituya en una izquierda más progresista, es decir no tan cercano a las cúpulas de los partidos políticos de la transición neoliberal sino que más cercano al pueblo que le permitió ganar las elecciones. En varios de nuestros países se están alzando Gobiernos con el apoyo popular y que se encuentran desafiados a constituir un bloque de izquierda progresista.
El latinoamericanismo es un desafío estratégico en el orden mundial, pero también es una necesidad urgente de solidaridad entre nuestros pueblos. Un nuevo conglomerado político que pretenda una visión novedosa tendrá que dejar clara su autonomía frente a otros bloques. La política que dice buscar hacer frente a las oligarquías, también tendrá que hacer frente a los imperios. Tiene sentido pleno una relación con nuestra querida Cuba y con todas las naciones que sufren los zarpazos de la dominación.
Alex Ibarra Peña.
Dr. En Estudios Americanos.