Chile al Día

Vino del Desierto: recuperando las viñas del Norte Grande

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El próximo viernes 14 de enero, la estación Experimental Canchones de la Universidad Arturo Prat, lugar donde se planta la única cepa 100% chilena registrada, conocida como Tamarugal y que da vida al Vino del Desierto volverá a abrir sus puertas a los turistas, que busquen actividades al aire libre y de experiencias únicas en el desierto de la Pampa del Tamarugal.

Ubicado a unos 97 km de la ciudad de Iquique, en la ruta que va hacia la localidad de Pica y Matilla, en la comuna de Pozo Almonte y a unos 1.000 metros sobre el nivel del mar; se encuentra la Estación Experimental que se convierte en un atractivo lugar, donde los visitantes puedan recorrer la historia, bodega, viñedos y gastronomía con identidad local

Marcelo Lanino, director del Proyecto, recalcó que “esperamos que todos los visitantes disfruten y vivan una experiencia única y segura en la ruta del vino en la región de Tarapacá.

Además, el principal objetivo es ser un aporte al turismo regional, incluyendo un nuevo punto con atractivo propio, de manera de mostrar los resultados del proceso de investigación aplicada de la UNAP en el tema de la vitivinicultura”.




Por otro lado, los turistas, no sólo encontrarán la belleza de un viñedo y bodega en el desierto, sino que, además, podrán degustar la gastronomía con la cepa Tamarugal y Gros Colman del Vino del Desierto, a través de la alianza con las emprendedoras locales, cuyo fin es generar economía circular y gastronomía que potencien y valore el territorio regional siendo financiado, este proyecto, por la compañía Teck Quebrada Blanca.

En tanto, el presidente de la Mesa de Tour Operadores Turísticos, Mario Muñoz, señaló que como gremio han implementado una serie de medidas y protocolos como las reservas online, pago con tarjeta, sanitización de vehículos, traslado desde su domicilio al lugar de destino turístico, entre otros aspectos que garantizan una experiencia confiable y segura.

Un poco de historia

En las localidades de Pica y Matilla, ubicadas a 125 kim al SE de Iquique, se tiene registro de la actividad vitivinícola desde fines del siglo XVI.

Con el tiempo, la producción abasteció a las salitreras, mineras y también se exportó a Potosí en el Alto Perú, llegando a obtenerse una producción de 350.000 litros.

En la localidad de Matilla se encuentra el lagar de Matilla, uno de los más antiguos preservados y que es Monumento Histórico Nacional que pertenece a la familia Medina.

Y, a partir de la segunda década del siglo pasado cuando llega el inmigrante alemán Enrique Floerich, estas viñas tuvieron un nuevo renacer

En aquella época, se produjo un vino denominado tipo Oporto, un vino dulce de alta graduación alcohólica

Factores como el término de las salitreras, la competencia vitivinícola desde la zona central, la aplicación de elevados impuestos y la expropiación de las aguas hacia la ciudad de Iquique hicieron que esta actividad, terminara entre los años 1937 y 1949.

Luego en 2003, se realiza el rescate del material vegetal procedentes de plantas antiguas de más de 100 años, que quedaron olvidadas en el tiempo y, por lo tanto, sobrevivieron a las condiciones de desierto absoluto, caracterizado por suelos salinos e inviernos con altas temperaturas diarias muy bajas por la noche.

Al año siguiente, se establece en la Estación Experimental de Canchones de la Universidad Arturo Prat, con este material enraízado, un pequeño Jardín de variedades (2.000 m2) y al mismo tiempo de las evaluaciones agronómicas se inician los análisis moleculares, para determinar si correspondían a una variedad conocida.

Con los estudios, se logró identificar solo la cepa País, que es antigua introducida por los españoles. Posteriormente, el ADN se envió a España, al Instituto madrileño de Investigación de desarrollo agrario y alimentario (IMIDRA () y se identificaron dos cepas: Gros Colman de origen de Georgia de la antigua Unión Soviética y Ahmeur bou Ahmeur de origen argelino.

Dos genotipos blancos, que quedaron sin identificar, se enviaron a Francia al Instituto de Investigación Agronómica (INRA) identificándose a uno de baya pequeña, la cepa Torrontés Riojano, de origen argentino.

A pesar de haber constatado aproximadamente 7.000 genotipos, quedó el genotipo de una baya grande sin identificar. Luego de una evaluación en terreno, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) determinó que era la primera cepa vinífera chilena, originaria de la región de Tarapacá, denominándose Tamarugal que es 100% chilena, emplazada en el desierto más árido del mundo, con un terroir característico, propio del desierto más árido del mundo.

En 2006 se comienza con vendimia de manera artesanal, con el tradicional pisa-pisa, incluyendo las uvas procedentes del Jardín de variedades, con apoyo permanente de la Universidad Arturo Prat.

Y los reconocimiento comienzan a llegar.

Es así como en 2018, la cepa Tamarugal, en su versión abocado, que es un vino en el cual se puede percibir un leve dulzor en boca, obtiene medalla de oro en el concurso internacional Catad´Or Wine Awards y en 2020, la cepa Tamarugal, en su versión seco, obtiene la medalla de oro en el concurso internacional Catad´Or Wine Awards.

Anteriormente, en 2019 SERNATUR lo reconoce como proyecto turístico emergente.

Un atractivo que hoy y con el objetivo de seguir entregando una experiencia única, ha tomado una serie de medidas sugeridas por la Subsecretaría de Turismo y el Minsal, tales como, como el uso obligatorio de mascarilla, aforos restringidos, además de todos los protocolos de higiene, limpieza y sanitización.

Y para que la experiencia sea a la vez más segura, se han modificado los grupos, donde se incluirán visitas mayoritariamente por el exterior y en un grupo máximo de diez personas.  Para más información o reserva, deben escribir al correo rutadelvinoreservas@gmail.com o llamar al fono +56974317104.

 

 



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