La esperanza le ganó a los miedos
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El pueblo se había vuelto a dormir, pero era solo una ligera siesta – pesadilla fascista incluida – y despertó en el momento oportuno para poner los valores en su lugar: el neopinochetismo fue derrotado categóricamente ahuyentando los fantasmas del pasado, y ahora las grandes mayorías se encaminan a un proceso transformador identificado con las demandas del histórico estallido social.
Ello, si el presidente electo Gabriel Boric, líder del pacto Apruebo Dignidad (Frente Amplio y Partido Comunista) deja de lado su transitar hacia el centro socialdemócrata y se inclina con coraje por las posiciones de la Izquierda que aspira al término del modelo neoliberal y su reemplazo por un sistema democrático que asegure igualdad, inclusión, oportunidades y derechos sociales para todos.
Es lo más relevante que queda de la segunda vuelta presidencial que permitió a los chilenos dejar atrás, por el momento, el peligro que representaba otro régimen autoritario de tono pinochetista que pretendían la ultraderecha política, los poderes fácticos que mantienen el control del país y los numerosos medios de comunicación manipulados desde las sombras por el poder del dinero.
Hoy Boric tiene la enorme responsabilidad de cumplir el programa de gobierno prometido a la ciudadanía que significa una democracia plena basada en valores fundamentales, como la igualdad, la solidaridad y la justicia social. Todo ello, lejos de las lacras que simbolizan el modelo depredador, entre las que sobresalen la inequidad, los abusos, la discriminación y la corrupción.
Con una alta participación ciudadana (sobre el 55% del padrón electoral) el ex dirigente estudiantil obtuvo una contundente victoria en que no solo consiguió revertir la derrota por 150 mil preferencias en noviembre. Esta vez se impuso con 4 millones 618 mil votos, esto es el 55,9% del total, contra 3 millones 647 mil sufragios de José Kast, el 44,1%.
Claramente en el balotaje la esperanza le ganó a los miedos que amagaban a la población. A las 7 de la tarde del domingo pasado ya el pueblo se había desentendido de los temores con que lo habían amenazado las voces cavernarias del fascismo, en tanto siguen en pie y se acrecientan las expectativas por mejores expectativas de vida para los pobres y menos pobres.
En lo inmediato, no va más el candidato que pretendía una “coordinadora internacional antirradicales de Izquierda”, símil de la operación Cóndor que tuvo lugar en la dictadura. A la vez, no hay mas espacio para los nostálgicos del terrorismo de Estado ni para los que pretendían facultades presidenciales para el arresto de personas en lugares que no son cárceles como lo hacía la CNI, ni para los que proyectaban indultar a criminales que cumplen condena en Punta Peuco.
La gente sencilla y desposeída debió sortear serios escollos para forjar este triunfo significativo. Entre ellos está el propio programa reaccionario de Kast y la fiereza de sus partidarios “republicanos” para expresarse con desprecio sobre las víctimas de violaciones de derechos humanos en dictadura y en el tiempo actual de pseudodemocracia.
Aun antes del balotaje las amenazas se multiplicaban: el 16 de diciembre un cavernícola escribía en páginas mercuriales de Valparaíso: “Si Boric gana el riesgo de desabastecimiento durante las semanas y meses siguientes es real, lo mismo que la fuga de capitales de inversionistas; es probable el desplome de la Bolsa de Valores” … Los chilenos ya conocían todo esto, porque ocurrió en los meses previos al derrocamiento del presidente Allende.
Kast perdió, pero las amenazas de la extrema derecha no se han borrado y no se descarta que comiencen a concretarse durante el gobierno que asume el 11 de marzo próximo. En la disyuntiva vital de avanzar o retroceder, el pueblo se ha pronunciado con holgura – hubo un millón de votos de diferencia – pero la nueva administración debe mantenerse en alerta permanente.
Es necesario que Boric asuma políticas definidas con claridad que lleven cuanto antes a transformaciones estructurales que eviten a las mayorías las penurias que padecen hoy. Por eso votó masivamente el pueblo, entusiasmado ante el anuncio de que “con nosotros entrará la gente a La Moneda”.
La memoria recuerda que es primera vez en 48 años que la Izquierda – aun esta nueva Izquierda del siglo XXI que pareciera no querer molestar a nadie – pasa a encabezar el gobierno de Chile. El último y único presidente de Izquierda que hubo antes fue el Dr. Salvador Allende, cuyo coraje y consecuencia socialista inspiraron el vigoroso triunfo popular en el reciente balotaje.
Hugo Alcayaga Brisso
Valparaíso