Votar con crisis de pánico
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La consigna es votar, así dicen los que se embarcaron en esta elección presidencial, no importa cómo sea: en silencio, mirando hacia el suelo, tapándose las narices o con la cola entre las piernas. El mal menor justificaría una vez más la sumisión y claudicación de las convicciones políticas en aras de un futuro nebuloso, total se está votando en contra de Kast, explicarán, pero para llevar a la práctica esto necesariamente votarán en favor de Boric, sus aliados, su programa readecuado a las circunstancias y todo lo que eso significa en esta “profundización” de la democracia dentro del sistema de dominación capitalista en su manifestación neoliberal.
Marcar el voto con una rayita no es una acción inocente que se pueda obviar o renegar de ella, según cómo se vayan desencadenando los procesos políticos posteriormente. Es una acción que debe ser asumida con plena conciencia y responsabilidad.
No son pocos los ex integrantes de orgánicas rupturistas, rebeldes y revolucionarias de ayer, al igual que organizaciones y sectores rebeldes de hoy, que pasaron de la euforia revolucionaria de la revuelta de octubre del 2019 a la crisis de pánico en estas elecciones del 2021. En nuestra sociedad enferma de pandemias, el virus del fascismo se propagó con la velocidad de un rayo y dichos sectores se han ido sumando a las voces que utilizan el miedo a la dictadura como “argumentación política” para convertirse en un destemplado y vociferante coro del terror.
El miedo es una indispensable sensación y emoción que nos pone en alerta y desencadena una serie de reacciones orientadas a la sobrevivencia, pero cuando se convierte en una patológica condición de crisis de pánico provoca un miedo irracional en donde los fantasmas del pasado reaparecen, pasando a ser protagonistas esenciales en los análisis y decisiones que se toman.
En este enrarecido y difuso ambiente, las combativas consignas gritadas a voz en cuello desde la década de los sesenta en adelante, se han cambiado por un lápiz poseedor de los poderes mágicos para detener y derrotar a la ultraderecha chilena, como si solo ahora este sector político tuviera existencia con este candidato de apellido alemán, cuando se ha mantenido saludable y robusta desde el 11 de septiembre del año 1973. Una derecha silenciosa y calmada cuando todos bailan al compás de la música instalada por ella, inquieta, vociferante y violenta en los momentos que estime o imagine que corren peligro sus intereses de clase.
A la dictadura no se le derrotó alegremente con un lápiz como han pretendido instalar de manera porfiada y oficial. Siendo rigurosos, a la dictadura cívico militar nunca se le derrotó, porque ésta, a partir de los noventa siguió expresándose a través de la democracia en la medida de lo posible, dejando de lado la parte militar que fue su característica fundamental durante los 17 años anteriores, pero los gobiernos civiles que la sucedieron continuaron la obra encuadrada en la Constitución del 80, acatando y cumpliendo el itinerario fijado en las normas transitorias incluidas en ella que definían el Plebiscito del SI y el NO y las elecciones posteriores para dar paso de esta manera a una nueva forma del sistema de dominación. Fueron los civiles y militares que formaban parte de la dictadura quienes idearon y trazaron la ruta a seguir, delimitando el camino a recorrer que desembocó en una transición civil permanente donde los derechos sociales, económicos, políticos y culturales pasaron a convertirse en mercancías transables al mejor postor en el libre mercado.
El movimiento popular rupturista ha sido derrotado en distintas ocasiones a partir de la década de los setenta en adelante, pero ha sabido reformularse, reorganizarse, para emprender nuevas formas de expresión, nuevas y variadas formas de lucha para seguir construyendo un camino autónomo e independiente, por fuera de la institucionalidad burguesa. Estas derrotas no significan que se deba dejar de lado ese difícil, largo y complejo camino de construcción de una alternativa popular y revolucionaria y, por el contrario, se deba claudicar ante las enormes y variadas presiones desplegadas este último tiempo, efectuadas para intentar obligar a la totalidad de dichos sectores a someterse a las reglas impuestas desde el sistema de dominación para asegurar su legitimación y perpetuación. Pero, como diría Silvio Rodríguez, los “necios” siguen existiendo y resistiendo
El fantasma del comunismo levantado por la derecha ha provocado también en dicho sector el mismo efecto patológico de la crisis de pánico, mientras los poderes fácticos y los adoradores del sistema capitalista y el modelo neoliberal construido paciente y decididamente durante más de treinta años por los partidos políticos funcionales al sistema de dominación se articulan, se reacomodan y se preparan para seguir usufructuando de las bondades del poder en todas sus dimensiones, dejando una vez más como espectadores a todo un pueblo que con la esperanza del realismo mágico depositado en un lápiz, al finalizar esta tenebrosa obra de teatro electoral, encenderse las luces y conocer al vencedor de esta contienda, que gobernará con cara sonriente o severa según se trate de uno o de otro, pero que seguirán implementando con mano suave y blanda, o dura y enérgica, según sea el caso, el sistema de dominación vigente en nuestro país, un pueblo que deberá enfrentarse a la cruda y dura realidad más allá de los escenarios y espectáculos electorales.
La crisis de pánico dará paso a depresiones post electorales en partidarios de uno o del otro bando que resulte derrotado en esta ocasión. Probablemente habrá expresiones destempladas de descontento emocional, pero los instrumentos institucionales y los personeros al servicio del poder y la dominación actuarán en forma oportuna y eficaz para que todo se ordene dentro de los cauces de la sacrosanta democracia, el estado de derecho y la vida republicana, porque estas elecciones y la convención constitucional en curso son caras de una misma moneda destinados precisamente al objetivo anteriormente enunciado.
El próximo 19 de diciembre caerá el telón. Fin de la función.
Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 16 de diciembre 2021
PATRICIO GAJARDO SEGOVIA says:
¿ Y qué PROPONE el compañero Correa aparte de darsela de «machito rebelde» con su dicurso sesentero ?.
Felipe+Portales says:
Creo que ambos tienen razón en dos aspectos distintos de la cuestión. Guillermo, en que la Concertación, en lugar de cumplir con su idea de democratizar efectivamente el país y de sustituir el modelo económico neolioberal, terminó refrendando la Constitución actual del 80 en 2005; y legitimando, consolidando y «perfeccionando» aquel modelo implantado a sangre y fuego por la dictadura. Pero también es cierto lo que plantea Margarita. No es lo mismo enfrentar la grave crisis que sufrimos con el agotamiento del «modelo chileno» -expresado en la revuelta social de octubre de 2019 y agravado por los efectos de la pandemia- con un programa tibiamente socialdemócrata como el de Boric (y más limitado aún por la carencia de mayoría parlamentaria); que con el pinochetismo redivivo de Kast, acompañado por un partido de fanáticos de extrema derecha que celebran violaciones de mujeres; que alaban los crímenes post-golpe cometido por el Ejército en Pisagua, que desarrollan una ofensiva contra el feminismo en toda regla, y que proponen indultar, en la práctica, a todos los criminales de Punta Peuco.
Margarita Labarca Goddard says:
Para Guillermo Correa.
Dices por ahí: Todo se (ordenará) dentro de los cauces de la sacrosanta democracia, el estado de derecho y la vida republicana, porque estas elecciones y la convención constitucional en curso son caras de una misma moneda destinados precisamente al objetivo anteriormente enunciado.
Yo digo que el resultado de estas elecciones y la Convención Constitucional no son dos caras de la misma moneda. Para uno de los candidatos será así y para el otro no, porque es muy fácil destruir a esa Convención con un lápiz: decir que se salieron de sus atribuciones, no convocar al plebiscito final de aprobación o cualquier otro subterfugio.
¿Las crisis de pánico a que te refieres son propias de viejas histéricas? Quizás, pero es mejor sufrir una crisis de pánico que no ser lo suficientemente lúcido para entender lo que está pasando en Chile y en el mundo. Te voy a contar dos cosas que me pasaron en tiempos de la Unidad Popular: un abogado que trabajaba en el gobierno de Allende me dijo: «Si viene el golpe, me vuelvo a mi despacho de abogado, voy a estar mucho más tranquilo». Y otro: «Si hay golpe, va a salir Sergio Onofre Jarpa al balcón de La Moneda y va a decir: No hay vencedores ni vencidos.
Por eso hay que decir ahora: ¡VIVAN LOS ATAQUES DE PÁNICO!