Contra el pueblo, contra la libertad, contra la democracia, contra la ética y la moral
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Como bien dijo Tomás Moschatti, el programa de gobierno de J. A. Kast es un programa infantil. Y peor que eso, diré yo. Quien quiera leerlo se dará cuenta que no es un programa propiamente de gobierno, sino un plan político sin reticencias éticas o morales para el asalto al poder de modo democrático. En realidad es un proyecto de guerra. De guerra contra la democracia, contra los derechos humanos y sociales, una declaración de guerra contra la ciudadanía, con una agresiva voluntad contra la mitad de la población nacional: la mujer. Por último, un ataque flagrante contra el sentido común. Es la negación de todo cuanto pueda haber de ético y moral en la praxis política y social. Nos hace pensar en el plan delirante de un adolescente para tomar el control de la pandilla y de su territorio. Abundan en él contradicciones, falsedades, importantes omisiones, mentiras evidentes, juicios carentes de todo nivel intelectual. Es bastante difícil comprender cómo se le pueda otorgar alguna seriedad a un plan semejante.
La mujer debe ser apartada de todo pensamiento emancipatorio, de toda “ideología” de género y de liberación sexual o social. Se pondrá fin de inmediato a todo libre albedrío sobre su cuerpo y su salud sexual y reproductiva.
El plan deja en la mente cuestiones que se revelan fundamentales en el pensamiento de su autor: 1) Es necesario estructurar un poder militar y policial omnímodo que garantice el control social y el poder político para un líder omnipotente, capaz de imponer su voluntad tanto sobre otros poderes del Estado, como sobre toda la comunidad nacional. 2) El principio de la soberanía del pueblo ciudadano y el poder político que le es propio y congénito para organizar la vida en sociedad, es inaceptable y debe ser desconocido y anulado en todos los aspectos de la vida social comunitaria. 3) El sistema democrático es incompatible con el “orden” social hegemónico al que se aspira, por lo que se hace imprescindible desactivar hasta su desaparición las organizaciones sociales de carácter democrático o democratizante existentes. 4) La mujer debe ser apartada de todo pensamiento emancipatorio, de toda “ideología” de género y de liberación sexual o social. Se pondrá fin de inmediato a todo libre albedrío sobre su cuerpo y su salud sexual y reproductiva.
He aquí el contenido primordial, expreso y tácito, del llamado “programa de gobierno” de J.A. Kast. Un aspecto reiterativo del plan es el de que la “izquierda clasista” es, de una u otra manera, responsable de los males del país, aunque no explica por qué. La expresión “izquierda clasista” no tiene sentido y no sabemos que quiere decir el sabio redactor. La división de la sociedad en clases sociales no es un invento de la izquierda, sino una constatación científica de carácter sociológico, antropológico e histórico y surge a partir del rol de los distintos grupos humanos de la sociedad respecto del poder y la riqueza. Si los seres humanos nacen libres e iguales, como ha dictaminado la humanidad entera, las clases sociales no deberían existir. Es la aspiración de la izquierda.
El problema mas grande con el que se enfrentan Kast y la derecha política es -omitiendo cualquier objeción personal o partidista- la decidida superioridad ética y moral del programa de gobierno de Boric
Tan insólito como el carácter panfletario de este plan de gobierno “kastrense”, es que opinólogos más autorizados que el que escribe, no hayan destacado con mayor oportunidad, y sobre todo, con mayor fuerza denunciante el objetivo dictatorial y totalitario del rubio candidato. Pues en los párrafos de su plan, “no hay dónde perderse”, como se dice. Con el plan de Kast en la mano, la calificación del movimiento de Boric como de “extrema izquierda” según sus adversarios, no tiene ningún sentido. Es un chiste. La presencia de un partido comunista que actúa democráticamente no es suficiente para ello, porque, además, no es éste el verdadero problema. El problema mas grande con el que se enfrentan Kast y la derecha política es -omitiendo cualquier objeción personal o partidista- la decidida superioridad ética y moral del programa de gobierno de Boric, superioridad indudablemente expresiva de los intereses y del clamor de la gran mayoría ciudadana. En este aspecto, resulta incomprensible incluso, que el movimiento de Boric no haya adoptado la ética y la moral de su proyecto político como eje central de su campaña.
El país entero -atormentado durante 50 años por los problemas económicos, sociales, políticos y morales – requiere, exige urgentemente, la reinstalación del pueblo ciudadano en la dirección social del poder y de la política. No existe otra solución para la crisis actual. Absolutamente no.
A partir del desastre de Sichel, Kast se fue convirtiendo para la autoderrotada derecha en el “iluminado” que podría salvarla de la debacle política y social en que se encuentra. De allí a darle su apoyo ha habido un sólo paso y está dispuesta a acatar cuanto se le ocurra al guerrero del “sin sentido”. Total claudicación ética y moral ante el propósito de reinstalar la dictadura de Pinochet con cualquier otro nombre. Total complicidad con el objetivo de militarización de la vida nacional y de erradicación del concepto de derechos humanos y sociales de la vida ciudadana. Un signo de descomposición histórica y definitiva de ese sector político que está dispuesto a todo en el intento de resguardar sus intereses y privilegios. La derecha omite que al colocarse incondicionalmente bajo el mandato de un nuevo mesías construye su propio hundimiento definitivo.
Por ahora somos testigos de diversas maniobras diversionistas. Para acoger la ayuda derechista, el candidato ha afirmado, claro está, que su plan “no está escrito en piedra” y que está dispuesto a negociar ciertas correcciones. No hay duda que un plan puede ser modificado en el papel según los intereses del momento, Pero ello no significa necesariamente que la mentalidad, la convicción política y la ética y la moral del autor expresada en su plan origimal, vayan a sufrir alguna transformación. Las peticiones de carácter democrático que personeros de derecha como Sichel u Ossandon, hacen al candidato son parte del juego de apariencias para simular un vestigio de decencia ética y política. Y otorgan una prueba comunicacional fehaciente del carácter dictatorial y totalitario del candidato que apoyan.
El país entero -atormentado durante 50 años por los problemas económicos, sociales, políticos y morales – requiere, exige urgentemente, la reinstalación del pueblo ciudadano en la dirección social del poder y de la política. No existe otra solución para la crisis actual. Absolutamente no.
Todo lo que el aprendiz de “estadista” nos ofrece en esta materia, desde la primera línea, es un ataque furibundo en contra de todas aquellas acciones ciudadanas que alteran el “orden” público y la tranquilidad social, sin consideraciones para la causa o legalidad de ellas.
Gran parte del plan de guerra de Kast está dirigido, dice – al reestablecimiento del Estado de Derecho. Sin embargo no hay en su plan una definición clara y taxativa de lo que entiende por Estado de derecho en una sociedad moderna. Ninguna referencia a la preexistencia de un pueblo soberano y organizado, al respeto irrestricto a las personas, a la igualdad ante la ley. Todo lo que el aprendiz de “estadista” nos ofrece en esta materia, desde la primera línea, es un ataque furibundo en contra de todas aquellas acciones ciudadanas que alteran el “orden” público y la tranquilidad social, sin consideraciones para la causa o legalidad de ellas. Ojo, estudiantes. Promete el reforzamiento inmediato de las fuerzas armadas y policiales y la entrega a éstos de todas las facultades y recursos necesarios para imponer el “orden” como fuere, pues “hay que darle un respaldo total y absoluto a las fuerzas de Orden y Seguridad”.
Kast silencia todo esto y afirma sin pudor ético alguno que los crímenes de la dictadura armada, son sólo “ficciones legales” inventadas por la izquierda -y por el poder Judicial seguramente, aunque no lo nombra- las que han permitido condenar a militares “inocentes”, a quienes. una vez asumida la presidencia, concederá el indulto inmediato
Kast evita mencionar en su llamado “programa” que el “orden” por el que clama ya fue instalado en Chile a sangre y fuego por la derecha política a la que pertenece, con la activa participación de su propia familia y que dicho “orden” ya estuvo aquí, armado y criminal durante 17 años, constitucionalmente durante 30, dejando una lista interminable de víctimas de tortura, de asesinatos y desapariciones, para no hablar de la planificada desigualdad y de la cadena de abusos y de corrupción privada e institucional que sigue aumentando cada día. Kast silencia todo esto y afirma sin pudor ético alguno que los crímenes de la dictadura armada, son sólo “ficciones legales” inventadas por la izquierda -y por el poder Judicial seguramente, aunque no lo nombra- las que han permitido condenar a militares “inocentes”, a quienes. una vez asumida la presidencia, concederá el indulto inmediato. No aclara si los tormentos espantosos y el asesinato de Marta Ugarte -por ejemplo- como miles de otros, fueron también “ficciones legales”. O las lágrimas de incontables deudos, niños y adultos, a lo largo del país, durante interminables años. Es difícil encontrar un modo más sádico de reírse abiertamente del dolor de todo un pueblo.
El plan de guerra de Kast apunta fundamentalmente a la re-creación de un Estado policial y de castigo con plena oposición a lo que es propio de una supuesta civilización humana de por lo menos 21 siglos.
Como se sabe, el “orden” armado y luego constitucional no resolvió ningún problema fundamental del país. Al contrario, los agravó y los multiplicó. Los problemas que constatamos hoy, omitida la pandemia, son todos, absolutamente todos, producto y responsabilidad de esta larga época de ejercicio del poder con plena marginación del pueblo ciudadano.
El plan de guerra de Kast apunta fundamentalmente a la re-creación de un Estado policial y de castigo con plena oposición a lo que es propio de una supuesta civilización humana de por lo menos 21 siglos. Es el punto central y reiterativo de su plan. Todo lo demás es hojarasca justificatoria de sus propósitos dictatoriales y represivos. Si no es un programa de gobierno, mucho menos es democrático y tampoco lo pretende. La mayor parte de las iniciativas que propone hacen omisión de procesos democráticos y ponen de relieve en cambio las convicciones y directrices personales de él como líder.
En ninguna parte hace mención de la ciudadanía como sujeto rector de la organización social, política y jurídica de la nación, ni como fuente inspiradora y orientadora de la ética y de la moral públicas, menos como motor y destinataria del desarrollo económico y cultural del país. Lo que propone es aquella vieja engañifa de un gobierno supuestamente por el pueblo y para el pueblo, pero sin el pueblo, a quien sólo se le concede el rol de objeto pasivo de las directrices magistrales del líder. Promete una acción personal en cuerpo y alma contra la delincuencia y asegura la máxima represión y castigo contra ella, pero en ninguna parte hay algún análisis de las condiciones sociales, políticas y económicas que la engendran y cómo habría que corregirlas para eliminarla de raíz. Es claramente un plan infantil. Infantil, pero altamente peligroso, pues hay gente interesada e ignorantes que lo celebran y apoyan.
Su obsesión es la restauración de un nuevo y duro Estado represivo, militar y policial, un Tercer Reich propio donde él pueda funcionar como un auténtico “führer”, “fuerte y transparente -como dice- , a quien no le tiemble mano al momento de tomar las medidas que hoy exige el país”.
Responder a la urgencia y gravedad de los problemas sociales con la represión y el castigo,
jamás los va a solucionar. Sólo puede ocultarlos y hacerlos germinar y desarrollarse en silencio, hasta que explotan, inevitablemente. El primer estallido ya ocurrió aquel 18 de octubre, pero otros se mantendrán latentes, mientras se siga impidiendo al pueblo ciudadano ejercer su derecho natural y legal a decidir las políticas que rigen su vida y su destino.
Pareciera que el “intelecto iluminado” de Kast no le permite asociar los hechos sociales con sus procesos de gestación histórica, por tanto no puede comprenderlos o aceptarlos. Claro, tampoco le interesa. Su obsesión es la restauración de un nuevo y duro Estado represivo, militar y policial, un Tercer Reich propio donde él pueda funcionar como un auténtico “führer”, “fuerte y transparente -como dice- , a quien no le tiemble mano al momento de tomar las medidas que hoy exige el país”. He aquí la gran contribución que la “inteligencia” sonriente de Kast aporta a la “cultura” política y social del país. Estamos advertidos.
Por Elías Vera Alvarez
Diciembre 04 – 2021