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¡Todos por Boric! Para mantener abierta la posibilidad de que la dignidad se haga costumbre

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Kast y Boric van al balotaje presidencial en Chile. Los resultados del 21 de noviembre, confirmaron el éxito relativo de la ofensiva reaccionaria de la centroderecha tras el ultraderechista José Antonio Kast. Ello arroja un manto de incertidumbre sobre un cambio constitucional que permita que el sistema político chileno represente la sociedad. La ausencia de los dos bloques tradicionales en el balotaje presidencial confirma el colapso del pacto político de 1989. La victoria de del candidato presidencial de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, se transforma en condición necesaria y suficiente para continuar con el proceso de cambios exigido en 2019 y postergado por la intransigencia represiva del  impopular gobierno de Sebastián Piñera contra el movimiento social que Kast promete continuar. Hay seis constataciones fundamentales.

La abstención sigue siendo la norma
El dato más relevante de las elecciones del 21 de diciembre fue la baja participación electoral y sus consecuencias. Participó sólo el 46,5% de los votantes habilitados. Menos que los 7 millones y medio que votaron en el plebiscito de octubre del 2020. La movilización social que se expresó en esa votación, no se sintió representada en estas elecciones. Parafraseando a Paul Valery, también en Chile, la política sigue funcionando como el arte de impedir que los ciudadanos se entrometan en lo que les concierne. Las reglas de la democracia restringida chilena se mantienen incólumes y siguen favoreciendo la separación entre la política y la sociedad.

La derecha abandonó el Pacto de gobernabilidad de 1989
En efecto, la derecha abandonó el Pacto de Gobernabilidad de 1989. Optó a contar de octubre por el ultraderechista José Antonio Kast. La centroderecha retorno a su pasado reaccionario de defensa de sus privilegios, a como dé lugar. Ante el agotamiento del modelo económico neoliberal y la rigidez de un sistema político que consagra la separación de la desprestigiada clase política de la sociedad, incapaz de adaptarse a las demandas sociales. En lugar de optar por el cambio democrático, volvió a instalar la política como el enfrentamiento con los enemigos, del reaccionario filósofo Carl Schmidt. Lógica que ya estaba presente en la intransigencia represiva de Piñera contra el enemigo poderoso que es en realidad su propio pueblo.

La centroderecha retorno a su pasado ultrarreaccionario
Por consiguiente, la corta victoria de Kast, dependió de la ofensiva mediática de la derecha y del gobierno Piñera. Ella consiguió imponer el tema de la elección. La centroderecha constató el fin de la “democracia de los consensos” y la inviabilidad de la propuesta continuista de Sebastián Sichel. En lugar de ceder, se atrincheró en el discurso del miedo encarnado por la arcaica propuesta ultraderechista y arcaica de José Antonio Kast. Impuso como tema de campaña, el orden ante el caos imperante bajo su gobierno… de derecha, prometiendo un gobierno… de ultraderecha, que sólo traerá ingobernabilidad y terrorismo de estado.




Apruebo Dignidad debe ligarse al movimiento social
Kast y Boric van al balotaje presidencial en Chile el 19 de diciembre. Eso era algo impensable antes de la movilización social iniciada en 2019. Esa victoria de Boric confirmó el fin del pacto político de 1989. Sin embargo, la baja participación electoral, confirma el insuficiente arraigo de Apruebo Dignidad. Refleja las dificultades de este nuevo sector político institucionalizado en encarnar y representar la masiva fuerza del movimiento social y sus reivindicaciones de gran coherencia antineoliberal.

 

El nuevo Congreso refleja un sistema político cuestionado
El nuevo Congreso refleja un sistema político cuestionado, sin grandes variaciones. Pero si muestra fluctuaciones al interior de los bloques en el Senado y la Cámara de diputados. La centroderecha tradicional tiene el 50% del senado, pero es minoría en la cámara de diputados. Nuevo Pacto Social, pierde fuerza en la cámara de diputados empatando con Apruebo Dignidad, pero mantiene su fuerza en el senado. Es así como, la persistencia del marco regulatorio, evitó la formación de un Congreso favorable a los cambios. El marco constitucional sigue dificultando el surgimiento de orgánicas que cristalicen políticamente las reivindicaciones de octubre de 2019.  Los cambios dependerán de quien controle el poderoso poder ejecutivo y la continuidad de la movilización social.

Chile: ¡Todos por Boric! Para mantener abierta la posibilidad de que la dignidad se haga costumbre
En consecuencia, los resultados del 21 de diciembre, Kast y Boric van al balotaje presidencial el 19 de diciembre con un tema impuesto por la ultraderecha. Eso instala la incertidumbre sobre la canalización del descontento social mediante la concreción del cambio de la Constitución. La victoria de Gabriel Boric el 19 de diciembre es lo único que puede mantener la esperanza de un nuevo Chile. Ella se eleva contra el miedo y el oscurantismo arcaico de una derecha defensora del status quo neoliberal. Todos deben unirse contra Kast, por las reivindicaciones de los movimientos sociales. Ya sean ellos feministas, de género, por los pueblos originarios, por mejores salarios y condiciones de trabajo, por una educación de calidad, por el acceso a la salud, contra las AFP, contra las zonas de sacrificio, por los derechos humanos y la libertad de los presos políticos de la revuelta, entre otros.

Veamos los argumentos de cada una de estas constataciones.

1. Abstención ¿Y el pueblo donde está?
El 21 de noviembre la participación electoral fue de sólo el 46.34%, de los votantes habilitados. Vale decir, 400 mil votantes menos que el 51.98% que votó en el plebiscito de octubre de 2020 (Servel). Por otro lado, las informaciones disponibles, apuntan a que la participación electoral bajó en comunas de bajos ingresos, como la Pintana y Puente Alto y aumentó en las de altos ingresos como Vitacura, Las Condes y Providencia (Emol). Eso apunta a que la abstención en los sectores populares fue aún mayor.
Lo cierto es que parece confirmarse la abstención del nuevo votante menor de 50 años, clave en la victoria del Apruebo en el plebiscito y para la derrota de la derecha en las elecciones a la convención constitucional en mayo pasado (Decide Chile). Ello confirmaría que la movilización social por el cambio constitucional en el plebiscito no se sintió interpelada por esta elección. A pesar de que ella era considerada una de las más importantes y polarizada de los últimos años.

En relación a ello, surge la necesidad de estudiar el impacto de las complejas reglas de participación electoral de la ley orgánica constitucional 18.700. Esas reglas no favorecen la participación electoral. Recordemos que la democracia restringida chilena dejó de considerar la participación electoral como un deber ciudadano, propio de la vida en sociedad. Una cuestión de incidencia catastrófica en la participación electoral. La figura.


Confirma el desplome de la participación en la elección presidencial, de 86,9% de participación electoral, en 1989, al 46,34% en 2021. Ello confirma el dato no menor,  del desplome de la participación electoral por el carácter restringido de la democracia representativa chilena. Ello incluye detalles importantes. Entre ellos, las dificultades de la confirmación de domicilio. También que se votó un solo día. Se crearon largas filas para votar porque debía decidirse el voto por cuatro niveles de gobierno. Ellas equivalieron a una práctica chilena de gerrymandering. Ello hizo que muchos se abstuvieran de participar.

Además, los resabios estructurales que separan la política y sociedad están inscritos en la ley de partidos. Ellos dificultan la constitución de representaciones propias del movimiento social de 2019. Ellos dan pié al oportunismo barato de fallidas candidaturas presidenciales que intentaron encarnarla. Sin embargo, la fuerza popular, quedó demostrada con la primera mayoría de la senadora independiente en la región metropolitana. Destaca que, sin apoyo de ningún partido, triunfó la víctima emblemática de la represión piñerista, Fabiola Campillai. En el  mismo orden de ideas, el castigo a la clase política, afirmada en esas reglas complejas de representación, se confirmó en la alta votación de Franco Parisi, candidato virtual que hizo campaña desde Alabama (EE.UU). Transformado ahora en vedette cotizada por su tercer lugar, afirma sin embargo algo evidente respecto de Kast en Twitter: “no dará gobernabilidad ni paz social.” (El Mostrador)

Es evidente el desprestigio de la clase política de los “treinta años” transformada en élite distante de la sociedad. Tras ello, se perfilan las dificultades de la izquierda en representar o cooptar las reivindicaciones del movimiento social. Nuevo Pacto Social, sigue obnubilado por la búsqueda de interlocutores para un proyecto de gobernabilidad.  A ello se agrega un Apruebo Dignidad con insuficiente arraigo social  por su institucionalización acelerada. No lograron movilizar a los electores en la que se suponía que era la votación más importante desde diciembre de 1989. Es por ello, que el principal desafío del balotaje presidencial es el de movilizar los cientos de miles de votantes que quieren un cambio constitucional. Eso permitirá enfrentar la crisis del modelo político y económico neoliberal y responder a las reivindicaciones expresadas el 25 de octubre de 2019.

 

2. La derecha abandonó el Pacto de gobernabilidad de 1989
Es irrebatible que para las elecciones del 21 de noviembre la derecha abandonó definitivamente el Pacto de Gobernabilidad de 1989. Ese pacto fue cuestionado por la movilización contra los «treinta pesos» el 18 de octubre de 2019. Pero, sobre todo, por la masiva marcha del 25 de octubre de 2019, dominada por la consigna contra los “treinta años”. Eso marcó el retorno del sujeto social en la política chilena. Su ausencia era una de las condiciones para el funcionamiento de ese pacto.(Comentario Digital)
Las causas son varias. Por un lado, está el agotamiento del modelo económico neoliberal y del sistema político separado de la sociedad. También, por la rigidez de la “democracia de los consensos”. Por su incapacidad en adaptarse a las nuevas necesidades ciudadanas. Ello fue aumentando la contestación social hasta que se unieron las múltiples reivindicaciones que adquirieron una sorprendente coherencia antineoliberal en octubre de 2019.

Es así como al igual que con otros pactos de gobernabilidad latinoamericanos, se agotó el pacto de 1989. Es lo que ocurrió con el Pacto de Punto Fijo de 1958 en Venezuela, o el del Frente Nacional en Colombia. Ellos también engendraron un profundo cuestionamiento de la clase política y de la política misma.
Sin embargo en Chile, el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, del 15 de noviembre de 2019, se transformó en una última opción de transformación consensual del sistema político. Una propuesta muy criticada en un comienzo. Porque se percibió que salvaba el gobierno de Piñera. También porque esa opción de cambio constitucional  estableció el quórum de los 2/3. Además, estableció una Convención Constitucional tutelada por el poder legislativo controlado por la clase política.

A pesar de todo, en el contexto de la crisis pandémica, el cambio constitucional terminó adquiriendo legitimidad como posibilidad cierta de transformación del sistema político, hacia una segunda transición inclusiva. Por un lado, por reservar escaños a los pueblos originarios e imponer la paridad de género en la Convención Constitucional. También porque tanto en el plebiscito de octubre de 2020, como en la elección de los miembros de la Convención Constitucional la derecha no obtuvo el temido derecho a veto.
Ante una probable derrota de su candidato, la centroderecha abandonó definitivamente el nuevo pacto de transformación de la gobernabilidad mediante el cambio constitucional. Es así como el llamado partido del orden, de la defensa irrestricta del Estado de derecho actual, queda sin interlocutores.
Ello, a pesar de que la perspectiva del cambio constitucional terminó por postergar cualquier iniciativa de respuesta a las reivindicaciones de los movimientos sociales o de transformación de las reglas de la restringida democracia chilena.

Al optar por Kast, la mayoría de la centroderecha retorno a su pasado reaccionario de defensa, a como dé lugar, de sus privilegios. Volvió a instalar la política como el binomio amigos/enemigos en Carl Schmidt, en lugar de pasar del antagonismo al agonismo que puede contribuir a la profundización de la democracia (Mouffe). Es en ese contexto que Kast y Boric van al balotaje presidencial.

Kast y Boric van al balotaje presidencial
Es en este contexto que para el 19 de diciembre, es la primera vez desde 1989 que  quedaron fuera del balotaje tanto los candidatos de la centroizquierda como de la centro-derecha. Según observadores extranjeros, “Chile se debate entre el deseo del cambio y el miedo a perder privilegios” (Julieta Caggiano).

El 19 de diciembre competirán, por un lado, el ultraderechista José Antonio Kast, del nuevo referente ultraderechista, Frente Social Cristiano. Él obtuvo 27,91% de acuerdo al último cómputo del Servel. Por otro, Gabriel Boric, candidato del emergente bloque de izquierda Apruebo Dignidad, que obtuvo 25,83% de preferencias.

Entre ambos, hubo una diferencia de apenas 146,313 votos. Se trata de un resultado que deja abierta la segunda vuelta porque ninguno superó el 30%. Kast y Boric van al balotaje por el control del poder ejecutivo. Se trata de una institución clave que puede favorecer los cambios exigidos por la ciudadanía. Kast y Boric van al balotaje en una de las elecciones más definitorias de los últimos tiempos.
Los partidos de la centroderecha están cegados por la defensa del status quo, a toda costa.

Pragmáticamente, abandonaron su candidato, elegido en primarias oficiales, Sebastián Sichel. Con apenas 12,79%, pasó a la historia como un intento fallido de continuidad, de un gobierno impopular.
Como para aumentar su humillación electoral, Sichel fue superado en 893 votos por el candidato virtual, Franco Parisi. Este fue el abanderado telemático del Partido de la Gente, quien hizo campaña desde Alabama (Estados Unidos). Parisi nunca llegó a Chile, pero, fue probablemente a causa de ello, que sirvió de refugio populista a quienes votaron contra la clase política.

También perdió la candidata de Nuevo Pacto Social, Yasna Provoste. Con apenas 11,61%, llegó en quinto lugar, menos que Kast, Boric, Parisi y Sichel. Superó solamente a Marco Enríquez-Ominami Gumucio, del PRO, quien obtuvo 7,61%, y Eduardo Artés del  Partido Unión Patriótica (UPA) que alcanzó sólo 1,47% cuyos partidos no consiguieron elegir ningún escaño en el parlamento.

La ofensiva reaccionaria de la derecha
Kast y Boric van al balotaje presidencial. La sorpresiva victoria de Kast, era inconcebible hace tres meses. Ella se debe a que la centroderecha apostó a la defensa irrestricta de sus privilegios. Cedió al subterfugio de utilizar la repetida campaña del miedo, aunque ello retrotraiga Chile al periodo más sombrío de su historia.

Y es que cuenta con los medios. El control de los medios de comunicación fue esencial para el éxito de una burda y contradictoria arremetida comunicacional derechista pletórica de desinformación (BCN). Abundan los estudios sobre el rol de los medios en el intento de desprestigio del proceso constituyente (CIPER). Expertos como Frank Gaudichaud afirman que hay una concentración mediática excepcional en Chile, que dificulta la democracia (Rebelión).

Es así como el discurso dominante, sobredimensionó la amenaza de invasión de emigrantes en el norte, pese a que Piñera los había invitado hace tres años (BBC). El discurso de  Kast prometiendo construir zanjas en el norte coincidía ya en afirmar la existencia de una crisis migratoria (El Dínamo). Sus propuestas de militarización de la frontera y castigo contra las ONG que ayuden a los migrantes, favorecen el miedo y la xenofobia (La Tercera).

Por otro lado en lugar del diálogo, el gobierno Piñera volvió a la estrategia de la militarización que llevo al asesinato de Camilo Catrillanca en 2018 (Comentario Digital). Incrementó la militarización de la macrozona de la Araucanía, en el marco de las denuncias en su contra por los Pandora Papers (Comentario Digital). Por consiguiente, la región está ocupada militarmente por la infantería de marina desde el 12 de octubre (El País). Es bajo comando militar y por una fuerza militar entrenada para la guerra que se ha asesinado un comunero Mapuche en Cañete (Resumen).  El discurso contra la violencia hizo que fue con apoyo de sectores de la oposición que en lugar de exigir el diálogo, se ha prorrogado el estado de excepción  el 9 de noviembre (Senado) en las cuatro provincias de la llamado macrozona (El Mostrador)

Ya desde 2019, el gobierno Piñera privilegió la vía de la intransigencia represiva sacando por primera vez de sus cuarteles a los militares y violando los DD.HH en lugar de responder a las demandas sociales (Comentario Digital). En continuidad con la misma lógica de combate contra un pretendido enemigo poderoso que el impopular gobierno de Sebastián Piñera intervino constantemente en la campaña electoral. El subsecretario del Interior, Juan Francisco Galli, ligó a Boric y Provoste con la violencia del aniversario del 18 de octubre, amalgamando nuevamente movilización social, delincuencia y narcotráfico (T13). También lo liga al proyecto de ley de indulto para los presos políticos de la revuelta, en detención prolongada y sin juicios, en violación de sus derechos fundamentales (El Mostrador).

Esta vez la derecha no recurrió a Chilezuela como en 2017. Terminó incluso esgrimiendo la arcaica amenaza del presunto retorno del comunismo, de hace 50 años. Paradojalmente, la ofensiva de la derecha promete terminar con el caos, la delincuencia y el narcotráfico que han proliferado bajo un gobierno… de derecha; con la elección de un presidente de ultraderecha que promete la defensa del status quo. Lo cierto es que un segundo gobierno de derecha opuesto a los cambios, sería la receta privilegiada para la ingobernabilidad.

La victoria de Kast y la apuesta arriesgada de radicalización de la derecha

La centroderecha terminó cerrando filas tras el candidato ultraderechista José Antonio Kast, que aparece desligado del gobierno de Sebastián Piñera, pero que promete, como lo hiciera Piñera en 2017, combatir la delincuencia y el narcotráfico (CNNChile).

Kast comparte la intransigencia represiva contra un enemigo poderoso, que es el pueblo movilizado por los cambios del 2019, del discurso piñerista. Su promesa represiva preludia nuevas violaciones de derechos humanos por agentes del estado.

Sin embargo, la candidatura de Kast es una apuesta arriesgada porque suscita mucho rechazo. Kast aporta además un discurso misógino, xenófobo y negacionista del cambio climático. Promete terminar con el ministerio de la Mujer.

Propone reducir el aparato estatal, bajar impuestos y profundizar el agotado modelo neoliberal extractivista. Su programa cita a Milton Friedman como un mantra (Pauta).

Reivindica desembozadamente a Pinochet y promete liberar los represores de la dictadura cívico-militar presos en Punta Peuco (El País) No es por nada que este ex secretario general de la UDI, renunció en 2016, criticando que el partido de Jaime Guzmán había extraviado su camino (La Tercera). Quiere restablecer el credo de Dios Patria y Familia celebrado en Chacarillas por Pinochet con discurso escrito por Jaime Guzmán en 1977 (El Mostrador)

Pese a su pésimo desempeño en el último debate presidencial, Kast pasó al balotaje aunque con menos del 30% de los votos (El Mostrador). Su principal capital es el miedo (DW). En su discurso de victoria, confirmó su programa ultraconservador (El País). Prometió “recuperar la paz, enfrentar a los delincuentes y  narcotraficantes, a poner fin al terrorismo” (Pauta). Definió su combate contra Boric como una cruzada: “Vamos a elegir entre libertad y comunismo” (Emol).

El voto de Kast, se concentró en zonas rurales, en el sur y en parte en el norte, tradicionalmente favorables a la centroizquierda. Perdió sin embargo en la región metropolitana (T13). De acuerdo a analistas, Kast tiene la ardua tarea de conquistar el voto centrista (DiarioUchile). Por el momento, cuenta con el apoyo incondicional de la UDI, Evópoli le apoya pero afirma que no será parte de su eventual gobierno y en RN, hasta la derecha social, con Mario Desbordes le apoya, a pesar de las diferencias (La Cuarta).

Victoria de Boric, la opción transformadora sigue vigente
Kast y Boric van al balotaje presidencial. La votación del pacto Apruebo Dignidad es sorprendente. Hasta hace unos meses, su principal componente, el Frente Amplio, era considerado en declive. Incluso en fase terminal de acuerdo a sus detractores (El Líbero).  Pese a haber surgido ligado a las movilizaciones contra el primer gobierno de Piñera, fue incapaz de ponerse al frente de la movilización social del 18 de octubre de 2019, a pesar de que este contiene demandas que son parte de su ethos (CIPER).

Perdió 9 de sus 20 diputados electos en 2017 (EX-ANTE). Se desangró por su izquierda con la firma del Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, del 15 de noviembre de 2019. Perdió el Partido Liberal y miembros por su derecha, al negarse a una alianza con Unidad Constituyente (biobío).

La alianza del FA con el PC, y la entrada de escisiones del PS ubicaron al pacto Apruebo Dignidad claramente en la izquierda. Sin embargo, pese a aparecer beneficiado institucionalmente del nuevo contexto creado por el estallido del 18 de octubre de 2019, Boric no alcanzó el 30% esperado. No consiguió movilizar el voto de los menores de 50 años que votaron apruebo en el plebiscito de 2020 y en mayo pasado por la Convención Constitucional, en las municipalidades y por gobernadores.

Gabriel Boric afirmó en su discurso de victoria que el desafío de formar un frente que permita “que la esperanza le gane al miedo” (BBC). Una disputa “por la democracia, la justicia, la inclusión, el respeto, por la dignidad de todos y todas”.

Lo cierto es que la victoria de Boric depende principalmente de su capacidad en movilizar el masivo electorado que desea cerrar el camino a un retorno al pasado anterior al 1990. Depende además de la participación del electorado que de acuerdo a las encuestas, que esta vez estuvieron cerca, expresaba en 50% su rechazo a la figura de Kast (Emol).

Por lo pronto Boric cuenta ahora con el apoyo oficial del PS. Su presidente, Álvaro Elizalde, lo afirmó el domingo mismo (Telam). También cuenta con el apoyo del candidato del PRO, Marco Enríquez-Ominami (El Mostrador). Aunque Yasna Provoste declaró que votará por Boric, el PDC espera negociar su apoyo (La Tercera).  Por lo pronto Boric prometió incorporar propuestas de Yasna Provoste en materia de seguridad, incluso de Franco Parisi en materia de sueldos públicos y de Marco Enríquez Ominami en reactivación del empleo (DiarioUchile). Miembros claves de la Convención Constitucional entregan públicamente su apoyo a Boric (El Dínamo)

La composición del Congreso no varía dramáticamente

La oposición consiguió conservar una mayoría simple en la cámara de diputados pero fue empatada por la derecha en el senado. Ello hará más difícil la implementación del programa de gobierno de Gabriel Boric. Ello también aumentará los escollos institucionales que debe sortear el proceso de cambio constitucional en curso. El nuevo congreso no adoptará fácilmente las reformas constitucionales que requieren, entre otras materias, los plebiscitos dirimentes (La Tercera). El retorno a las condiciones de nacimiento del proyecto de cambio constitucional aparecen como vía indeseable pero necesaria, si existe porfía en el Congreso.

Cámara de diputados con cambios internos limitados
En la cámara de diputados no existen mayores variaciones (Servel). Ello si el análisis se hace usando como base los partidos políticos, para evitar los cambios de bloques y la llegada de nuevos actores. Kast y Boric van al balotaje presidencial, pero desde ya la composición de la cámara de diputados no les favorece directamente.

En efecto, la derecha obtuvo en la Cámara de diputados Chile Podemos+ (Evópoli, PRID, RN, UDI) obtuvo sólo 53 escaños. A ellos se suman los 15 nuevos escaños del Frente Social Cristiano producto del apoyo de la derecha a Kast. (Evopoli bajó de 6 a 4; PRID obtuvo 1; RN bajó de 36 a 25;  y la UDI 32 a 23.
Los 68 escaños de derecha constituyen una baja respecto de los 73 con que obtuvo Chile Vamos en 2017. La renuncia de Johanes Kaiser al partido Republicano luego de sus declaraciones misóginas contra el voto femenino (Emol), ilustran las consecuencias de la alianza con la ultraderecha.

En realidad, la derecha necesita los 6 escaños del imprevisible Partido de la Gente del candidato virtual Franco Parisi para alcanzar 74 escaños. Pero, las recientes declaraciones de Parisi no indican que el Partido de la Gente sea sumiso a los dictados de la vieja centroderecha (T13). En todos los casos, la centroderecha sigue siendo minoría en la cámara de diputados, aunque mantiene, producto de las reglas restrictivas de la democracia chilena, su capacidad de evitar cambios que requieran quórum calificado.
En la actual oposición las transformaciones de la representación de partidos son más importantes. Los partidos que conforman el Nuevo Pacto social (Ciudadanos; PDC; PL; PPD; PR; PS) bajaron de 51 escaños en 2017 a 37 diputados (Emol 2017) y (Emol 2021)

Las bajas más importantes son del PS que baja de 19 a 13 diputados, del PDC que baja de 14 a 8 y del PR de 8 a 4 diputados. A ellos se agregan 7 del PPD (eligió 8 escaños en 2017); 4 del PL (gana 2 diputados respecto de 2017) y 1 diputado de Ciudadanos.

Si se consideran los partidos que componen Apruebo Dignidad (Comunes, CS, RD, PCC y PRVS) este bloque aumenta su número de escaños de 22 a 37 escaños. Este bloque está en paridad con la diputación de Nuevo Pacto Social. Si se consideran los dos bloques que la conforman, el Frente Amplio y Chile Digno es el Frente Amplio que tiene mayor número de diputados (23 escaños) en relación a Chile Digno que cuenta con 14 escaños)  , en paridad con Nuevo Pacto Social.

En efecto, los actuales partidos del Frente Amplio, contaban con 14 escaños, ahora aumentaron su votación a 23 escaños: 6 diputados de Comunes; 9 de Convergencia Social y 8 de Revolución Democrática. Por su parte el Partido Comunista cuenta aumentó de 8 a 12 su número de Diputados, mientras el Frente Regionalista Verde Social tiene 2 escaños.

Fuera de estas coaliciones hay que considerar la escisión del Frente Amplio agrupada en Dignidad Ahora, formada por el Partido Igualdad que perdió su representación y el Partido Humanista que obtiene 3 diputados. A ello hay que agregar también el Partido Ecologista Verde Social, otra escisión del Frente Amplio que obtuvo 2 escaños.

Por su cercanía estos diputados inclinan la balanza a favor del bloque Apruebo Dignidad. En total, el conjunto de partidos de la actual oposición cuentan con 79 diputados, la mayoría absoluta. Contaban con un potencial de 82 diputados en la Cámara de diputados elegida en 2017. Una diferencia de sólo 3 escaños. Ello permite concluir que no hubo un cambio dramático en la cámara de diputados. Ello aunque es una incógnita de dónde se ubican, de acuerdo a los temas, los diputados del Partido de la Gente. Kast y Boric van al balotaje presidencial y quien gane deberá negociar para obtener el apoyo de la cámara de diputados.

Un Senado en empate con la derecha
Como consecuencia de la reforma constitucional adoptada en 2015, es que el Senado terminó de completar ahora su número de 43 a 50 senadores. En el senado de 2017, el 53,5% de sus miembros pertenecía al bloque opositor y 46,5% al del bloque de centroderecha.  El nuevo senado, aunque las líneas demarcatorias entre bloques sean más difíciles de establecer, está compuesto por un empate entre las fuerzas de la derecha y de la actual oposición.

El aumento del porcentaje de senadores de derecha, obstaculizaría el proceso constitucional, pero era también el caso del actual senado que requería apoyos de la de senadores de derecha hasta para el quórum cualificado de 3/5. Se trata, sin embargo, del más alto porcentaje de senadores de derecha desde 1990. El bloque de derecha cuenta con 24 senadores de Chile Podemos y un senador del Frente Social Cristiano FSC (Rojo Edwards).

Por su parte. Los partidos de la actual oposición cuentan con un bloque de 18 escaños de Nuevo Pacto Social (7 del PS; 6 del PPD y 5 del PDC). Cuenta además, con sólo 5 senadores de Apruebo Dignidad (2 del FRVS, 2 del PC y 1 de RD que no iba a reelección). Destaca el retorno por primera vez desde 1973 del PC con Claudia Pascual (Región metropolitana) primera ministra de la Mujer y Equidad de Género bajo Michelle Bachelet y Daniel Núñez por la región de Coquimbo.

A ellos se agrega la independiente Fabiola Campillai (primera mayoría en región metropolitana, símbolo del estallido al quedar ciega por disparo de carabineros) y el independiente Karim Bianchi, hijo del antiguo senador Juan Carlos Bianchi (Magallanes).

Kast y Boric van al balotaje presidencial pero cualquiera que gane el 19 de diciembre contará con poca fuerza propia en el Senado. Gabriel Boric cuenta con cinco senadores, mientras que Kast cuenta sólo con un senador. Por ello deberán negociar para imponer las leyes que permitan sus programas de gobierno. El senado cumple su rol de estabilidad al elegir sólo parte de los senadores que duran dos ciclos de elección, más que los presidentes que sólo pueden ser elegidos una sola vez consecutiva.

Además, la consecuencia mayor de la nueva composición del senado es que como en el pasado, hace muy difícil (¿imposible?) la adopción de las reforma constitucionales que requiera la Convención Constitucional, entre otras, la de incluir el mecanismo de plebiscitos dirimentes cuando no se obtengan los 2/3 de convencionales (103) y se puedan proponer mediante un voto de 3/5 (93 convencionales).

¡Todos por Boric! Para que la dignidad se haga costumbre
Kast y Boric van al balotaje presidencial. Creemos que la victoria de Gabriel Boric en la segunda vuelta del 19 de diciembre es lo único que puede contrarrestar el contraataque de la derecha. La victoria de Boric, mantendrá abierta la esperanza de un nuevo Chile cerrando el paso al oscurantismo neoliberal del candidato ultraderechista del Frente Social Cristiano, José Antonio Kast.

Ello porque de acuerdo a la Constitución vigente y ya repudiada por una inmensa mayoría ciudadana en el plebiscito de octubre de 2020, otorga poderes cuasi monárquicos al poder ejecutivo. El presidente tiene la prerrogativa de imponer su veto a toda ley aprobada en el Congreso. Guarda el poder absoluto en definir los proyectos de ley, entre otros aspectos. Con Kast en el poder ejecutivo, el panorama más evidente es el de la ingobernabilidad de Chile, el aumento de la represión y las violaciones de los derechos humanos. Es el de la obstaculización del proceso de redacción de una nueva Constitución, el cuestionamiento de las leyes en materia de género, de matrimonio igualitario, de derechos reproductivos. Lista es larga.

Es indudable que en el nuevo Chile, del retorno del actor social en política desde octubre de 2019, la política no se agota en la transferencia del poder ciudadano en la clase política. Lo probó que fue la movilización la que forzó lo imposible desde 1990, vale decir abrir las puertas al cambio de la Constitución.

Sin embargo, la postergación de las demandas ante la promesa del cambio constitucional no debe hacer olvidar que las demandas populares son concretas y ellas no han sido respondidas: las de los movimientos sociales feministas, de los pueblos originarios, por mejores salarios y condiciones de trabajo, por una educación de calidad, por el acceso a la salud, para terminar con las AFP y dar pensiones dignas, para terminar con las zonas de sacrificio, por los derechos humanos, por la libertad de los presos políticos de la revuelta, entre otros.

Para asegurar que tanto el proceso constitucional como las demandas concretas sean respondidas se debe asegurar una enorme participación electoral que detenga el intento de retorno al pasado y de bloqueo del proceso de cambios. No se trata de delegar el poder ciudadano en la clase política, se trata de crear las condiciones para que se profundice la democracia chilena en la que los ciudadanos puedan participar fuera de las elecciones y sus voces sean escuchadas.

Si el plebiscito de octubre del 2020 fue un primer paso, si la elección de la convención constitucional fue finalmente transformada en un segundo paso. Kast y Boric van al balotaje presidencial el 19 de diciembre y cerrarle el paso a un nostálgico de la dictadura de Pinochet, defensor del status quo, y asegurar la victoria de Boric será un tercer paso, en el camino de liberar Chile de las ataduras que obstruyen la profundización del proceso democratizador.

 

Por Marcelo Solervicens



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  1. Felipe+Portales says:

    Es importante votar por Boric por una profunda razón ética y de derechos humanos: Impedir que llegue a La Moneda alguien que de acuerdo a sus credenciales como Kast lo más probable es que indulte rápidamente a todos los criminales de lesa humanidad; desmontando así el único triunfo de justicia logrado por las agrupaciones y ONG de DD. HH. contra la sistemática búsqueda de impunidad de los gobiernos de la Concertación. Si Lagos fue capaz de indultar al asesino que degolló a Tucapel Jiménez, ¡qué no será capaz de hacer Kast que ha defendido a Krassnoff y que ha sido ovacionado en Punta Peuco!…

  2. Si la agrupación anti ultra derecha que se forma para apoyar a Boric , no es capaz de mover a los «apruebo’ , la DERÉ se come al país (fácticos cívico-milicos) y vayan a llorarle al teniente Bello.

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