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 Decálogo para la segunda vuelta

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El gran aporte de Nicolás Maquiavelo a la política – según Isaiah Berlin – es el divorcio entre la moral normal y la ética política: en una elección política no se trata de optar por un buen padre de familia y cumplir con las normas cristianas de esa época renacentista, muy por el contrario, la ética política se refería al arte de conquistar el poder y conservarlo. En la mayoría de las ocasiones “es mejor ser temido que amado”, según Maquiavelo.

Max Weber sostiene que el político tiene que pactar con el diablo, es decir, administrar el monopolio y la fuerza legítima que no es otra cosa que el poder del Estado.

En esta segunda vuelta, que se realizará el 19 de diciembre próximo, hay que ver de frente los múltiples errores que aportaron una magra votación de Gabriel Boric que, apenas, superó los sufragios obtenidos en las primarias del conglomerado “Apruebo Dignidad”.

Entre esas fallas, en primer lugar, “el Frente Amplio” representa el frente juvenil, fundamentalmente universitarios, que cuenta con poco arraigo político – lo demuestran los resultados de la elección del 21 de noviembre – en las provincias del norte y del sur de Chile, (así no le guste a algunos fanáticos, este movimiento está enraizado en una élite intelectual y política, muy lejana a la cotidianidad de los sectores populares.

En segundo lugar, el sectarismo y el sentido de parroquia que sólo dialoga con los creyentes de siempre – y uno que otro converso – por consiguiente, adolece de capacidad para plantear un proyecto país, que convoque a los ciudadanos más allá de las fronteras de los puros y duros – en democracia, es imprescindible llamar a todo el pueblo para arribar al poder, como también para conservarlo -.

En tercer lugar, la izquierda ha tenido algo de religioso, y de ahí las cercanías entre los partidos cristianos de izquierda con los marxistas de la nueva ola. Este sentido religioso de la política termina, casi siempre, en el purismo, que dificulta la alianza con aquellas personas que no piensan que ellos, es decir, no han sido tocados con el don de la fe, y por lo tanto, son mirados como pecadores y corruptos.

En cuarto lugar, la historia política de Chile está colmada de movimientos juveniles que comenzaron con un pequeño grupo de iluminados, posteriormente, llegaron al culmen personalista del éxito y, posteriormente, adoptaron el camino propio. (es nada  menos que la historia de La Falange Nacional y la Democracia Cristiana, que de ser el Partido hegemónico en los años 60, hoy ha  devenido en una secta enana, carente de apoyo popular), y lo mismo vale, a mi modo de ver, para los Partidos MIR,  MAPU y la Izquierda Cristiana.

En quinto lugar, los movimientos populares exitosos como el 18-O chileno, (2019), al carecer de conducción y de organización, sólo fueron capaces de hegemonizar una época, que marcó un ciclo histórico pero, como es lógico, ha terminado por la sorpresiva irrupción del Covid-19, y se aproxima un nuevo ciclo en que compite – como lo dice el famoso lugar común – entre el miedo y la esperanza.

En sexto lugar, Boric estaría condenado al fracaso si repite el viejo sectarismo y angelismo de izquierda y, necesariamente, “deberá pactar con el diablo”: tratar de convencer a la mayoría de los ciudadanos indecisos, y viajar hacia el centro político, cuya agonía también la diagnosticó la mayoría intelectual, agrupada, primero en el Frente Amplio, y  en la izquierda de la Concertación de Partidos por la Democracia.

En séptimo lugar, la candidatura de Boric debe recorrer Chile ciudad por ciudad, pueblo por pueblo, aldea por aldea, escuchando a los ciudadanos e identificándose con ellos y, sobre todo, abandonando el vanguardismo y sectarismo, muy propio de los partidos políticos mesiánicos, privilegiando la unión sobre cualquier proyecto personal o partidario.

En octavo lugar, Maquiavelo fue contemporáneo del fanático monje Girolamo Savonarola, quien logró movilizar a los bandidos que golpearon a pecadores y prostitutas, (bien valdría recordar que este monje, llamado por el escritor fiorentino “el profeta desarmado”, que hoy, en la Plaza de la Signoria, en Florencia, es recordado con un símbolo, en el lugar en que fue quemado). Cuántos movimientos en la historia han tomado el camino de los profetas desarmados, (baste recordar La Trilogía,  sobre la trilogía de Trotsky de  Isaac Deutscher ).

En noveno lugar, sería encomiable que el movimiento progresista retomara antiguas tradiciones de la historia de Chile: desde el nacimiento de la República existe una larga tradición de lucha por parte de las provincias en contra del absolutismo de la oligarquía santiaguina; por desgracia la izquierda, que tuvo algunos éxitos en Santiago, Valparaíso y Viña del Mar, no fue capaz de identificarse con las luchas cotidianas en la ciudad de Concepción e, incluso, en Magallanes, (región natal del candidato Gabriel Boric), y para qué decir en la Araucanía.

En décimo lugar, si bien el candidato ha sido claro en la condenación de toda dictadura, no faltan en la izquierda quienes apoyen a tiranos,  (a la pareja Ortega y Murillo, en Nicaragua, por ejemplo, que en poco se distinguen de los Somoza). Los ultraizquierdistas, sumados a otros cuantos que se auto-denominan anarquistas, terminan bendiciendo a los tiranos. El camino no es la violencia de minorías “preclaras”, sino la masividad de la resistencia civil de la no violencia activa. Y como decía José Carlos Mariátegui “ni calcos ni copias, creación heroica”.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

24/11/2021

Bibliografía:

Berlin, Isaiah, El sentido de la realidad. Sobre las ideas y su historia, Taurus, Barcelona, 1998

Chabod, Federico, Escritos sobre Maquiavelo, FCE, 1984

Deutscher, Isaac, El Profeta armado (1954), el Profeta desarmado (1959) El Profeta desterrado (1963).

 

Historiador y cronista

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