El destino entrelazado de dos constructores de sociedad nueva: Arquitectos Carlos Gajardo Wolff y Luis Guendelman Wisniak
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“…Un día no determinado del mes de octubre de 1974” y un fallo judicial 47 años después unen a dos hombres que resultan compartir más que la última vez que fueron vistos con vida en un centro de detención y tortura de la dictadura.
El nebuloso “día no determinado” a partir del cual permanecen desaparecidos, como señala el fallo en ambos casos, no es lo único que comparten Carlos Gajardo Wolff y Luis Guendelman Wisniak. A los cercanos de estos arquitectos idealistas no les consta que se hayan conocido antes de su detención. Sin embargo, uno en Valparaíso y el otro en Santiago, eligió la senda de constructor de una sociedad nueva y más justa.
Carlos Gajardo, nieto de inmigrantes alemanes, nació el 26 de julio de 1940 en Concepción, a una familia de “clase media laica, de provincia, austera, […] y con un gran sentido de responsabilidad social,” describe su compañera de vida Eliana Ceriani. Un compañero de curso, Edgardo Enríquez, llegaría a ser un amigo entrañable, y, más tarde, compañero de militancia. Terminado el sexto de humanidades, partió a Valparaíso a formar parte de la generación pionera de la nueva facultad – al principio, “curso”- de arquitectura de la Universidad de Chile de Valparaíso.
Se le recuerda como una personalidad luminosa, sobresaliente tanto por su físico – alto, pelo castaño claro, espesos bigotes a la antigua – como también su calidad humana, solidaria y de liderazgo, que se consta en su elección en 1961 a presidente del centro de estudiantes y posterior re-elección por dos períodos mas. “Carlos tuvo en muchos de nosotros una indudable influencia. Sin él probablemente los sueños que nos inflamaron en esa época no hubiesen sido tan intensos y no tendríamos hoy día la sensación que por encima de todos los dolores valió la pena vivir esos agitados años universitarios en la vieja Escuela de la calle Blanco”, afirma un compañero arquitecto.[i]
Su visión de la arquitectura como vehículo esencial para el desarrollo de la dignidad humana- visto en su papel en la creación de la Escuela Nocturna para Obreros de la Construcción en 1961- se consolidó tras el VII Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos, realizado en La Habana, en septiembre del 1963. La delegación de Valparaíso regresó imbuida del sentido de la responsabilidad de contribuir concretamente a la transformación de la sociedad.
Eran años de un despertar social-político. Los registros fotográficos de los años anteriores muestran que en Chile se vestía muy oscuro, y en las marchas de la CUT se ve a los hombres con vestón y sombrero. En su hábito de usar ropa de color claro, Carlos Gajardo fue un adelantado de la efervescencia y del destape social que llegaría a Chile a mediados de los ’60.
Una compañera cercana, Viviana Teuche, ha señalado que Carlos “se preocupó de desarrollar en el alumno- por sobre todo – una visión dialéctica del espacio y de la forma, de los volúmenes en crecimiento en el tiempo” los cuales permitiera a un habitante de vivienda pública ir expandiendo su hogar conforme su necesidad.[ii] Por los sectores poblacionales de los cerros de Valparaíso y Viña del Mar, y en los sectores rurales aledaños de Quillota, La Calera y Quilpué impulsó el trabajo en terreno de los estudiantes a través de los Talleres Territoriales de Diseño Arquitectónico y Urbano. Carlos tomaba muy en serio las tareas que se asignaba reprochaba la falta de responsabilidad, agrega Eliana Ceriani.
En 1968, cuando el auge de la reforma universitaria fraguó cambios curriculares y conceptuales como también compromiso político, Carlos empezó su docencia; también se casó con Eliana. En Santiago, Luis entró a estudiar arquitectura en la Universidad de Chile, en su sede de Cerrillos.
Luis Alberto Guendelman Wisniak nació el 28 de septiembre de 1949 a una familia de Ñuñoa, descendiente de inmigrantes judíos. Fue excelente alumno, y era pintoso; sus ojos celestes atraían a varias muchachas, recuerda un amigo de liceo. Escribía poesía, y declamaba poesía en la facultad. “El Luis Guendelman era un artista, era un poeta,” asegura con cariño un compañero de arquitectura.
En algún momento, Lucho dio un giro hacia un mayor toma de conciencia, que se reforzó al entrar al mundo de la facultad de arquitectura, cuna de constructores de un mundo nuevo. Cuando una prima empezó a toparse con él en marchas callejeras, no le extrañaba verlo. Después que su familia dejó Chile en septiembre de 1970 y se quedó solo, Luis aparecía con melena, bigote y barba, que casi no se le veía la cara, desde el cual parecían brillar más sus ojos claros entre tanto pelo. “A los otros [de su familia] le darían un ataque!” le comentó.
En noviembre de 1970 se produjo el traslado de 1500 personas de tres enormes tomas de terreno, a un rincón noroeste de la comuna de La Florida, que se llamó Campamento Nueva La Habana, apoyado por el flamante gobierno de la UP donde el MIR tuvo un papel importante. Los estudiantes de arquitectura, entre ellos Luis, estuvieron presentes en este proyecto donde se construía no solo viviendas dignas sino vida comunitaria. Los futuros arquitectos aprendieron en terreno la esencia del urbanismo: ayudaron a trazar las manzanas, y estudiaban como la forma de los pasajes, las entradas de calle, y áreas verdes creaban una comunidad planificada y más participativa. Allí se fue a vivir a una mediagua el dirigente de la FER (Frente de Estudiantes Revolucionarios) Mario Peña Solari, compañero de Luis con quien estudiaba y preparaban maquetas. En diciembre 1974, Mario también sería detenido y forzosamente desaparecido.
Una faceta que diferencia Carlos de Luis es el nivel de participación política. Carlos Gajardo fue un conocido alto dirigente del MIR. A partir del golpe de estado, se esfumó en la clandestinidad. Al momento de su detención, llevaba un par de meses en casa de su hermana en Santiago, en calle José Domingo Cañas a pocas cuadras del cuartel Ollague, donde inició su detención. En relación a Luis, que fue llevado detenido desde su casa en Bellavista, su involucramiento con el MIR no está del todo claro. No obstante, una vez en las manos de los verdugos, sabemos que el nivel de involucramiento político tenía poca relevancia, ni ninguna garantía de recibir un trato leve.
Luis pasó su vigésimo quinto cumpleaños en cautiverio, quizás en Cuatro Alamos, probablemente cuando estuvo Carlos. Cuatro Alamos consistía en un pabellón de madera con celdas contiguas. Desde la pieza 13, donde estuvo Carlos a fines de septiembre y octubre, ¿se habrá enterrado de la proximidad de otro arquitecto? Bastaba hablar fuerte de una pieza a otra para enviar un mensaje a piezas distantes. Son especulaciones difíciles de comprobar.
Al momento del golpe cívico-militar, Carlos era candidato a vicerrector de la Universidad de Chile en Valparaíso y su hijita Paula tenía tres años. Luis se había casado a principios del año, le faltaba poco para titularse, y trabajaba con la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU).
A partir de sus detenciones, los familiares de cada uno iniciaron un periplo de gestiones, cartas, visitas, consultas para dar con el paradero de ellos. Los primeros recursos de amparo presentados en septiembre 2021 dieron curso a un largo camino que dio fruto con el fallo definitivo dictado a fines de julio por la Segunda Sala de la Corte Suprema. Esta confirmó la contundente resolución de primera instancia del ministro Hernán Crisosto Greisse de 2015, que determinó que los mismos 13 agentes del estado que detuvieron a Luis Guendelman durante la noche del 2 de septiembre de 1974, detuvieron a Carlos Gajardo Wolff el día 20 de ese mes. El abogado Nelson Caucoto valora que al rechazar unánimemente los recursos presentados por la defensa, el máximo tribunal “estaría rechazando los recursos presentados en otros episodios de Operación Colombo, “pues la argumentación es la misma.” Por tanto, los casos de Carlos y Luis podrían aportar de manera relevante a la justicia para los demás.
Otros seis arquitectos detenidos y forzosamente desaparecidos entre septiembre 1973 y 1974 esperan verdad y justicia: Yactong Juantok, gran amigo de Carlos en Valparaíso; Mario Peña, compañero de Luis en Santiago; el conocido profesor de la Universidad de Chile Santiago Francisco Aedo; Ida Vera Almarza de Santiago, y Alejandro Rodríguez, de la Universidad Católica de Santiago. Además, el arquitecto Leopoldo Benítez Herrera, también profesor de la Universidad Católica de Santiago, fue asesinado en la semana tras el golpe militar.
A un año del secuestro de Luis, un pariente publicó en el New York Times una columna titulada “Where is Luis Alberto Gundelman [sic]?” Dio cuenta de una conversación telefónica que sostuvo con Walter Heitmann, el general de la Fuerza Aérea y el embajador chileno a los Estados Unidos: “Son todo mentiras, mentiras, todas esas historias de tortura y detenciones son falsas. Mentiras… averiguaremos si esta historia sea verdad… pero este Gundelman… ni siquiera es un nombre chileno!”[iii]
En julio 1975, ese nombre fue utilizado en el preludio a Operación Colombo. Las identidades de cuatro personas fueron usurpadas en un operativo de inteligencia conjunto chileno-argentino cuando cuatro cuerpos calcinados fueron acompañados por los nombres de David Silberman, Jaime Robotham, Juan Carlos Perelman y Luis Guendelman. Fue un montaje burdo y despiadado que buscaba despistar las averiguaciones de los familiares sobre el paradero y destino de sus seres queridos.
La justicia alivia, afirman los familiares, pero aún falta la verdad plena para develar el destino final de Carlos y Luis. Cuatro décadas después, quienes antes secuestraban personas mantienen secuestrada la verdad.
Por Maxine Lowy
[i] Arquitecto Sergio Moffat López, en “Ocho arquitectos en la memoria”, (2005) p. 100.
Todas entrevistas re
[ii] Viviana Teuche, “Ocho arquitectos en la memoria”, p. 87
Las entrevistas con amigos y compañeros de Luis Guendelman fueron realizadas por mi en 2015.
[iii] Laurence Leamer, “Where is Luis Alberto Gundelman?” New York Times, 18 de octubre de 1975.
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