Los mentores de José Antonio Kast: pinochetistas 2.0, Partido Vox de España, Jair Bolsonaro y Donald Trump
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El cientista político italiano, Giovanni Sartori, en su obra Partidos y Sistemas de Partidos: marco para un análisis, describe lo que él denomina “el pluralismo polarizado” y el panorama en esta situación, el centro político tiende a desaparecer, limitándose la lucha por el poder en una competencia entre Partidos políticos de tendencia extrema.
Este aserto del cientista político italiano es, perfectamente, aplicable para los dos candidatos que, según las encuestas de opinión ciudadana, pasarán a la segunda vuelta en las elecciones presidenciales en nuestro país, comicios a celebrarse el próximo 21 de noviembre.
José Antonio Kast y Gabriel Boric, probables contendores en la segunda vuelta, representan dos visiones de la sociedad absolutamente contrapuestas: el primero, el regreso al pasado dictatorial pinochetista y, el segundo, encarna el cambio.
A esta situación, en la cual predomina el miedo ante el incierto porvenir, los unos, envenenados por el anticomunismo infantil, (se comerán su propia campaña del terror), y los otros, con mucha razón, temen la irrupción del pinochetismo, esta vez, encabezado por el civil José Antonio Kast.
Kast, el candidato de la ultraderecha, se disfrazará de socarrona sonrisa, y de inofensiva paloma para ganar ciertos sectores de la derecha, que se definen como “progresistas liberales”, (Mario Desbordes, de RN, y algunos del Partido Evopoli, (encabezados por Francisco Undurraga y algunos lavinistas del Partido Unión Demócrata Independiente, UDI). Kast representa un sector fascista católico, que se autodefine como Social Cristiano, razón por la cual sigue siendo un discípulo del dictador Francisco Franco, de Augusto Pinochet, (el de perla en corbata), Jair Bolsonaro, (hoy acusado de crímenes de lesa humanidad por una comisión del senado Brasilero), y de Donald Trump, (este último Presidente pretendió evitar las migraciones por medio de un muro que, en el caso de Kast, sería reemplazado por una zanja de 1.200 kilómetros, extensión de las fronteras entre Chile, Perú y Bolivia). Ahora, quien mejor representa al fascismo católico es el Partido Vox, de España, cuyo líder es Santiago Abascal.
El candidato de la llamada “centro-derecha”, Sebastián Sichel, (cuya caída libre es constante, y previsible que no llegue a segunda vuelta), al presentarse como independiente y anti-partidos políticos e, incluso, osar la crítica en contra de quienes lo apoyan, han terminado por hundirlo.
Por su parte, la centro-izquierda, hoy representada por la Demócrata Cristiana “chascona”, Yasna Provoste, tiene un 10% de distancia con los dos primeros, (Boric y Kast), y se ve difícil que remonte en menos de un mes de las elecciones.
En un pasado reciente, el Presidente Piñera se refirió a los “cómplices pasivos”, (colaboradores civiles de la dictadura de Pinochet, que ayudaron a denunciar a los opositores al régimen, y que fueron reprimidos en forma salvaje, muchos de ellos hasta la muerte); por mi parte, pienso que la expresión “pasivos” sobra, pues siempre la derecha estuvo cómoda con la dictadura, y mal que mal, los empresarios se enriquecieron al implementar las políticas de los Chicago Boys, así como a través de desnacionalización de las empresas públicas.
No en vano Pinochet es el único líder de la derecha que ha durado 17 años en el poder y sigue vigente hasta hoy, y en el caso de Sebastián Piñera, sólo ha dejado como herencia el derrumbe de su combinación política. Pinochet legó a la derecha las trampas de la Constitución ilegítima, (la de 1980), que la ha favorecida a partir de su promulgación.
La derecha fascista cristiana no es nueva en el mundo y en Chile en particular: en el Papado de Pío XII, algunos sectores de la iglesia fueron colaboradores de los ex nazis derrotados en la Segunda Guerra Mundial, trasladándolos con Pasaportes vaticanos, principalmente hacia América Latina. Bolsonaro y Trump ganaron con el apoyo de los evangélicos pentecostales; en Chile existió un partido nacionalista-fascista, llamado “Los Estanqueros”, cuyo jefe fue el candidato presidencial Jorge Prat; incluso, el historiador chileno Jaime Eyzaguirre, admirador Franco, se proclamaba “hispanista”. Hacia los años 30 del siglo XX, el candidato de la derecha, Gustavo Ross Santa María, estuvo tentado de tomar el camino dictatorial en el caso de que perdiera las elecciones contra el Frente Popular, liderado por Pedro Aguirre Cerda, (sugiero consultar a Gumucio, Vives, Apuntes de medio siglo).
Gran parte de la derecha, ante el panorama actual, y la alianza oficialista de partidos, (UDI; RN; Evópoli), en pleno derrumbe, no tiene ningún problema en refugiarse bajo el alero del candidato José Antonio Kast, y al fin y al cabo, la propuesta de militarización de la Araucanía, la rebaja de impuestos para los más ricos y, sobre todo, el marcado anticomunismo, en el fondo de su alma Kast representa a los derechistas tan bien como Pinochet, (“el único comunista bueno es el comunista muerto”).
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
30/10/2021
Bibliografía
Sartori, Giovanni, Partidos y sistemas de Partidos: marco para un análisis, Alianza Editorial, Madrid, 2005
Gumucio, Vives, Rafael Agustín, Apuntes de medio siglo, Chile América, CESOC, Santiago, 1994
hugo+beal+R. says:
og
Renato+Alvarado+Vidal says:
>José Antonio Kast y Gabriel Boric, probables contendores en la segunda vuelta, representan dos visiones de la sociedad absolutamente contrapuestas
En realidad esta contraposición no parece tan «absoluta»; en ambos casos se mantendría el mismo modelo económico y el mismo carácter de clase. La diferencia sería que cuando el pueblo salga una vez más a las calles a conquistar la dignidad, Kast reprimiría con entusiasmo mientras Boric lo haría con sentimiento de culpa.