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¿A quién favorece el golpe de efecto de Sichel?

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La derecha se diferencia de la izquierda por carecer de ideas y, en cambio, privilegiar sus propios intereses, por consiguiente sigue siendo bastante pragmática para superar las crisis provocadas por candidatos que se derrumban. Un golpe mediático, como el protagonizado por Sebastián Sichel en la noche del 26 de octubre, habría provocado en la izquierda una balcanización de proporciones, acusándose unos a otros, y profiriendo los peores epítetos.

La historia de la derecha chilena podría sintetizarse en las frases “tantas veces me mataron, tantas resucité y…” y hoy se emplea la palabra resiliencia como la capacidad de una persona para superar una crisis; ahora recuerdo varios ejemplos a fin de verificar este aserto: en 1965 desaparecieron los partidos políticos históricos, Liberal y Conservador y, en poco tiempo los estanqueros de Jorge Prat y de Sergio Onofre Jarpa, que venían del ibañismo, se unieron a los grupos restantes de los partidos históricos para crear el Partido Nacional, (esta vez, hegemonizados por los nacionalistas de Jarpa que, en la primera elección como Partido, obtuvo el 20% de los sufragios).

En la primera elección de la transición a la democracia, en 1989, el hippie neoliberal y ex ministro de Hacienda durante el gobierno de Augusto Pinochet, en plena campaña planteó sus dudas para seguir como candidato a la presidencia de la nación. A este “místico” con chasquilla la montaña le habló. Después, otro candidato, extraño a los partidos de derecha, (hijo de un ferretero, de Maipú), se vio obligado a renunciar a su candidatura cuando la Prensa dio a conocer que tenía depósitos en Las Islas Vírgenes; otro místico, que creía escuchar mensajes de Jaime Guzmán Errázuriz, (fundador del Partido Unión Demócrata Independiente), después de ganar en las primarias al candidato Andrés Allamand, envió a sus hijos a anunciar que se retiraría de la contienda electoral, pues estaba aquejado de una grave “melancolía”.

El discurso del actual candidato de la derecha, Sebastián Sichel, tuvo una escucha de 42 puntos de rating, (equivalente a más de dos millones de televidentes), y en un panorama en que un 50% aún no está decidido por uno de los siete candidatos, el discurso de Sichel debiera haber tenido el efecto de una bomba.




Algunos ciudadanos tal vez esperaban que Sichel hubiera renunciado a su candidatura, pero sólo se limitó a “conceder libertad de acción” a los partidos políticos que lo apoyaban. Este candidato derramó toda su amargura y desencanto sobre los partidos de la alianza Chile Vamos, acusándolos de haber traicionado su compromiso, es decir, no honraron su palabra, (poco menos – dio a entender – que eran unos oportunistas mentirosos).

Posteriormente, Sebastián Sichel se lanzó en contra de su rival de derecha, José Antonio Kast, (fascista, pinochetista, bolsonarista). La “catilinaria” del candidato de la centro-derecha, fue más radical contra Kast, que cualquiera de los ataques de la izquierda al candidato de extrema derecha.

Sichel, es más un ambicioso de poder y del dinero que un hombre clásico de la derecha, y ganó las primarias presidenciales gracias a un pequeño equipo de cinco empresarios, que se constituyeron en sus mecenas; disciplinar a cinco personas es una tarea fácil, pero hacerlo con parlamentarios y jefes de partidos políticos, que pertenecen a la “fronda” y, además, se sienten como “señores feudales”, es muy distinto, y Sichel, con su discurso anti-partido, no pudo con ellos.

Parte de los votos de Sichel ya van a José Antonio Kast, pero en sectores centro-derecha estarían tentados en apoyar a la candidata de la Democracia Cristiana, Yasna Provoste, y otros sectores no desean que los dos candidatos que pasen a la segunda vuelta pertenezcan a la izquierda y/o a la derecha, agudizando  el panorama político nacional con una crisis de legitimidad y de representación.

La Democracia Cristiana tiene  el mérito de marcar a fuego a quienes han militado en ese Partido: a pesar de que muchos de ellos han abandonado la DC, siguen manteniendo en su ADN el discurso aprendido, y algo de esto ocurre con Mariana Aylwin, como también con Sebastián Sichel, (también militó en la Democracia Cristiana), pues “quien nace sacristán muere como tal”.

Sichel ignora el acontecer parlamentario, y está convencido de que aún responde a órdenes de Partido, y que todos se pelean por aparecer en la foto con su candidato presidencial, pero se da el caso de que, actualmente, no hemos constatado ninguna foto de candidatos al Congreso que figuren en la foto con Sichel.

Parte de los militantes del Partido Renovación Nacional ha decidido dedicarse a su campaña parlamentaria, y en la derecha, al menos,  hay un sector que sigue, al anterior presidente de RN, Mario Desbordes, lo mismo ocurre con algunos otros parlamentarios de derecha que  no están dispuestos a apoyar a Kast, simplemente porque no son fascistas.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

27/10/2021



Historiador y cronista

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