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Un gil avivado

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En el coa, el lenguaje de los ladrones chilenos, hay una expresión que define con bastante agudeza al sujeto que intenta mostrarse como inteligente, audaz, buen ladrón, pero cuyo intento no pasa de ser una postura que a veces logra ser bien actuada al extremo de convencer a algún inadvertido.

Se trata del gil avivado.

La palabra gil proviene de la antigua palabra jili, la que, en el caló de los gitanos españoles define a una persona inocente, boba, tonta, cándida.

En el coa chileno, como en el lunfardo argentino y en casi toda América Latina, la palabra gil define a una persona tonta, de pocas luces y también a alguien que es presa fácil para ser objeto de un robo, del abuso o la burla.




En el ambiente de la delincuencia el vivo es el ladrón por definición. Es el sujeto movido, audaz, que da golpes de cierta importancia, que tiene cierta figuración en el ambiente, que luce ciertos rasgos de líder y que maneja el lenguaje delictivo con precisión y soltura.

 

Hablamos de ladrones, gente chora, del hampa, de vivos que hacen del robo una manera de vivir, una cultura profunda y arraigada y si esta definición coincide con algunos políticos, es culpa de la escritura que, como sabemos, de pronto le da por mandarse manda sola.

 

Más aún, el vivo es quien genera las mejores expresiones y palabras en el coa por lo que es reconocido.

El gil avivado, por su parte, es una persona que intenta, aparenta, simula ser alguien inteligente, vivaz, audaz o preparado, pero en el fondo no lo es.

Un gil avivado hará esfuerzos por aparentar sino todos, por lo menos algunos de esos rasgos que hacen del vivo una persona respetada en el ambiente, una persona de valer, ladrón de respeto

Normalmente el gil avivado es denunciado por sus propias torpezas. Le queda grande el rol de vivo, pero intenta denodadamente que su medio le reconozca sus supuestas habilidades y características.

Un gil avivado buscará, desplegando ciertas capacidades que sí tiene, personas débiles, crédulas o miedosas, tal como en el fondo es él mismo, para entrenar sus aptitudes inexistentes. Y, de tarde en tarde, atinará en sorprender a esas personas aún más giles, con sus supuestos atributos, su plumaje de vivo impostado y falso.

Es cuando despliega sus mayores torpezas.

Para un vivo de verdad, para alguien con experiencia en el hampa, con trayectoria y vocación de ladrón, un gil avivado se reconoce de inmediato casi por su manera de caminar. Por su mira translucida intentando ser dura y decidida, pero que no llega a ser una solicitud gestual lastimera y pobre. Un gil avivado en manos de un vivo de respeto es un muñeco de trapo que hará lo que le digan, aunque se exponga a la risa del respetable público. No le va a interesar la mofa, si acaso llegara a enterarse.

Hay inadvertidos, eso sí, que muchas veces son sorprendidos por estos pseudo vivos porque sus actuaciones convincentes y/o circunstancias favorables logran sobrepasar la barrera de la torpeza evidente y parapetarse en un discurso que, por lo menos, genera dudas.

Eso sí. Un gil avivado jamás logrará engañar a un choro viejo, con experiencia, máster en el negocio de quedarse con lo ajeno, de vivir del robo en sus numerosas e imaginativas variantes. Jamás se ha visto a un vivo apoyando, colaborando, poniendo fianza a un gil avivado

Tarde o temprano se va a comprobar que es un gil avivado es sujeto del que mejor vale desprenderse.

Resulta curioso que, intentando hablar de la situación política y de ciertos presidenciales de derecha, haya saltado a este tema de apariencia diferente.

Hablamos de ladrones, gente chora, del hampa, de vivos que hacen del robo una manera de vivir, una cultura profunda y arraigada y si esta definición coincide con algunos políticos, es culpa de la escritura que, como sabemos, de pronto le da por mandarse manda sola.

 

Por Ricardo Candia Cares

 

 

 



Escritor y periodista

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  1. Allende los Andes , la «viveza criolla» destaca a aquella acción que anda buscando la oportunidad de apropiarse de algo ajeno , de engatuzar a algún gil,
    de destacarse el algo , de «hacerse» un penal, de , en fin , ser «vivo» siendo también un gil .

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