Un aumento de tasas equivocado
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El fuerte aumento de tasas por el Banco Central es un error de política que crea un horizonte de restricción de la actividad, la que ha logrado recuperarse de la crisis de 2020 gracias a un aumento del consumo de los hogares y en alguna proporción de la inversión. Esta medida se agrega al término abrupto de los apoyos a las familias en noviembre y una caída programada del gasto público de 22,5% para 2022.
Se prepara un ajuste recesivo absurdo tanto por el lado de la política monetaria como de la política fiscal. Esto no se justifica frente a una inflación anual de poco más de 5%, como en muchos otros lugares del mundo, incluyendo Estados Unidos, país cuyo banco central no tiene contemplados aumentos de tasas en el corto plazo dados los componentes temporales de la inflación actual, con diversas restricciones de oferta que se irán levantando. A su vez, la compensación de ingresos reales a los más pobres debe hacerse de manera directa en vez de afectar de manera general la dinámica de creación de empleos subiendo la tasa de interés.
El BC alude expectativas inflacionarias que él mismo ha estimulado en sus argumentos de oposición pública y militante a retiros de ahorros de los fondos de pensiones y su defensa del sistema de capitalización individual, lo que excede con creces su mandato, supuestamente técnico y restringido a la política monetaria.
Cabe subrayar, además, que el Banco Central ha incidido en la inflación importada con su política extemporánea de compras de divisas para aumentar el nivel de reservas, lo que contribuyó a encarecer el dólar y los bienes sujetos al comercio exterior, muy relevantes en la canasta de consumo, política que solo en el día de hoy ha sido suspendida. El Banco Central debiera concentrarse en una mantención de la inflación en no más de 3% anual en un horizonte de política de 24 meses y no actuar presionado por una lógica de activismo coyuntural precipitado y menos por opciones ideológicas particulares.
Por Gonzalo Martner