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Abdulrazak Gurnah; Nobel de Literatura y voz de los refugiados y desplazados

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El escritor tanzano radicado en el Reino Unido Abdulrazak Gurnah, cuya obra explora el profundo impacto de la migración en las personas desarraigadas y los lugares donde hacen sus nuevos hogares, ganó el Premio Nobel de Literatura el jueves.

La Academia Suecia dijo que el premio es un reconocimiento a su “inflexible y compasiva penetración de los efectos del colonialismo y el destino del refugiado en el abismo entre culturas y continentes”.

Gurnah, jubilado recientemente como profesor de literatura poscolonial en la Universidad de Kent, recibió la llamada de la academia en la cocina de su casa en el sur de Inglaterra y al principio pensó que se trataba de una broma.

Se expresó “sorprendido y conmovido” por el premio.

Gurnah dijo que los temas de migración y desplazamiento que ha explorado “son cosas que nos acompañan todos los días”, incluso más ahora que cuando llegó a Gran Bretaña en la década de 1960.

“La gente está muriendo, la gente está siendo lastimada en todo el mundo. Debemos abordar estos problemas de la manera más amable”, dijo.

“Todavía estoy procesando el hecho de que la Academia haya elegido resaltar estos temas que están presentes a lo largo de mi trabajo”, agregó. “Es importante abordarlos y hablar sobre ellos”.

Nacido en 1948 en la isla de Zanzíbar, ahora parte de Tanzania, Gurnah se mudó a Gran Bretaña como refugiado adolescente en 1968, huyendo de un régimen represivo que perseguía a la comunidad árabe musulmana a la que pertenecía.

Ha dicho que “tropezó” con la escritura después de llegar a Inglaterra como una forma de explorar tanto la pérdida como la liberación de la experiencia del emigrante.

Gurnah es autor de 10 novelas, entre ellas “Memory of Departure”, “Pilgrims Way”, “Paradise” (“Paraíso”) — nominada al Premio Booker en 1994 —, “By the Sea” (“En la orilla”), “Desertion” y “Afterlives”. Los escenarios para sus historias van desde el este de África bajo el colonialismo alemán hasta la Inglaterra actual. Muchas exploran lo que él ha llamado “una de las historias de nuestro tiempo”: el profundo impacto de la migración tanto en las personas desarraigadas como en los lugares donde establecen sus nuevos hogares.

Gurnah, cuya lengua natal es el suajili pero escribe en inglés, es el sexto autor nacido en un país africano que recibe el Nobel de Literatura, que ha estado dominado por escritores europeos y norteamericanos desde que se creó en 1901.

El escritor nigeriano Wole Soyinka, que ganó el Nobel de Literatura en 1986, recibió con beneplácito la noticia del último premio a un africano como prueba de que “las artes, y la literatura en particular, están bien y prosperan, una sólida bandera ondeó sobre realidades deprimentes” en “un continente en penuria permanente”.

“¡Que la tribu aumente!”, dijo Soyinka a la AP en un correo electrónico.

Anders Olsson, presidente del Comité del Nobel de Literatura, lo calificó como “uno de los escritores postcoloniales más destacados del mundo”. Dijo que era significativo que las raíces de Gurnah estén en Zanzíbar, un lugar que “era cosmopolita mucho antes del bono de la globalización”.

“Su trabajo nos brinda una imagen vívida y muy precisa de otra África no tan conocida para muchos lectores, una zona costera en y alrededor del Océano Índico marcada por la esclavitud y formas cambiantes de represión bajo diferentes regímenes y potencias coloniales: portuguesa, india, árabe, alemana y británica”, dijo Olsson.

Agregó que los personajes de Gurnah “se encuentran en el golfo entre culturas… entre la vida que quedó atrás y la vida que comienza, enfrentando el racismo y el prejuicio, pero obligándose a acallar la verdad o reinventar una biografía para evitar el conflicto con la realidad”.

Luca Prono dijo en el sitio web del Consejo Británico que en la obra de Gurnah, “la identidad es una cuestión de cambio constante”. El académico indicó que los personajes de Gurnah “perturban las identidades fijas de las personas que encuentran en los entornos a los que migran”.

La noticia del premio fue recibida con entusiasmo en Zanzíbar, donde quienes conocían a Gurnah lo describieron como una persona modesta de voz suave.

“La reacción es fantástica. Muchos están felices, pero muchos no lo conocen, aunque los jóvenes están orgullosos de que sea de Zanzíbar”, dijo Farid Himid, quien se describió como un historiador local cuyo padre había sido maestro del Corán del joven Gurnah. “No he tenido la oportunidad de leer ninguno de sus libros, pero mi familia habló de ello”.

Gurnah no solía visitar Zanzíbar, dijo, pero de repente se ha convertido en la comidilla de los jóvenes en la región isleña semiautónoma.

“Y muchas personas mayores están muy, muy felices. También yo, como zanzibarí. Es un nuevo paso hacer que la gente vuelva a leer libros, pues internet los ha relevado”.

Hamad Mbarouk Hamad, director del Centro de Artes Culturales en Zanzíbar, dijo que se sentía “orgulloso” por la noticia, aunque admitió que no ha leído ninguna de las obras del escritor.

“Es famoso entre aquellos a los que les gusta estudiar. Para la gente común, no lo creo”, dijo Hamad.

Los galardonados reciben una medalla de oro y 10 millones de coronas suecas (más de 1,14 millones de dólares) que proceden del legado que dejó el fundador de los premios, el inventor sueco Alfred Nobel, a su muerte en 1895.

La ganadora el año pasado fue la estadounidense Louise Glück, por lo que los jueces llamaron “su voz poética inconfundible que con belleza austera vuelve universal la existencia individual”.

Glück fue una elección festejada después de varios años de controversias. En 2018 se aplazó el premio luego de una serie de denuncias de abusos sexuales que remecieron la Academia Sueca, el organismo que elige en secreto a los ganadores. La elección en 2019 del austríaco Peter Handke causó protestas debido a su enérgico apoyo a los serbios en las guerras de los Balcanes de la década de 1990.

El Comité del Nobel concedió el lunes el premio de Medicina a los estadounidenses David Julius y Ardem Patapoutian por sus descubrimientos acerca de cómo el cuerpo humano percibe la temperatura y el tacto.

El de Física reconoció a Syukuro Manabe y Klaus Hasselmann por su trabajo en “el modelado físico del clima de la Tierra, la cuantificación de la variabilidad y la predicción fiable del calentamiento global” y a Giorgio Parisi por “el descubrimiento de la interacción del desorden y las fluctuaciones en los sistemas físicos desde escala atómica a planetaria”.

Adicionalmente, el de Química, anunciado el miércoles, premió a Benjamin List y David W.C. MacMillan por hallar una manera “ingeniosa” de construir moléculas que sirven para hacer desde medicamentos a saborizantes.

En los próximos días se anunciarán los ganadores del Nobel de la Paz y el de Economía.

Con material de agencias

 

Fuente: La Jornada

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