Un debate presidencial con cinco de los siete candidatos inscritos
Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 51 segundos
Las elecciones presidenciales están coincidiendo con una Convención Constituyente que, en el plazo de un año, debiera cambiar completamente el sistema político de Chile, por consiguiente, la elección de senadores es inútil si la mayoría de los Convencionales aprueba un cambio de régimen político, desde el presidencialismo monárquico al sistema semipresidencial o, aún más radical, al parlamentario.
El Presidente que sea elegido el 21 de noviembre va a tener que enfrentar un difícil panorama tanto en lo político, como en lo económico y social, debido a las cuatro décadas de neoliberalismo duro, (pinochetista), y blando, de la (Concertación de Partidos por la Democracia), que han estado minando la economía y deteriorando el tejido social.
El debate del día 22 de septiembre no contó con los candidatos Marco Enriquez-Ominami y Franco Parisi, ambos figuran con candidaturas presidenciales anteriores y bastante habilidad en los foros, y no es de extrañar que la dirección de los canales CNN y CHV se hayan negado a aceptar su participación en el debate, (en Chile y los Países de América Latina, tienen una línea editorial trazada por sus dueños que, finalmente, termina por favorecer a la derecha; la libertad de expresión y de opinión es uno de los principios de la declaración de los Derechos del Hombre, que nunca se cumplen).
Si bien las encuestas en la mayoría de las veces no aciertan, son necesarias como fotografías de la realidad, al menos, para saber cómo se ubican las distintas candidaturas, respecto a la opinión pública que, en definitiva, decidirá la elección presidencial.
El debate de ayer contó con algunas novedades interesantes, entre ellas, las preguntas y respuestas entre los candidatos participantes y tiempo establecido y regulado por cada candidato, evitando así las largas elucubraciones y frases inútiles y cargadas de promesas.
Gabriel Boric tiene serias posibilidades de llegar a La Moneda, pues cuenta, desde ya, con más de un millar de votos; en las últimas encuestas, en segundo lugar se ubica Sebastián Sichel, (tiene el peso y apoyo de tu tocayo, el Presidente actual, cuya desastrosa gestión sería difícil de superar); el tercer lugar correspondería a Yasna Provoste, quien comenzó cojeando; en cuarto lugar, el fascista “alemán”, José Antonio Kast, defensor de violadores de derechos humanos y militarista prusiano; en quinto lugar va Franco Parisi, candidato del Partido de la Gente; en sexto lugar, Marco Enríquez-Ominami, quien tuvo que superar los muchos obstáculos impuestos por la Fiscalía y el Servicio Electoral; en séptimo lugar, Eduardo Artés, de la izquierda radical, Unión Patriótica.
En el debate, el candidato Gabriel Boric demostró dominio y capacidad política para enfrentar a sus rivales, respondiendo a la crítica de quienes no creen aún que los jóvenes no poseen aptitudes para desempeñarse en la primera magistratura, (Diego Portales llamaba a ese cargo – y con razón – “un empleíto”. Boric supo mostrar, en toda su desnudez, al fascista Kast.
La mayoría de los candidatos progresistas pudieron arrinconar al candidato del Presidente, Sebastián Piñera, Sebastián Sichel que, a juzgar por su currículo y trayectoria, es de baja calidad política, y ha pasado por distintas destinaciones – la última, presidente del BancoEstado, donde dejó mucho que desear, especialmente en su tratamiento respecto a la Pymes.
José Antonio Kast, como era de esperar, se dedicó a la defensa del brutal actuar de Carabineros y militares, y atribuir, con saña, la calidad de violentista al candidato Gabriel Boris, acusándolo de defender a los terroristas, (no sólo en Chile, sino también en los demás países de América Latina, la derecha entona la misma canción: acusar a sus rivales de abogar por las dictaduras de Venezuela, Nicaragua y Cuba, y a las víctimas de la represión de ser terroristas y promotores de la violencia, y cuando no, a imitación de Trump, de fraude si pierden las elecciones).
El candidato Eduardo Artés, a tener muy pocas posibilidad de ganar, según las encuestas, ha tenido buenas participaciones en televisión, y su discurso radical se hace coherente, pues el país, gobernado por Piñera, está llevando a Chile a un cambio más profundo, de lo que este candidato denomina “la insurrección de octubre”.
La candidata de la Democracia Cristiana, Yasna Provoste, tiene que llevar un peso enorme de su Partido que, a partir de la elección del camino propio, ha fluctuado entre la derecha y la izquierda y que, además, le pesan los 30 años de neoliberalismo concertacionista. Provoste no ha sabido aprovechar bien su pertenencia al pueblo originario diaguita, como tampoco el hecho de ser oriunda de Atacama, la provincia que, en el siglo XIX, dirigió una guerra civil contra el Presidente Manuel Montt, bajo el Lema “La Asamblea Constituyente”, incluso, Pedro León Gallo, su líder, acuñó una moneda con el símbolo de la Constituyente. La candidata de la DC, a pesar de los problemas antes reseñados, estuvo bastante segura durante todo el debate.
Los debates no tienen mucha injerencia en el resultado de las elecciones, sin embargo, permiten conocer la personalidad y capacidad política de los candidatos.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
23/09/2021