La constituyente se va por los consensos
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El artículo «Cómo medimos el éxito del proceso constituyente», escrito en Le Monde Diplomatique chileno por Yarela Gómez Sánchez, constituyente por el distrito 27, lo pude leer sólo hasta la mitad, porque es para suscriptores. Y yo no me he suscrito al Diplo pues les tengo tirria a los diarios y revistas francesas porque jamás de los jamases hablan o se interesan por América Latina. Les importa, en primer lugar Europa, luego Asia y África, posiblemente porque tuvieron sus colonias por esos lados. El colonialismo europeo no se acaba nunca, a pesar de que Europa , digamos los principales países de Europa, siguen a pie juntillas lo que dicen y hacen los yanquis, aunque éstos los desprecian. Pero lo que pasa por acá, nada de nada. Los franceses trataron una vez de apoderarse de México, pero como les fue requete mal, porque don Benito Juárez les ganó la guerra y hasta mandó fusilar a Maximiliano, prefieren ignorarlo. El Monde Diplo que se escribe en Chile pone noticias chilenas, pero mejor las leo en cualquier otra parte porque no estoy suscrita. Y especialmente sobre la Convención todo el mundo escribe, de modo que no creo que el Diplo descubra la pólvora. Sin ofensa a la autora, distinguida catedrática, ni al Monde Diplomatique, revista excelente que requiere un gran esfuerzo de sus promotores y autores.
De todos modos lo que alcancé a leer no me gustó, no le echen la culpa a Clarín, porque ellos no censuran nada. ¿Por qué no me gustó? Pues porque expresa que “Este debate requiere de un marco que nos permita conversar y construir consensos”. Y desde luego, no me gustan los consensos, a menos que sean entre gente de izquierda verdadera, pero no consensos entre izquierda y derecha, como los que siempre se han practicado en los gobiernos post dictadura, sea en el poder ejecutivo o en el legislativo. Incluso esa consigna tan unitaria la han aplicado muchos partidos políticos. Y repito aquello de que “La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas” porque las repeticiones sirven para que le entren las cosas en la mollera a la gente, aunque sea a los periodistas. ¿Y sobre qué habría que construir estos consensos? Pues según dice textualmente el artículo de doña Yarela, los puntos en que al fin se podría llegar a acuerdos son»transformación profunda: perspectiva de género, plurinacionalidad; igualdad y prohibición de discriminación arbitraria; equidad territorial; derechos lingüísticos…» y «democracia, derechos de la naturaleza, descentralización, derechos sociales como salud, educación, entre tantos otros». Y yo me pregunto, no le pregunto a la autora del artículo porque a lo mejor ella después pone otras cosas. Le pregunto a todo el mundo ¿Alguien va a decir que se opone a la democracia, a la salud, a la educación y que es partidario de la discriminación y bla, bla, bla? Creo que nadie, porque esos temas no tienen nada que ver con una transformación profunda, ahí es donde los constituyentes están muy despistados. La Constitución de Pinochet establece en su artículo 1o que «Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos» y otras cosas positivas que están en la legislación universal. Y el artículo 19, que regula muchas cosas y es uno de los más importantes, dispone:
Inciso1o: La Constitución asegura a todas las personas:
Y esta Constitución que nos rige, redactada por Jaime Guzmán para que todos tuvieran que gobernar igual que ellos, esta Constitución que él nos legó no afecta en nada los intereses de la derecha, o sea de las grandes empresas que dominan el país y que imponen el neoliberalismo a capa y espada, es decir sacándole los ojos a la gente. Por lo demás, esta Constitución de Pinochet/Jaime Guzmán/Ricardo Lagos ni siquiera se cumple. Porque en su artículo 19, número 24, inciso sexto, se conservó la frase: “El Estado tiene el dominio absoluto, exclusivo, inalienable e imprescriptible de todas las minas…”. Sin embargo, en el inciso séptimo se expresa: “Corresponde a la ley determinar qué sustancias de aquellas a que se refiere el inciso precedente (…) pueden ser objeto de concesiones…”.
Este inciso séptimo contraviene principios generales sobre la congruencia que deben tener las normas de derecho, planteados por don Andrés Bello y por todos los juristas especializados.Y a pesar de todo, el primer gobierno posterior a la dictadura, no diré gobierno democrático porque nunca ha habido un gobierno democrático en Chile después de la dictadura, les entregó el cobre a las transnacionales y nunca defendió el litio que le habían regalado al yerno de Pinochet. ¿Por qué digo todo esto? ¿Para defender a la Constitución de Pinochet? No, lo digo porque las constituciones no sólo deben tener normas buenas y democráticas, sino que deben garantizar absolutamente su cumplimiento.
Por algo los jóvenes y hasta los niños han salido a la calle a protestar, porque no son treinta pesos, sino treinta años. Estos chicos nos han dado lecciones a todos. Son 30 años de consensos y de la izquierda y la derecha unidas. Los jóvenes piensan bien pero cuando llegan a los 20 o 25 años, la mayoría cambia repentinamente de ideas, porque la cultura occidental y cristiana,amante del neoliberalismo es muy difícil de contradecir y además hay que ganarse la vida ¿no? Vamos, eso lo han dicho muchos, entre ellos Gramsci, no vamos ignorar algo tan obvio. ¿Entonces qué hacer? Quizás decirle a los convencionales, si es que se puede hablar con ellos, que hay que recuperar nuestras riquezas estratégicas (no sé si se dice así, eso lo saben los economistas, pero ya me entienden ustedes) como el cobre, el litio, la pesca y otras, y que allí nunca se van a lograr consensos. Y que tampoco se van a lograr consensos para bajar los quorum constitucionales para todo lo importante, como para terminar con las AFP. Y que si eso no se hace, no se podrá establecer ni menos financiar ninguna de las medidas de beneficio popular que se lleguen a acordar, y por lo tanto la nueva Constitución no sería más que un pedazo de papel.
Por Margarita Labarca Goddard
Felipe+Portales says:
Efectivamente; los «consensos» para modificar un sistema económico-social impuesto a sangre y fuego durante una dictadura de diecisiete años; significan, en la práctica, la mantención básica de dicho sistema. Eso fue lo que constatamos en los 30 años en que TODO (¡incluyendo la actual Constitución suscrita por Lagos y todos sus ministros, entre ellos a Provoste, Vidal y Eyzaguirre!) fue aprobado en conjunto por la derecha tradicional y la nueva derecha concertacionista.