Siete candidatos y solo una mujer
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Nuestra sociedad conservadora, apegada a la liturgia, volvió a mostrar su machismo. En noviembre se elegirá al Presidente de la República, bajo la odiosa disparidad, donde figuran seis varones y una varona. ¿Cuándo surgió tamaña injusticia, destinada a excluir al sexo femenino? La derecha, donde militan carcamales, viudas de Pinochet, dinosaurios momificados e hijitos de su papá, no quiso invitar a las mujeres en esta tómbola, o bingo de fin de año. O piñata, como se conoce en varios países de América. Desestimó a la aguerrida pianista Evelyn Matthei, cuya fogosidad y temeridad, la ha convertido en una alcaldesa, dispuesta a dar puñetes en plena vía pública. Sean vendedores ambulantes o ladrones de autos. La perjudicó haber perdido la presidencia con doña Michelle Bachelet en 2013 y hoy las trifulcas electorales, se resuelven bajo las arreglines.
En esta selección de candidatos o lotería, se nota la ausencia de Teresa Marinovic. Amiga de vociferar, supone que las mapuches no deben dirigir nada. Ni siquiera ser parvularias, menos aún profesoras de mapudungun, como lo es la catedrática Elisa Loncón, presidenta de la Convención Constituyente. De nada le sirve ser aguerrida. Ni hablar de Marcela Cubillos, Ministra de Educación durante el gobierno de Sebastián Piñera. En aquella época de turbiedad, pretendió imponer la censura de opinión. Como siempre quería tener la razón, se esforzaba por acallar las críticas. ¿Oyó alguna vez hablar de Torquemada? ¿Conoce acaso al turbio personaje que dijo: “Oigo hablar de cultura y saco la pistola”? Miguel de Unamuno, escritor español que se hallaba presente, al escuchar la arenga fascista, expresó su molestia. No le importó arriesgar su vida.
También la derecha especuló —en este tema de especular muestra habilidad— elegir a otras distinguidas damas, sin embargo, a las postulantes las dañó venir del medio pelo de la sociedad. No hay cabida para ellas en las tiendas pirulas, aunque se blanqueen, le agreguen una preposición al apellido y lo llenen de tildes.
Como la picardía es atributo de nuestra derecha versallesca y fanfarrona, cree ahora, que Sebastián Sichel es el candidato natural de la oligarquía. Dispone de atributos, encanto personal y pasado de proletario emprendedor, antecedentes dirigidos a encantar a la borregada. Aunque nos fastidie y duela el alma, o el corazón para quienes militan en el ateísmo, es el segmento que define las elecciones.
La izquierda, donde la dispersión es signo de inmadurez, desconfió de las mujeres. No es el caso de doña Yasna Provoste, cuyo partido es una especie de vaso comunicante, que se vacía a izquierda o derecha, según el clima. La izquierda imitó a la derecha, cerrándole el paso a las mujeres y se ignora —al menos yo lo ignoro— cuales fundamentos esgrimió. ¿Acaso no las hay de talento y capacidad política en la diversidad de partidos progresistas? Ahora, hasta los talibanes se hacen llamar progresistas. Debido a la dispersión de candidatos, la derecha debería ganar. Sebastián Sichel, aunque nos duela, quite el sueño y el apetito es un candidato bien bosquejado. Posee atributos, como se ha dicho, dirigido a encantar a la masa. Vestido por el sastre de Sebastián Piñera, atendido por el peluquero de Joaquín Lavín, con clases de dicción y urbanidad, le exigieron que usara barba y cuidara el tamaño de la barriga. Se debe parecer lo menos posible a Sebastián Piñera y si lo ve por ahí, lo saluda de lejos.
Todo hace pensar, siempre que no se produzca un terremoto electoral, se acabe el agua y alguien huya a Afganistán con los recursos del cobre, que Gabriel Boric y Sebastián Sichel, deberían pasar a segunda vuelta. Y esta definición será reñida como la elección presidencial en Perú. Pronosticar este desenlace faltando tres meses para la elección, es una temeridad y cualquiera se desacredita, si falla en sus vaticinios. Como acostumbro a trabajar la ficción, mientras paso gato por liebre, si me equivoco, seré perdonado por quienes semana a semana me leen.
Por Walter Garib