La inversión extranjera retrocede diez años en América Latina
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Desde el segundo semestre de 2010, se aprecia un estancamiento en las entradas de inversiones, ello infiere un debilitamiento del interés de las empresas por instalar nuevas capacidades o ampliar su presencia en la región, una tendencia agudizada con la irrupción de la pandemia, acota la Cepal.
Lo cierto es que América Latina requiere mayores aportes de capital foráneo que le permitan avanzar hacia una recuperación sostenible y la inversión extranjera podría jugar un papel favorable en este desafío, tras un año que golpeó fuertemente las economías regionales, con una caída del Producto Interno Bruto estimada en un 6,8 por ciento.
Pero, parece difícil que la IED pueda constituir ese factor de cambio para la recuperación en un área con graves crisis sanitarias, severas afectaciones en los servicios y una industria manufacturera estancada o en declive en los últimos años, reflexiona la Comisión en su estudio anual La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2021.
Las inversiones más golpeadas, ejemplifica, fueron en recursos naturales con una contracción del 47,9 por ciento frente a 2019, a ella le siguen las manufacturas con un retroceso del 37,8 y por último el sector de los servicios con una caída del 11 por ciento.
Dato interesante es que en este periodo Estados Unidos aumentó su participación en la IED de un 27 a 37 por ciento, mientras Europa registró una fuerte caída – desde el 51 hasta el 38 por ciento-, asi como se desplomaron en un 73,0 los flujos provenientes de las empresas transnacionales latinoamericanas.
Por países, los más favorecidos con la IED en 2020 fueron las Bahamas, Barbados, Ecuador, Paraguay y México el segundo mayor receptor de la región después del Brasil que tuvo una pronunciada caída del 35,4 por ciento.
En otro orden, el texto de la Cepal resalta que en las relaciones económicas con China se deben elaborar políticas para asegurar inversiones del gigante asiático que contribuyan a: construir capacidades productivas en las naciones receptoras, establecer vínculos con proveedores locales, generar empleo y promover el desarrollo sostenible.
Igualmente, la Cepal considera que las estrategias de inversión en el ámbito digital deben incluir tres dimensiones: las economías conectada, digital y digitalizada.
Si bien la IED puede contribuir a la transformación digital en América Latina, reflexiona, de no considerarse las características estructurales de las economías la digitalización podría profundizar las brechas existentes y generar mayor exclusión e inequidad distributiva.
Para la Cepal el impulso a la sostenibilidad regional debe pasar por ocho sectores estratégicos, la transición hacia energías renovables; electromovilidad sostenible en ciudades; revolución digital inclusiva; industria manufacturera de la salud; bioeconomía; economías del cuidado y circular; así como el turismo sostenible.