El candidato de la Lista del Pueblo y la expectativa del pueblo
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La emergencia de la Lista del Pueblo (LdP) que vino a chasconear el formateado sistema político creándole comprensible pavura, fue recibido por la gente común con evidentes muestras de simpatía.
Daba la impresión de que, por fin, eso que palpitó con fuerza inédita en las calles y estalló para la historia en la plaza, ya no se quedaba en la protesta airada y hermosamente violenta, además de compresible y necesaria, sino que esta vez era capaz de incursionar en el dominio desde donde las cosas pueden cambiar: la política.
Con un atraso contado por decenios, por fin una fuerza de izquierda lograba hacer coincidir en un mismo movimiento la protesta masiva con el accionar político real.
En breve, la expectativa de la gente extrapoló lo hecho en la Convención Convencional, al calendario eleccionario en el que quedan pendientes los consejeros regionales, parlamentarias y presidente.
Numerosas y valiosas personas asumieron la responsabilidad de proponerse como candidatos independientes luego de cumplir las exigencias que puso la LdP para ser aceptados
Extraño método.
Debieron ser elegidos en consultas populares en las que le gente pudo haber dado su opinión en las plazas, calles, sedes comunitarias, etc.
Quedaba entonces esperar que la Ldp, decidiera un mecanismo y un nombre para las presidenciales. Se habló del alcalde Sharp y del gobernador Mundaca. De mecanismos, nunca se supo.
Pero las cosas serían de una forma extraña.
Un 59% de la asamblea de LdP decidió nominar al exdirigente sindical, exmilitante del Partido Socialista, exmilitante del Partido Comunista y exmilitante de Convergencia Social, además de exagregado laboral en España del gobierno de Michelle Bachelet, Christian Cuevas.
De inmediato se sucedieron muestras de apoyo al exlíder sindical, pero, digámoslo, en un tono menor, sin grandes explosiones de júbilo, ni bienvenidas emotivas y entusiastas.
Más bien quedó la sensación de cierto estupor. Algo sonó a cosa opaca, algo se sintió rompiendo expectativas, algo quedó como al debe.
Pero ¿es necesario un candidato presidencial que intente representar eso que hizo temblar el modelo en ese octubre legendario?
Quizás no.
Las condiciones generadas por el desfonde del sistema que se sostiene no más por la represión y el abuso de la epidemia más bien exigen que la izquierda por fin atine con lo que la gente ha esperado por decenios, cosechando solo decepciones y derrotas: una idea que seduzca.
¿Para qué ofrecerle otra?
La única condición por la que no se justifica elevar a alguien a presidenciable, es hacerlo como un testimonio, un saludo a la bandera hecho sin mucha convicción.
No es necesario ni mucho menos conveniente hacerlo sin ganas, solo por cumplir, sobre todo si el abanderado no convence mucho ni a todos, tanto por su amplio derrotero militante, cosa de la que la gente está hasta la tusa, como por su acomodado ejercicio en un cargo diplomático en los tiempos de Michelle Bachelet.
Y, digámoslo con todas sus letras: tampoco el 59 % de la asamblea que lo votó a favor es precisamente una aclamación. Es ganar con lo justo.
Estamos viviendo tiempos en que se ha expresado una alta sensibilidad, en que las cuestiones simbólicas exigen su reinado: en el pueblo ronda una aversión enorme a todo lo que huela a dictadura, a cosa corrupta a arreglín por debajo, a derecha y a Concertación y lo que se espera son actitudes y personas que por nada tengan de esa evocación. Aunque se trate de gente decente y honesta.
Se ha elevado considerablemente la exigencia ética y las cosas deben ser lo que parecen.
El mecanismo, que tampoco es lo suficientemente prístino y democrático como se podría suponer en una instancia que emerge precisamente para superar estas malas prácticas, no le agrega la cosa mística, alegre, convincente y sobre todo masiva y democrática, lo que en otros muchos casos ha determinado triunfos en donde eran impensables.
La LdP se perfila como una interesante opción para la gente aburrida del negociado, del arreglín, de la cosa oscura, de la oficina secreta y el acomodo y muchos la vemos con genuina simpatía: quizás sea necesario responder a esa expectativa.
Por Ricardo Candia Cares
Renato Alvarado Vidal says:
Sun Tsu destaca la importancia de la visibilidad de las banderas en la confusión del campo de batalla. Necesitábamos un referente hacia el cual unirnos.
Aterricemos, alegre muchachada, tenemos una dura contienda por delante, no nos bastará con refunfuños.
hugo beal R. says:
Tantos arreglines, tragedias griegas y estupor honorífico, Candia,
terminarán en un cero absoluto, y la derechista Derecha ganará
por aclamación. Candidatos aquí, otros un poca más alla, y
cualquier pelagato medio almidonado y con camisa blanca
se cree apto para el puesto presidencial bien pagado.
Cuantos pelafustanes andan husmeando la Presidencia..?
Gino Vallega says:
Los IZ deben votar por convicción y doctrina?Cuántos más caben en la vitrina? Hay suficiente agua en la piscina?Qué fué de la clave femenina?Conteste lo que su organismo le diga y si necesita , tómese una aspirina.De Nada!