Política Global

Israel acusa de “terrorismo” a empresa heladera opuesta a ocupación de Palestina; acusan de vender un helado «antisemita»

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El presidente de Israel acusó que la decisión era “una nueva forma de terrorismo”, el primer ministro de ese país amenazó que habría serias consecuencias contra quienes tomaron la decisión, y el ex primer ministro y varios políticos llamaron por represalias y castigos legales, pero todo esto no fue por un atentado ni un nuevo conflicto con algún país enemigo, sino por lo que aparentemente es el helado más peligroso del mundo.

La empresa de helados estadunidense Ben & Jerry’s anunció el lunes que ya no venderá su producto en las zonas palestinas ocupadas por Israel en Cisjordania y Jerusalén oriental porque “es inconsistente con nuestros valores” [https://www.benjerry.com/about-us/media-center/palestine-statement].

“Este boicot de Israel es un nuevo tipo de terrorismo, terrorismo económico” afirmó Isaac Herzog, presidente de Israel. El primer ministro, Naftali Bennett, denunció la decisión de la empresa, la cual calificó como “moralmente equivocada” y advirtió que Israel “actuará agresivamente contra cualquier tipo de boicot contra sus ciudadanos”, reportó el periódico israelí Haaretz.

Más aún, Bennett se atrevió a acusar que la empresa ha decidido cambiar su marca a “un helado antisemíta”. Aparentemente no se dio cuenta que los fundadores de la empresa, Ben Cohen y Jerry Greenfield son judíos.




No todos los israelíes están opuestos. Gideon Levy, columnista de Haaretz y reconocido periodista israelí escribió que si Ben & Jerry’s cumple con su decisión (será implementada en etapas durante 18 meses) “yo empezaré a comer su helado… podré gozar un producto que demuestra un poco más de cuidado… más conciencia y, sobre todo, decencia”.

Levy denunció que “el helado fue exitoso donde la muerte de 67 niños en Gaza fracasó -de recordarle a los israelíes de la ocupación”. Y ante esa locura, afirma, llamó a un boicot total de Israel y de israelíes en todas partes. “Debemos elogiar a los fabricantes de helados de Vermont: no pondrán fin a la ocupación -esa no es su tarea- pero en un día caluroso de verano revelaron unas verdades a los israelíes”.

La cúpula política israelí reaccionó de manera tan extrema por temor de que esta decisión de Ben & Jerry’s pudiera abrir la puerta a una cascada de decisiones parecidas de otras empresas, y que esto se vea como un triunfo del llamado movimiento internacional BDS (por Boicot, Des-inversion y Sanciones), encabezado por palestinos y aliados alrededor del mundo que buscan confrontar lo que llaman el “Israel apartheid”.

BDS dio la bienvenida al anuncio de la empresa y el coordinador del Comité Palestino Nacional BDS, Mahmoud Nawajaa declaró que fue un “anuncio tan importante y que se logró después de años de presión sobre la empresa para que abandonara su participación en la violacion de Israel al derecho internacional y nuestros derechos palestinos”. A la vez, llamó a que la empresa hiciera más y “cesara todas sus operaciones” en Israel.

Vale señalar que la empresa Ben y Jerry’s fue adquirida por la multinacional de alimentos Unilever en 2000, aunque con condiciones inusuales negociadas por los fundadores de mantener cierta autonomía en el manejo social de la marca, la cual desde su inicio en 1978 en Vermont siempre ha apoyado a figuras culturales y políticas liberales.

Uno de los fundadores, Cohen, lanzó un sabor de helado para apoyar la candidatura del senador Bernie Sanders de Vermont a la presidencia el año pasado que tenía un disco de chocolate arriba, un pilar de caramelo en el centro, todo rodeado de helado de canela. Explicó que el disco de chocolate representaba “toda la riqueza que ha subido al 1 por ciento”, el pilar es la determinación de Bernie en enfrentar la economía tramposa y la canela es “nuestra revolución política” para hacer que Estados Unidos funcione para todos los trabajadores de todas las razas y géneros”. Para comerse el helado, uno tenía que romper el disco de chocolate y mezclarlo con todo lo demás.

 

Por David Brooks

Fuente: La Jornada



Corresponsal de La Jornada en NY

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