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Cuba, ejemplo y trinchera, vencerá

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La revolución cubana viene cayendo cada año desde el uno de enero de 1959. Y se viene levantando cada vez.

Resulta respetable no estar de acuerdo con el proceso cubano, con el socialismo, con la revolución. Lo que resulta indignante es fomentar las innumerables mentiras y operaciones de desinformación con el fin de desprestigiar lo que sucede en la isla, y utilizar sus carencias y sufrimientos injustos e inhumanos, como armas de manipulación política.

Los que queremos y defendemos a Cuba y su revolución no esperamos que sus detractores entiendan lo que hay detrás, delante y al lado de la voluntad férrea de ese pueblo que quiere hacer su experiencia sin que nadie le dicte sus conductas, sin que deban obedecer a los poderosos ni permitir que sucumba su independencia por un dictado foráneo.

Que Cuba sea el enemigo favorito del imperio más poderoso, cruel y criminal de la historia de la humanidad, mucho dice de la valía de su revolución. Y no es casual que en más de sesenta años el imperio no haya podido con una isla que representa un ínfimo porcentaje de su economía, su población y poderío militar.

Convencido del mal ejemplo cubano, el imperio no ha cejado en atacar a Cuba mediante actos del terrorismo más infame, causando innumerables víctimas inocentes, incluido niños; un bloqueo económico inmisericorde que ningún país del mundo podría soportar ni seis meses y la mentira que acude puntual ante en el incauto o el malintencionado.

¿Se imagina que en su país no haya materia prima, insumo, medicamento, repuesto, maquinaria o cualquier otro elemento desde el más complejo hasta el más básico, de esos que se encuentran en cualquier negocio de cualquier esquina?

Eso pasa en Cuba por la imposición de un bloqueo criminal que traiciona cualquier principio de relaciones civilizadas entre Estados y hasta la misma Constitución de Estados Unidos.

A Cuba se le niega sistemáticamente la sal y el agua sin importar que los afectados sean mujeres, niños, ancianos, enfermos. Lo importante es generar las condiciones para que las provocaciones caigan en el terreno fértil de la necesidad comprensible y en el interés de desadaptados o desafectados del proceso que estarían maravillados viviendo en Estados Unidos o al modo yanki.

Cuba, la heroica, debe lidiar a diario en contra de esos formidables y crueles enemigos que esperan la más imple vacilación para dejar caer la fuerza de sus millones y el bandidaje de sus mercenarios. También debe apretar los dientes ante suposiciones estrafalarias de algunos quienes se dicen sus amigos solo para lucirse en el corrillo de los compadres.

Defender a Cuba no significa creer que en la isla todo es miel sobre hojuelas. Significa sobre todo defender el derecho de los pueblos a tomar sus propias decisiones.

Como sabemos, la revolución no es otra cosa que caminar con propio pie y pensar con propia cabeza.

En ese tránsito, Cuba ha atinado muchas veces y en algunas otras se ha equivocado, pero ha tenido el tesón de corregir y volver a comenzar. Porque para esa construcción tan compleja, humana y desconocida no hay recetas, pero sí principios: dentro de estos, uno de ellos que destella: construir un país sin obedecer a los poderosos, a los amos del mundo, a los dueños de todo, a los que pisotean soberanías y vidas humanas.

Pero Cuba vencerá.

La asiste en primer lugar la bravura de su pueblo y la altura moral que da ser un peligroso ejemplo de libertad, autodeterminación e independencia. Y la sostiene el reconocimiento de los pueblos del mundo entre los cuales están los más pobres y postergados que han sabido de su solidaridad cuando ha sido necesaria.

Cuba vencerá porque ha logrado superar escollos que han puesto a prueba su tesón acerado en sesenta años de resistir, hasta transformarse en un ejemplo vivo que impulsa y estimula a los pueblos del mundo.

Cuba vencerá porque la verdad volverá a imponerse dejando claro quiénes son los que crean artilugios que intenten doblegar el espíritu rebelde que a los cubanos les viene desde nación.

Cuba vencerá porque está obligada a vencer por su responsabilidad con toda la humanidad. En medio de sus carencias y dificultades jamás ha dejado de lado su espíritu internacionalista y solidario, conducta de las más humanas que los poderosos jamás lograrán entender.

Cuba vencerá porque no ha habido jamás tarea que no haya sido enfrentada con resolución y valor, por dura que sea, por esa revolución que a veces cojea, que cae y se levanta, que yerra y atina, que emociona y solidariza, que alguna vez será el ejemplo para sobrevivir con lo justo en un mundo atiborrado de cosas inútiles que llevan al despeñadero.

Cuba vencerá porque aún con todas las dificultades y acosos, de incomprensiones y mentiras, por la sola vía de su bravura, seguirá siendo un ejemplo y una trinchera.

 

Por Ricardo Candia Cares

 

 

Escritor y periodista

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