Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 57 segundos

Este país, el primero en América Latina en independizarse de Francia, (1804), y que, además, tuvo una importante colaboración en la independencia de los demás países de América, no ha logrado, hasta hoy, consolidar la democracia y dejar de ser un Estado fallido.

Esta primera nación de esclavos tuvo que pagar muy caro por la audacia de haberse liberado de un país colonial: Francia cobró millones de dólares a cambio de su independencia.

Haití era la reina de la colonia, capaz de producir los mejores productos que llegaban a la Metrópolis, (Voltaire decía que Canadá era sólo una bola de nieve, mientras que Haití se había convertido en un verdadero paraíso).

Hacia el siglo XX los norteamericanos ocuparon Haití, y como “no hay mal que por bien no venga”, en ese período algunos intelectuales de esa nación isleña dieron a conocer la extraña mezcla de sus orígenes, entre el francés y el criollo, y la capacidad artística y cultural, especialmente manifestada en pintura ingenua.

 

Los norteamericanos aprovecharon la ocupación para preparar a quienes iban a ser los dictadores de los países antes colonizados, entre quienes se contaba a François Duvalier, tirano que gobernó el país durante largo tiempo, utilizando los métodos más brutales de tortura, fundamentalmente valiéndose del viejo cuento “del hombre del saco”.

Los tiranos del Caribe, Duvalier, Trujillo, Somoza… no eran, por cierto, inmortales: estos sátrapas tenían el poder preparado para sus hijos, en consecuencia, verdaderas dictaduras familiares. El hijo de Francois Duvalier, Jean Claude, más inteligente que sus predecesores, huyó a Francia, donde se radicó.

Terminadas las dictaduras del Caribe, podría esperarse la construcción de democracias, similares a los países dominantes, sin embargo, Guatemala y Nicaragua, especialmente, estuvieron dominadas por una guerra civil.

En 1990, después de algunos intentos fracasados, se llamó a elecciones en Haití, bajo el control de la ONU, de la OEA y de la Fundación Carter: Jean Bertrand Aristide, sacerdote obrero, logró triunfar, con amplio margen de votos, sobre el candidato nominado por Estados Unidos.

Geográficamente Haiti, que había sido una isla y paraíso tropical, se transformó en un desierto, sin embargo, por encontrarse muy cerca de Cuba, además, rodeado de islas, y a muy poca distancia de Miami, era un lugar privilegiado para el transporte de narcóticos.

La derecha haitiana y con el apoyo de Estados Unidos, al poco andar del gobierno de Aristide, decidió derrocarlo, e instaló un gobierno tipo Chile, (muy parecido al de Augusto Pinochet).

La mayoría de los países (que se creen democráticos) repetían que Haití requería de la colaboración de la OEA y de la ONU, a fin de que Haití dejara de ser un Estado catastrófico. La ONU, con la colaboración de otros países de América Latina, (entre ellos Brasil y Chile), instalaron en la Isla contingentes de Cascos Azules, (incluso, Francia había propuesto la idea de introducir un destacamento de Gendarmería).

En menos de dos décadas, Haití ha tenido cerca de 20 gobiernos, con una Constitución muy avanzada, (muy parecida a la francesa), pero con gobiernos inestables y más de 200  partidos políticos que participan en las elecciones con miras al poder en la Isla.

La corrupción es el pan de cada día: Haití, además de ser un lugar ideal para ser dominado por el negocio del narcotráfico,  su élite política ha aprovechado el poder para enriquecerse en forma ilimitada.

La geografía y los eventos naturales tampoco han sido amables con Haití: a los ciclones permanentes se juntan a terremotos, (el acaecido en la Isla hace más de una década, dejó más de 300 mil muertos, además de la destrucción de las precarias viviendas  y de las enfermedades…), y la Casa de Gobierno, un monumento napoleónico, aún no ha sido reconstruido.

El Presidente recién asesinado, Jovenal Moïse, era un empresario, exportador de banano, y tenía  muy poca popularidad, y entre otras actitudes autoritarias, había decidido cerrar el Congreso, además, según los ciudadanos, el período de su gobierno se suponía terminado, y se negaba a llamar a nuevas elecciones.

En las últimas décadas, el vivir en Puerto Príncipe, por ejemplo, se hacía muy peligroso. Previo al asesinato, es extraño  la ausencia de la guardia del Palacio. Se ha sabido, luego de las primeras indagaciones, que la mayoría de los asaltantes pertenecían a ex militares colombianos, junto con dos norteamericanos de origen haitiano. El gobierno norteamericano aún no dado mayores explicaciones al respecto, lo cual le ha valido la crítica del gobierno ruso.

Tantas frases de solidaridad de los distintos gobiernos y de las Organizaciones Internacionales sirven muy poco si no se lleva a cabo una verdadera colaboración con ese país, el más pobre de América Latina. A su vez se haría necesario un plan similar al que se está implementando  en Salvador, Guatemala y Honduras, para mitigar la delincuencia y la miseria, pero el problema radica en que un plan como el propuesto, que es muy beneficioso a Estados Unidos, pues disminuye el fluyo migratorio, mientras que Haití, tan cerca geográficamente del país del norte,  no ha sido aún aplicado a pesar de las palabras de buena crianza de la ONU.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

09/07/2021

 

 

Historiador y cronista

Related Posts

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *