Manifiesto bicentenario de la Batalla de Carabobo
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El capitalismo experimenta una crisis sistémica y multidimensional. La humanidad padece sus consecuencias económicas y especialmente, afecta a las personas con menor poder adquisitivo. La pandemia del COVID-19 potencia la crisis, incrementa los problemas sociales y evidencia las injusticias del dogma neoliberal. Las políticas públicas ante el COVID-19 implementadas por los gobiernos que defienden el capitalismo neoliberal, colocan en peligro a la humanidad.
El manejo de la crisis sanitaria mundial, en el marco del neoliberalismo predominante con su racionalidad basada en la acumulación de capital, profundiza las desigualdades, incrementa la pobreza, aumenta el desempleo, arrecian los desalojos y la exclusión social. La voracidad especulativa de las corporaciones farmacéuticas occidentales aunado a la pugna entre las potencias por la producción y adquisición de las vacunas contra el COVID-19, reafirma el carácter inhumano del modo de producción capitalista, la decadencia del modelo civilizatorio occidental y el colapso ético de un sistema de dominación articulado en función de la maximización de ganancias.
La hegemonía estadounidense está en declive. Sus clases sociales y élites dominantes están profundamente fracturadas. Su economía sufre una aguda depresión al tiempo que pierde importantes mercados. Las intervenciones militares en Asia han fracasado, la Unión Europea se distancia de algunas de sus políticas y además, EE.UU. enfrenta el desafío político-militar de las potencias emergentes.
La globalización neoliberal se convierte en su apuesta estratégica para preservar su dominación. Imponer su modelo es imperioso para derrotar a sus adversarios. La “Guía Estratégica Provisional de Seguridad Nacional” expone la intención hegemónica de la administración Biden. La humanidad sufre ya las acciones de la Casa Blanca que se desarrollan en el plano económico, en la disputa por áreas geoestratégicas, el control de las tecnologías como la 5G, ataques militares, en diversas agresiones orientadas a sostener su supremacía y en el reforzamiento de la OTAN.
La planeación de la OTAN, brazo militar de la globalización neoliberal, es un peligro para la paz ya que violenta la soberanía de las naciones, perpetra agresiones armadas contra los pueblos y crea condiciones para una confrontación no exenta de riesgo nuclear. Su perspectiva de expansión más allá del Atlántico Norte, hacia Europa del Este y América Latina, así como el cerco a Rusia y a China denota un peligro para el mundo entero.
En la actualidad el despojo de territorios evidencia su determinación de apoderarse y controlar, por cualquier medio, los minerales imprescindibles para las nuevas tecnologías, las fuentes de agua, energía y biodiversidad. La disputa por esos bienes comunes marca el orden internacional y es móvil de las campañas neocoloniales de las grandes potencias. Sin dudas, el imperialismo es la principal amenaza para la humanidad. Sus políticas son extremadamente destructivas de la Madre Tierra, atentan contra la vida, estimulan el odio, socavan la paz y suprime la autodeterminación de los pueblos.
Su modelo se erige sobre la explotación de la clase trabajadora, la dominación de los pueblos originarios, el patriarcado que perpetúa el sometimiento de las mujeres, la tolerancia tanto de la esclavitud infantil como en adolescentes, la reafirmación de la feminización y racionalización de la pobreza, a partir de concepciones supremacistas que lesionan la dignidad humana. El desprecio hacia la diversidad sexual, las personas con discapacidad y la segregación de los y las migrantes pobres, son muestras de un modelo que desdice de la condición humana. No obstante, los poderosos intentan “naturalizar” el orden y castrar la creatividad humana mediante las empresas de comunicación y las redes sociales. La industria cultural del capitalismo insiste en moldear el imaginario colectivo e imponer su racionalidad. Se trata de múltiples formas de control, diversas formas de relaciones de poder y variados mecanismos legitimadores de un orden mundial injusto.
En Nuestra América, región plagada de bases militares del Comando Sur de EE.UU., se desarrolla una trascendental batalla geopolítica. El ideario Bolivariano suscitó una oleada de cambios orientados a la segunda independencia de los pueblos de América Latina y el Caribe. La Casa Blanca remozó la Doctrina Monroe para nuevamente amenazar con colonizar el continente. Los canales de navegación, la Antártida, la amazonía, el petróleo, la biodiversidad, el gas, los minerales azules y los demás bienes naturales, son los objetivos estratégicos que animan la planeación estadounidense. Se trata de un plan orquestado para el saqueo que también afecta a nuestras culturas. Robo de los saberes ancestrales, privatización de la genética de los pueblos antiguos y memoricidio colectivo.
La actualización de la Doctrina Monroe es parte de un plan global que se expande por el mundo. Transnacionales, mercenarios y servicios secretos despedazan África. Barcos occidentales se apoderan de Oceanía. Un arco gigantesco de tensiones y conflictos va desde el Ártico hasta la península de Kamchatka, pasando por Hindukush y el Himalaya. Intentan balcanizar Eurasia, exterminar Siria y Palestina, evitar la recuperación de la soberanía de la República Árabe Saharaui Democrática, derrotar a Irán, esclavizar el Índico, humillar a Vietnam y la República Popular Democrática de Corea, encadenar a las Filipinas, remilitarizar Japón. Toda una planeación para imponer la supremacía estadounidense, sin considerar los anhelos de las mayorías.
La humanidad reclama una alternativa ante la destrucción del planeta, la explotación humana y las injusticias sociales del orden actual. Nuestra América se une a ese clamor, donde destacan las históricas movilizaciones masivas de los pueblos de Chile, Haití, Colombia y Brasil. Esto aunado al regreso del Movimiento al Socialismo a la Casa Grande del Pueblo de Bolivia en 2020, así como a los recientes triunfos político-electorales en Chile, Perú y México, todo ello indica una nueva y esperanzadora situación para el continente. Un nuevo mundo germina en la resistencia de Asia occidental y en los cambios promovidos por las fuerzas populares y los gobiernos revolucionarios o progresistas de Nuestra América. El ejercicio de una política exterior soberana de las potencias emergentes y su solidaridad con otros pueblos, es un elemento central en la configuración de la nueva etapa.
El mundo avanza hacia nuevos derroteros. La humanidad lucha por sus distintas cosmovisiones, clama para que su diversidad cultural confluya en un nuevo orden mundial donde otros mundos se hagan posibles pero este sea imposible. La liberación de los pueblos está sujeta a la posibilidad de edificar un nuevo orden caracterizado por un arcoíris de naciones soberanas y proyectos de sociedades basadas en la justicia y la solidaridad. La realidad actual demanda comprender la diversidad de luchas en una apuesta decidida por nuevos modelos de convivencia humana. La emancipación pasa por la confección de nuevos mundos. El futuro demanda preservar la vida.
El Congreso Bicentenario de los Pueblos del Mundo se inspira en este sueño. Es un esfuerzo colectivo en función de la vida. Una apuesta ante el colonialismo aún existente y por consiguiente, acompaña las luchas de los pueblos por su soberanía. Este Congreso fundamenta su esperanza en la memoria histórica de las naciones y hace un llamado a la unidad ante el imperialismo. Unir a nuestros pueblos se hace impostergable para enfrentar la globalización neoliberal. Se hace imprescindible trascender la solidaridad para desarrollar un internacionalismo militante capaz de coordinar las luchas, retomar la iniciativa desde una agenda de los pueblos y cambiar la correlación de fuerzas a su favor.
A doscientos años de la Batalla de Carabobo, continuamos el rumbo señalado por El Libertador Simón Bolívar, bregar por la “mayor suma de felicidad posible” para nuestros pueblos. Un mundo más justo donde no falte el pan, la libertad, la salud y la alegría, requiere hoy luchar por la autodeterminación de los pueblos y asumir el internacionalismo como deber irrenunciable. Ese mundo lo soñó el Comandante Hugo Chávez y este Congreso está dispuesto a hacerlo realidad.
En este contexto, el “Congreso Bicentenario de los Pueblos del Mundo”, declara:
-Acompañamos todas las iniciativas tendientes a eliminar las patentes de las vacunas del COVID-19, impulsar la producción y la distribución de vacunas desde una racionalidad centrada en la defensa de la vida y en consecuencia, avanzar hacia el logro de un plan de vacunación mundial con arreglo a la solidaridad, la equidad y la justicia social.
-Condenamos medidas coercitivas unilaterales y demás agresiones criminales perpetradas contra la República Bolivariana de Venezuela, Cuba, Nicaragua, Mozambique, Zimbaue, Irán, Rusia, Siria, Palestina, Yemen, República Democrática Popular de Corea, República Popular de China y demás pueblos del mundo.
-Expresamos nuestra solidaridad con el derecho de autodeterminación del Sahara Occidental, última colonia en territorio continental de África, sometida a una guerra impuesta por Marruecos. Reconocemos su legitima lucha por el reconocimiento pleno de la República Árabe Saharaui Democrática.
-Denunciamos la proliferación de bases militares estadounidenses en América Latina y el Caribe así como su despliegue militar en la región ya que ello constituye un atentado a la paz y la autodeterminación de los pueblos.
-Apoyamos la justa demanda de Argentina acerca de su derecho soberano sobre los territorios de las Islas Malvinas.
-Exigimos al imperialismo estadounidense el cese de las agresiones contra Venezuela y la devolución del patrimonio usurpado de la República Bolivariana de Venezuela al Pueblo Venezolano.
-Rechazamos las iniciativas neocoloniales que lesionan la soberanía de los pueblos del África.
-Manifestamos nuestra solidaridad con los pueblos de Puerto Rico, Galicia, País Vasco, Cataluña y las Islas Canarias en su legítima lucha por su autodeterminación.
-Convocamos a las ciudadanas y ciudadanos del mundos a unir esfuerzos para luchar por preservar la vida, resguardar la paz, defender la soberanía de los pueblos y construir nuevos modelos de convivencia humana a través del desarrollo de una AGENDA 20212030 de los pueblos del mundo.
Igualmente, el “Congreso Bicentenario de los Pueblos del Mundo”, acuerda:
-Desarrollar, a partir de las peculiaridades geográficas y de cada sector, un sistema de formación político-ideológico que articule las distintas experiencias concebidas por las organizaciones políticas y sociales participantes de este Congreso.
– Articular los distintos esfuerzos comunicacionales de los partidos políticos, movimientos sociales y demás organizaciones populares para la producción y difusión de contenidos en la Plataforma de Comunicación Internacional Hugo Chávez.
-Constituir las delegaciones de comunicadores por sector y naciones participantes del Congreso Bicentenario para su incorporación como estudiantes en los planes de la Universidad Internacional de la Comunicación.
-Crear y/o fortalecer las estructuras organizativas y demás mecanismos de articulación aprobados en las mesas de discusión por los partidos políticos y sectores asistentes al Congreso Bicentenario, a los fines de cumplir las agendas de lucha adoptadas en dichas mesas e implementar las decisiones asumidas en la plenaria de este Congreso.
-Fundar un centro de pensamiento estratégico, constituido desde los partidos políticos y organizaciones sociales asistentes en este Congreso, capaz de construir una subjetividad acorde a la liberación de los pueblos del mundo y la emancipación de la condición humana.
Aprobado en la Ciudad de Caracas, Cuna del Libertador Simón Bolívar y Capital de la República Bolivariana de Venezuela a los 23 días del mes de Junio de 2021